La bestia siguió aporreando la puerta con fuerza.
Amely había puesto un banco pesado contra ésta para que el picaporte no cediera tan fácilmente.
Los animales desesperados solo le ponían más tensa.
Al siguiente golpe el banco de madera cayó, uno más y rompería la puerta. Pero ella ya se había hecho del trozo de hierro que dejaban junto a la chimenea y una daga de plata que había dejado a su alcance.
Los gruñidos tras la puerta hacían temblar la cabaña. Sin pensarlo más, tomó un hacha extra que Valmond dejaba en casa y lo lanzó contra la puerta. No lograría atravesarla pero el impacto fue suficiente como para que la bestia retrocediera.
Los golpes contra la puerta cesaron. Y se escuchó la carrera del animal.
Sin querer arriesgarse volvió a poner el banco y unos leños intentando trancar la puerta.
Se quedó junto a la chimenea a esperas de la bestia.
Ross estaba más tranquilo, al parecer el peligro había pasado.
Se acurruco contra el fuego cuando notó el rojo de sus manos.
Bajo la vista hacia su vestido roto por las faldas manchadas de sangre. Una fea herida comenzaba desde su muslo hasta su tobillo al igual que la tela rota.
Buscó en los viejos tarros de la cocina algo para curarse.
—Un poco de Knoblauch y Ringelblume ayudarán.
Preparo la pasta machacando los trozos de Knoblauch, despedían un olor fuerte y no muy agradable pero era necesario. La herida comenzaba a arder y se había oscurecido.
Aplicó la pasta con cuidado. Sus manos temblaban y sentía la frente sudorosa. La herida ardió como si hubiera colocado un cuchillo caliente contra la pierna.
Sin fuerzas logró poner el resto y todo se volvió negro.
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Editado: 15.07.2018