A través de las sombras del antiguo túnel del metro, Sofía y Lucas corrían desesperadamente, sus pasos resonando en el silencio. La angustia llenaba el corazón de Lucas mientras se alejaban de la batalla, dejando atrás a su padre, Alejandro.
"¿Estarán bien?" jadeó Lucas, su respiración entrecortada.
Sofía lo miró con ojos llenos de preocupación, pero también con determinación.
"Alejandro es fuerte, mi amor. Él se reunirá con nosotros, te lo prometo."
Lucas quería creer en las palabras de su madre, pero el miedo corroía su interior. ¿Y si esa organización lograba capturar a Alejandro? ¿Qué sería de ellos entonces?
Finalmente, Sofía se detuvo frente a una puerta oxidada, oculta entre los escombros. Tomó la mano de Lucas con firmeza.
"Escúchame, Lucas. Detrás de esta puerta hay un refugio que Alejandro y yo preparamos en caso de emergencia. Estarás a salvo allí."
Lucas abrió los ojos como platos, su corazón latiéndole con fuerza.
"¿Qué? Pero... ¿y tú? ¿Y papá? No puedo dejarlos solos."
Sofía lo abrazó con fuerza, acariciando su cabello.
"Tengo que volver por tu padre. Pero tú tienes que ponerte a salvo, mi niño. Eres demasiado importante para que te capturen."
Lucas sintió que las lágrimas ardían en sus ojos, negándose a soltarla.
"No quiero separarme de ustedes de nuevo. ¡No puedo!"
Sofía lo miró con una sonrisa triste, limpiando suavemente sus lágrimas.
"Confía en nosotros, Lucas. Volveremos por ti, te lo juro. Pero ahora debes esconderte y esperar a que vayamos por ti."
Lucas quería protestar, pero la determinación en los ojos de su madre lo hizo callar. Sabía que no tenía sentido discutir, que Sofía y Alejandro harían todo lo posible por reunirse con él.
Con un nudo en la garganta, asintió lentamente. Sofía le dio un beso en la frente y lo empujó hacia la puerta.
"Ve, mi amor. Estarás a salvo aquí."
Lucas se obligó a abrir la pesada puerta y miró a Sofía una última vez antes de cruzar el umbral.
"Los estaré esperando," dijo, su voz temblando.
Sofía le sonrió con cariño.
"Lo sé."
Cerró la puerta detrás de él, dejando a Lucas sumido en la penumbra. El niño se quedó inmóvil por unos instantes, escuchando los sonidos lejanos de la batalla que se libraba en la estación. Luego, con pasos temblorosos, comenzó a explorar el lugar.
El refugio era un espacio amplio y oscuro, con algunos muebles viejos y polvorientos. Lucas pudo distinguir algunos suministros almacenados en un rincón, lo que le dio un poco de alivio. Al menos estaría a salvo aquí, por ahora.
Encontró una esquina relativamente limpia y se sentó, abrazando sus rodillas contra el pecho. Su mente era un torbellino de emociones, desde el miedo por el destino de sus padres hasta la frustración por no poder ayudarlos.
"Papá... Mamá..." susurró, deseando con todo su corazón que lograran escapar a salvo.
Pasó el tiempo, minutos que se convirtieron en horas, y Lucas permaneció en su rincón, escuchando en silencio. Finalmente, un sonido proveniente de la puerta lo hizo incorporarse de un salto, con el corazón latiéndole con fuerza.
La pesada puerta se abrió, y Lucas contuvo el aliento, esperando ver el rostro de Sofía o Alejandro. Pero en su lugar, una figura alta y delgada apareció. Lucas retrocedió, un gruñido gutural brotando de su garganta.
"No temas, Lucas. Soy yo, Alejandro."
Lucas parpadeó, sin poder creer lo que veía. Su padre, lleno de rasguños y con la ropa rasgada, se acercaba a él con una expresión de alivio.
"¡Papá!" exclamó Lucas, lanzándose a los brazos de Alejandro.
Alejandro lo envolvió en un fuerte abrazo, sus ojos brillando con emoción.
"Estás a salvo. Gracias a Dios."
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Editado: 16.05.2024