Adelaida (POV):
Miraba asombrada la facilidad que tenía Valentina para moldear el fuego a su antojo, lo creaba en sus propias manos y conseguía hacer formas increíbles. A nuestros alrededor corría un caballo hecho de fuego. Cuando bajo las manos este desapareció, sin dejar rastro. Estábamos en el jardín trasero de mi casa, era muy grande, así que aquí había decidido que mis amigos me podían enseñar a controlar los poderes.
O al menos intentarlo.
- Vaya... eso ha sido... - La dulce sonrisa de Valen asomo en sus labios.
- Es más fácil de lo que piensas Ade. – Bufe algo frustrada. – Bien... - En frente nuestro había una mesa con cinco velas, cada una de un tamaño diferente. – Intenta encenderlas. Respira hondo, concéntrate solo en ti y en tu poder. Déjalo fluir.
Agite las manos concentrándome, doble el cuello haciéndolo crujir y mire fijamente las velas. Trague saliva nerviosa, eche los manos atrás y con un movimiento bastante brusco las lleve adelante. Abrí los ojos al ver lo que acababa de hacer, había conseguido prender el fuego, pero no sobre las velas sino sobre la mesa entera.
- Mierda. – Susurre.
Con un ágil movimiento de manos Valentina absorbió el fuego. Me rasque la ceja algo incomoda por lo que acababa de hacer. Ella me miraba algo sorprendida.
- Bueno, no ha estado mal. – Alce ambas cejas incrédula.
- Teniendo en cuenta que soy un peligro para la humanidad, no, no ha ido tan mal. – Esta soltó una carcajada negando con la cabeza.
- Exageras. Es normal que no lo controles, a mi prácticamente desde que nací he estado aprendiendo a hacerlo. Pero tienes potencial.
Eso mismo le decían los profesores que tenia en el instituto de la Tierra cuando suspendía, que tenía potencial.
- Vamos, inténtalo de nuevo. – Asentí concentrándome. – Piensa en el fuego, el es parte de ti.
¿Parte de mí? Esta bien. Abrí las palmas de la mano mirando de nuevo a las velas sutilmente chamuscadas y derretidas. Solté todo el aire que tenia en los pulmones, esta vez fui mas suave con el movimiento de mis manos, y lo hice, encendí cada una de las velas que había en la mesa. Sonreí para mí misma, había decidido no pensar en nada, solo en el fuego y yo, sin embargo, el baile de mañana paso fugazmente como un pensamiento pasajero, pero lo suficiente fuerte como para que Einar volviese a ser una de las cosas que ocupaban mi cabeza gran parte del día.
Baje las manos rápidamente haciendo que de alguna manera provocase una mini explosión, haciendo que la pequeña pero dolorosa onda expansiva nos tirase tanto a mi amiga como a mí al suelo.
Maldita la existencia de Einar Sigmond.
Valentina volvió a hacer movimientos con sus manos mientras se levantaba del suelo, pero esta vez con algo mas de esfuerzo, hasta consumir la última llama. Me quede mirando la mesa sin pestañear por unos segundos, ni si quiera sabia como había sido capaz de hacer eso, y ese era el problema. No sabia hasta donde eran capaces mis poderes llegar.
- ¿Qué ha pasado? Lo habías conseguido. – La mano de Valen se extendió en mi dirección, sin dudar la agarre para ayudarme a levantarme.
- No... no sé. – Mentí. – Me distraje. – No me miro muy convencida, pero no indago más.
- Tienes mucho poder, para ser el primer contacto con el fuego ha sido muy... intenso.
Soy un desastre.
Me lanzo un botellín de refresco que tenía guardado en su mochila. Se lo agradecí con la mirada, lo abrí y le di un gran sorbo. El sabor a naranja atravesó mi garganta, por suerte estaba frio, cosa que agradecí de gran manera.
Me volví a sentar en el suelo con las piernas doblada, aun mirando la mesa. ¿Cómo había provocado una explosión de la nada? Esta vez Valen se sentó a mi lado bebiendo de su bebida.
- ¿Con quien iras al baile de Einar? – Gire el rostro rápidamente hacia la pelirroja.
- ¿Hay que ir con alguien? – Esta se encogió de hombros cerrando su botella.
- Dalia me ha dicho que ira con... ¿Claudio? – Alce ambas cejas sorprendida, ¿enserio se lo ha pedido? – Florencia quiere preguntárselo a Lionel, Grahem con nadie.
- ¿Y tú? ¿Se lo has pedido a algún chico? – Esta miro al suelo apenada. Arriesgándome ante mis sospechas pregunte. – O chica.
Sus marrones ojos me miraron sorprendidos, atónitos. Lo había sospechado cuando se quedo embobada mirando a una chica del pueblo. La pillé mirándole varias veces, y aunque al principio pensé que quizás era porque era muy bonita acabe dudando en que, en realidad, ella estaba enamorada de ella o al menos le gustaba.
- Tu... ¿cómo? – Sonreí feliz, pues no lo había negado.
- Soy muy observadora, es mi trabajo.
Era una bocazas, ¿qué trabajo voy a tener yo? Si, era la protectora, pero eso no podía decírselo.
- Soy lesbiana. - Dijo timida.
- Y yo leo. - Ambas nos reímos, leo era mi signo zodiacal.
- ¿Por qué nunca me dijiste nada? – Me encogí de hombros.
- ¿Qué querías que te dijese? Te gustan las chicas, no es que te vayas a tirar a un caballo. – Esta sonrió por la burrada que iba a soltar. – Valen, eres lesbiana y a mucha honra, pero sobre todo eres una persona. No tienes que avergonzarte por nada. – Esta, de sorpresa, me abrazo.
Aunque al principio no le correspondí, acabe haciéndolo. Aquel abrazo me estaba diciendo a gritos que necesitaba que alguien le dijese lo que le acababa de decir.
- Gracias Ade, de verdad. – Sonríe acariciándole la espalda.
Una idea me vino a la cabeza, le separe mirándole con una gran sonrisa.
- Vayamos juntas al baile. ¡Mejor aún! Vayamos Grahem, tu y yo juntos, ¡como un trio! – Su cara se torno roja. – No pienses en porno, cochina.
Ambas soltamos una carcajada.
- ¿Qué te parece?
- ¡Maravilloso! ¿Tienes ya vestido?