Narra Alejandro
El sol azotaba de una manera tan grande mi cara que tuve que abrir los ojos de repente pensando en que no cerré la cortina en la noche.
-Rayos! - me exalté de repente cegándome el sol.
¡Habíamos amanecido en la terraza!
Sentía su cuerpo abrazado al mío, su cabeza estaba sobre mi pecho mientras permanecía profundamente dormida.
Me quise morir de amor justo en ese momento, verla acurrucada a mi cuerpo de tal manera me hacía sentirme de maravilla. En la madrugada había buscado mi calor a pesar de que no recuerdo como nos quedamos dormidos.
Mi mano descansaba en su cintura y no tenía ganas de dejar de rodearla.
Miré mi reloj, eran las siete de la mañana. Recuerdo que ayer la última vez que vi la hora, las agujas marcaban media noche.
Y no, si se estaban preguntando si había pasado algo entre nosotros la respuesta era NO. Con ella esas no eran mis principales intenciones, yo no quería ir rápido con Violet, quería que las cosas fueran sucediendo con calma, que ella no se sintiera presionada ni mucho menos asfixiada ya que sé que en ciertos casos las relaciones pueden agobiar a cierto punto no agradable.
No quería despertarla. Se veía preciosa dormida, aquel rostro sereno, respiración calmada, algunas que otras hebras de su cabello regadas por su cara... lucía tremendamente tierna.
Si no tuviéramos que trabajar la dejaría hasta que se despertara por si sola y la admiraría dormir todo el día.
Ya sé que soy el jefe, lo sabía, pero no me podía dar el lujo de que la gente especulara cosas al ver que justamente ambos faltamos al trabajo, no porque tenía miedo a lo que dijeran, sino porque aún no es el momento indicado. Yo quiero responder por ella justo cuando sea mi novia que sé que deben de también estar preguntándose, ¿por qué no le he hecho la propuesta? Y es que, ya les dije que no tengo prisa, me muero por presumirla tomada de la mano en el parque, donde todo el mundo nos vea, pero primero quería que se enamorara de mi al cien por ciento y que no tuviera dudas cuando decidiera dar ese paso conmigo.
-Violet, nenita despierta- le llamé tirando a un lado de sus cabellos.
-Violet... amor levántate- le llamé nuevamente mirándola quejarse y abrir sus ojos poquito a poquito.
-Como me has llamado? - me preguntó entre sueño.
Sonreí
-Te he llamado amor- le repetí
-Nadie nunca me había llamado así antes- me dijo haciéndome sentir el primero en halagarla de esa forma.
-Pues déjame decirte que no es un simple halago, es lo que eres para mí- le dije mirándola sonreír hermosamente.
Su mano se posó en mi barba y me acarició.
-Estoy soñando? - se preguntó así misma.
Me reí a carcajadas.
-No, lo único malo de la realidad justo ahora es que tenemos que ir a trabajar y solo tenemos una hora para alistarnos- le dije mirándola levantarse de mi pecho y abrir sus ojos como dos huevos fritos.
-Por Dios! ¡¿Y tan calmado estas?! Oh, padre amado, ¡he amanecido en tu casa! - ahora fue que terminó de darse cuenta
Me exploté de la risa al verla tan alarmada.
-Si que te afectaron esos dos vinos- me burlé mirándola sonreírme, pero chillar a la vez de desesperación.
-Necesito que me lleves a mi casa! ¡Oh por Dios tengo que bañarme, vestirme y arreglarme para ir a la clínica y tú ahí todo acostado aun mirándome la cara muerto de risa! Levántate- me dijo perdiendo la paciencia.
Todo esto solo me causaba mucha risa.
- Vamos a quedarnos aquí todo el día, porfa - le dije poniendo una cara triste mirándola aniquilarme con la mirada.
-Alejandro estás loco? ¡No podemos faltar el mismo día! ¡La gente comenzará a especular! - me habló exaltada
-Lo único que pueden decir o pensar es que estábamos haciendo cositas- le dije mirándola ponerse roja como un tomate.
Me reí a carcajadas muy grandes al ver su cara de asombro.
-Cositas como viendo películas, jugando juegos recreativos y.…- no me dejó terminar
-Te voy a entrar a cachetadas, Alejandro- me amenazó con su dedo índice.
Me crucé de brazos y la miré embobadamente.
-Que bella te ves así toda peleona. Nuestro primer despertar juntos y ya me quieres golpear- dije provocándola aún más
Esta vez sí me regaló una linda sonrisa.
-Alejandro... deja los chistes- me dijo suspirando profundo.
- No son chistes, ¿así me despertarás cuando nos casemos? - le pregunté mirándola sonrojarse
Negó con la cabeza
-No despertaras que es lo contrario, porque pienso matarte justo ahora si no me llevas a mi casa- me dijo haciéndome estallar a carcajadas nuevamente.
-Pues mátame, quiero verte tratando de hacerlo- me puse de pie del sillón en el que habíamos amanecido los dos en la terraza.
Rechistó, pero se terminó riendo, avanzando hacia mí de manera cautelosa.
- ¿Mi hermoso doctor, puedes por favor llevarme a mi casa? Tengo que trabajar y necesito llegar en pocos minutos - me dijo muy suave colocando su mano en mi barbilla con una voz angelical que poseía cuando quería.
- Ahora sí, ¿ves que con amor es más fácil entender? - le dije mirándola sonreír.
Besé su frente cariñosamente.
-Vamos- le dije para bajar de la terraza listo para irnos.
-Espera! Mejor dúchate acá en mi casa y luego solo tienes que vestirte de un pronto en la tuya mientras que yo te espero fuera y llegamos juntos a la clínica- le dije mirando que así resultaba mejor.
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Editado: 09.10.2022