Los inviernos pasaron lentamente, y éstos le obsequiaron a Valmond y su mujer una niña que había crecido con las diez primaveras de su corta vida.
Gaely, una chiquilla que tenía el mismo color pálido de piel como su madre, el cabello tan negro como el de su padre que caía cual cortinas pesadas a los lados de su rostro. Y sus ojos, verdes como los de su madre, pero eran más claros, te hacían pensar en la hierba de las praderas.
Siempre corriendo y vagando en el bosque junto a su padre. Le gustaba acompañarle a cazar y pescar en el río.
Aunque también disfrutaba de cuidar a las ovejas, en especial a su pequeño Lamm, el cordero a quien tenía el deber de cuidar y al caballo. Y por supuesto, su abuelo le estaba enseñando el arte de la masa.
Una tarde Gaely corría por el bosque. Su capa roja era ondeada con el viento frío, recordando a todos que el invierno estaba próximo a venir y que sería duro.
Una sombra paso sobre su cabeza deteniéndose en uno de los árboles.
Se quedó mirando a las ramas con detenimiento hasta encontrar la figura del gran búho escondido, sus plumas le confundían con la corteza pero Gaely se había hecho experta en encontrarlo así como lo era para rastrear casi cualquier animal o persona, tenía un gran sentido del olfato. Algo no tan común para un humano y ni siquiera para alguien como su padre, cuyos sentidos se agudizaban únicamente al cambiar de forma.
- Eule. Qué te he visto - salto hacia la rama. - No te hagas el dormido que ya está por anochecer.
- Y tú ¿Qué haces afuera chiquilla? - la miraba con seriedad.
Eule tenía una expresión dura, parecía siempre estar enfadado o solo eran las plumas en su frente y que rodeaban sus enormes ojos oscuros.
- Estoy buscando a papá. ¿Lo has visto?
- Tu eres buena rastreando. No me hubieras despertado para tus tonterías.
- Pero tú ves mejor que yo. Y has sido tu quien me ha seguido - se envolvió en la capa al sentir el gélido viento contra la piel de sus mejias. - Y este viento no me ayuda a encontrarlo.
- ¿Qué traes en la cesta?- se inclinó en la rama como si necesitara ver mejor.
- Unos bollos. Los he hecho con mi abuelo. ¿Quieres uno?
Eule le miraba con sospecha.
- Te daré uno si me ayudas a encontrar a papá. Es importante - le apuró al ver que Eule cerraba los ojos.
- ¡SH! - la miró molesto. Volvió a cerrar los ojos y luego alzó el vuelo.- Sígueme.
Le siguió sin perderlo de vista. Hasta que se detuvo en una rama baja.
Ella buscaba al rededor con la mirada. Estaba oscureciendo pero si volvía a casa con su padre sabía que su madre no le reprenderia.
El crujir de una rama hizo que algo a sus espaldas emitiera un gruñido de advertencia. Se giró hacia los ojos amarillos que salían de entre los árboles.
Tranquila se sentó en el suelo.
" Vamos a casa papá".
Pidió la vocecilla dulce en la cabeza de Valmond.
Él miró hacia la luna creciente que ya los bañaba.
" Vuelve con tu madre" .
Ordenó la grave voz.
" Pero ..." - intentó quejarse pero al ver los dientes expuestos del enorme lobo negro decidió callar.
" Eule acompañala"
Escuchó que añadió. Se levantó del suelo con la cesta y comenzó a caminar de regreso.
Sintió como Eule le empujó levemente con el aleteo de sus alas.
Ella se apretó la capa mientras saltaba en la nieve.
Escuchó unos pasos detrás de ella. Se giró de inmediato y distinguió la figura de un hombre que desde su pensamiento le parecía ser tan alto como los pinos que habían en el bosque, tan fuerte como un roble y con el aroma que le daba seguridad.
Corrió hacia él para abrazarle.
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- Pero si Eule me ha acompañado.
- Eule ha ido contigo por qué yo le pedí que te buscara. Tu abuelo te dijo que te vinieras Gaely. Tu padre y yo ya te hemos dicho muchas veces que debes estar antes del anochecer en casa - Amely revolvía la sopa en el caldero humeante. - Ahora ve por más leña y sirve de comer a tu padre y tu abuelo.
Molesta caminó hacia el cobertizo y comenzó a cargar con la leña.
- Esa niña no se parece para nada a ustedes - se rió Adelbert afilando la navaja que siempre cargaba en su bota.
- Definitivamente no - apoyo Amely.
Valmond permaneció en silencio hasta que se levantó mirando por un segundo a su mujer antes de salir.
- Gaely.
- Ya voy. Ya voy - dejó a Lamm en el suelo y recogió de nuevo la leña.
- Ven - extendiendo su mano.
Ella lo siguió sin dudar. Miró hacia atras viendo cómo se alejaban de la cabaña.
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Editado: 15.07.2018