Narra Alejandro
La miraba sentada en el mueble mientras llenaba aquella practica por la que habíamos ido a su casa, donde había pasado todo el desencadenamiento de esa mentira que me atormentaba la mayoría del tiempo que estaba a su lado.
Por un lado no estoy tan mal, después de todo ya no tenía el peso de mantener esa mentira oculta, creo que ha sido lo mejor.
Sin embargo, lo único que me dolía era la frialdad de Violet conmigo. Yo lo que menos quería es que nuestra relación llegara a su fin por mantener la verdad de las cosas ocultas por su bien, por su mejoría.
Yo mismo quien era psicólogo creo que me sometería a terapia justo ahora, porque no entiendo porque ella no les ve el lado bueno a las cosas, al final si obtuvimos buenos resultados.
-Que vas a querer de cenar, amor? - le pregunte.
Ella y yo nunca habíamos discutido, inclusive, lo de hace rato no lo considero como una discusión, simplemente una charla que debió extenderse más, que quedó a medias, pero que estoy seguro que volvería a ser retomada.
-No tengo hambre, Alejandro- me contestó sin mirarme.
-No puedes ponerte así conmigo, por lo menos tienes que comer- le dije sintiéndome conmovido por su trato.
-Prepara lo que quieras- me dijo nuevamente sin mirarme.
Le dejaría pasar la actitud por el momento y me dedicaría a ocupar mi mente, en hacer de cenar.
No prepararía víveres, ni pasta. Estoy seguro de que como yo ni mucha hambre tengo por los sucesos de hoy, ella mucho menos.
Saque del refrigerador la funda de pan, el queso, el jamón, la mayonesa, el kétchup, tomates, lechuga y la mostaza. Prepararía unos sándwiches bien caprichosos esta noche.
Mi mente viajó a nuestra cena anterior, la de ayer fue tan distinta a la que sería hoy, incluso me dijo que ella haría la cena esta noche y miren, aquí estaba yo haciéndola. Pero, no me molesta, sé que esta atareada con su tarea y su cabeza puede que no esté rindiéndole al cien por ciento esta noche por los problemas que han sucedido.
Aunque, ¿qué esperabas Alejandro? ¿que recibiera todo esto con algarabía y gran emoción? ¿A quien no le dolería saber que su madre ha escogido un montón de dinero que, a quedarse luchando con su propia hija en las dificultades que afrontaba?
No me puedo enojar con ella porque no me entiende, no todos pensamos igual y me parece bien aunque me duela. Respeto las decisiones de todo el mundo, incluso cuando no me las encuentro justas para mí.
-Ya ven a cenar, linda - le hablé de igual modo con amor y dulzura porque siempre he estado seguro de que a ella le ha faltado afecto amoroso, y pues, aquí estoy yo para dárselo.
La miré cerrar su computador y caminar hacia la mesa algo desganada. Tomó asiento, mientras yo terminaba de colocar los dos vasos de jugo, esta vez de manzana.
-Lávate las manos, vamos. Levántate y... - me interrumpió
-Tengo las manos limpias, Alejandro- me contestó con ese tono bravo que no me agradaba para nada.
Está bien, no discutiría con ella, tampoco le hablaría mal. No me iba a enojar.
-Si lo que quieres que por el trato que me estás dando yo te reclame y empecemos una discusión, no va a ocurrir. No voy a dejar que las cosas empeoren. La comunicación es fundamental para solucionar todo tipo de conflictos. Es importante hacer frente a los problemas y encontrar una salida; de lo contrario, pueden empeorar y no tener retorno - le hablé mirándola negar con la cabeza.
-Que hipócrita eres. No me hables de comunicación cuando tú nunca me dijiste la verdad. Nunca me comentaste la realidad de mi madre, nunca fue fundamental para ti comunicarme que le ofreciste dinero, que le diste una gran suma. No pidas lo que no das, Alejandro-
Era muy dulce, no se los voy a negar, pero cuando sacaba las uñas era cruel. Sabia a la perfección como hacerme sentir dolido.
-No voy a discutir, está bien? Cenaremos tranquilos porque la comida es sagrada y para que caiga bien es necesario disfrutarla en paz- le hablé ignorando mis ganas de decirle lo mal que me encontraba su manera de actuar.
-Si, déjale todo a tu paciencia y tu paz- me quiso seguir montando cizañas.
No le contesté.
Siempre se debe tener en cuenta que el objetivo no es no discutir, sino resolver la situación de confrontación considerando los planteamientos y las emociones de la pareja. Algo que ella no estaba viendo ahora en mí, solo se estaba fijando en su dolor ella, ignorando como me podía sentir yo.
Por ejemplo, debemos saber que, cuando los modos que rigen la discusión son violentos, probablemente no se logre resolver de manera satisfactoria. Es más, el problema se enquistará y agravará; puede que incluso la resolución sea negativa.
Sabiendo esto, si comenzamos una riña en tono sarcástico o crítico, debemos ponernos freno. Aunque la entonación sea baja y tranquila, las palabras pueden estar cargadas de negatividad y desafío.
Lo que ella estaba haciendo conmigo justo ahora, hablando de mi paz y mi paciencia con ese tonito sarcástico el cual a todo mundo le molesta y de ello nacen grandes problemas. Es solo que yo sé controlarme de manera impresionante, no estudie una carrera solo para cobrar por ella, también para afrontar la vida con ella.
El sarcasmo, los insultos, poner los ojos en blanco, el tono burlón o el humor hostil envenenan toda discusión y acrecientan la posibilidad de guardar más negatividad hacia la pareja.
La falta de entendimiento va más allá y se comienzan a cuestionar los sentimientos.
Siempre es fundamental, el respeto por los sentimientos y necesidades del otro.
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Editado: 09.10.2022