Sangre de Elegida.

Capítulo 4.

Adelaida (POV):

- ¡Quieto Isaac! – La chillona voz de mi madre retumbaba en las paredes de mi cuarto.

Rodando los ojos cerré la puerta de mi habitación, solté un gruñido tumbándome en la cama algo frustrada. Quedaban exactamente treinta minutos para que el dichoso principito híbrido viniese a mi maldita casa a cenar. Había estado buscando una excusa lo suficientemente buena para convencer a mis padres de que no era buena idea que estuviese allí, pero no parecía convencerles ninguna.

Puse la almohada en mi cara y solté un grito, di varias patadas en el aire para luego levantarme planchando con la mano la falda. Llevaba una falda de tubo de terciopelo carmesí, un top negro ceñido que se ataba en el cuello dejando los brazos desnudos, y unas botas del mismo color hasta las rodillas. Me solté el pelo mientras me miraba en el espejo, lo peiné con las manos recorriendo mi rostro con mis ojos. Me había aplicado brillo de labios y me había pintado los ojos con ayer-line negro.

La puerta de mi cuarto se abrió de par en par mostrando a mi pequeño hermano con una cara de pocos amigos. Entró a mi habitación sentándose en la cama de brazos cruzados.

- Yo quería ir en ropa de deporte, no con esta cosa tan ridícula. – Sonreí sentándome a su lado.

- Estas muy guapo. – Le dije acariciándole la espalda.

Llevaba una camisa blanca y unos pantalones chinos grises con un cinturón negro, parecía un pequeño hombrecito. A él le encantaba ir en chándal a todos lados y odiaba arreglarse, pocas veces hacia berrinches, aceptaba todo con buenos modeles y raro era él que hiciese algo malo.

Adoraba a este pequeño genio.

- En cuanto el príncipe Einar se vaya pienso quitarme estas cosas y ponerme cómodo. – Le guiñe el ojo asintiendo.

- A los papás les parecerá bien.

Ambos nos levantamos de golpe cuando el timbre sonó. Mire el reloj de una de las paredes de mi cuarto, eran las ocho menos veinte de la noche, había llegado veinte minutos antes de lo previsto.

Mi hermano había salido corriendo para recibir al príncipe hibrido. Yo, más lenta que el resto, baje las escaleras despacio respirando hondo unas cuantas veces.

Tranquila.

Unas horas y se va.

No hay que porque ponerse nerviosa.

Se agradable.

En cuanto bajé del último escalón observé la ancha espalda de Einar, quien parecía ansioso buscando algo, hasta que se giró, y sus ojos, literalmente, me atravesaron el alma. Tragué seco algo incomoda por su intensidad, y bastante nerviosa por lo que simplemente su mirada estaba provocando en ti.

Carraspeé mirándole, dando un paso hacia delante estiré mi mano para saludarle, sin embargo, mi madre detrás del príncipe hacia gestos con la cabeza bastante raros, un ser oscuro que había poseído, seguro. Miré a mi hermano quien, hacia una reverencia, y aunque al principio me negaba a hacerlo, recogí mi brazo e hice una cutre reverencia hacia Einar. Este agarro mi mano sin previo aviso y la beso, un escalofrío me puso los pelos de la nuca en punta, y sin poder evitarlo bruscamente aparte la mano.

- Un placer volver a verte Adelaida. – Dijo con la voz bastante ronca.

- Igualmente. – Contesté algo seca.

La tensión era bastante evidente, sin embargo, para disimular un poco forcé una sonrisa hacia Einar, quien me seguía mirando como si quisiese traspasar mi alma.

- Bueno, ¿vamos a la mesa? La cena ya esta lista.

Fue mi padre quien rompió la tensión palmeando la espalda del híbrido, se nota que se conocían de antes, pues la confianza que tenían los tres saltaba a la vista. A mi me obligan a hacer una estúpida reverencia y ellos se palmean la espalda.

Irónico.

Camine tras de ellos nerviosa, ¿por qué mierda me ponía así? Cuando estaba cerca el ambiente era denso, extraño e inexplicable. Y no me gustaba, o eso creía.

Me senté justo enfrente de él, para mi buenísima suerte. Ahora vería como esa bonita cara y perfectos labios comían. ¡Estupendo! Mi madre comenzó a servir la carne a cada uno, dejando mucha mas comida en el centro de la mesa. Cuando terminó de poner un par de trozos en cada plato dejó el resto de la carne en el único hueco libre que quedaba en la mesa. Sin mirar al frente comencé a cortar la carne de mi hermano en pequeños trozos para que no se le hiciesen bola. Cuando termine carraspeé sintiendo la mirada de Einar sobre mí, aunque estaban hablando entre ellos y yo no me enteraba de nada, estaba evadida cuando mi madre me saco del limbo.

- Hija, ¿desde cuando conoces a Einar? – Levante la mirada hacía mis padres, para luego mirar al príncipe híbrido.

- Ayer fui a su palacio con los chicos. – Esta asintió sonriente mientras bebía un poco de vino.

- Eso es maravilloso.

Si madre, lo que tú digas.

- Lo es. – Miré de nuevo a Einar. Apreté las manos sobre los cubiertos para no sonrojarme.

Deja de ser tan estúpida Adelaida.

- Everly, ¿qué carne es esta? Esta deliciosa. – No dejé contestar a mi madre, y le respondí yo.

- Carne de lobo, una delicia.

Mi padre se atraganto y Einar se quedó, literalmente, pálido. Mi hermano soltó una pequeña carcajada mientras yo miraba al chico que tenía enfrente con una sonrisa de autosuficiencia.

- No hagas caso a mi hija, es muy bromista. – Dijo rápidamente mi madre mirándome con una mirada de fusilamiento. – Es ternera, esta guisada, por eso es tan sabrosa.

Agaché la cabeza llevándome un trozo de carne a la boca, tenía una pequeña sonrisa en la cara e intentaba no reírme.

- Y dime Einar, ¿Por qué todavía no eres rey? Tienes noventa y seis años, se te está pasando el arroz.

Adelaida sin filtro había entrado en acción.

- ¡Adelaida! ¡Deja de ser tan insolente! – Mi madre estaba roja de la furia que parecía que había en ella.

- Hija vale ya, te estas pasando. Einar es nuestro invitado. – Rodé los ojos apoyando mi espalda contra el respaldo.



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En el texto hay: magos, demonios, hombreslobo

Editado: 26.12.2020

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