El mundo de la inconsciencia era lo más fantástico que podía haber deseado en esos momentos; sin sueños, sin pesadillas, sin alucinaciones, sin experiencias trascendentales. Un mundo único y exclusivo para mí. Algo que extrañaba después de no días, no semanas, ¡años!
En medio de la silenciosa oscuridad que me rodeaba, un punto distante de luz blanca empezó a palpitar y con cada segundo se iba acercando poco a poco hasta hacer que abriera los ojos de golpe.
Mi habitación seguía igual que siempre. El despampanante estilo gótico que cargaba puesto en mi sueño había desaparecido y mi camisón rosa pálido (que no dejaba casi nada a la imaginación) había vuelto a su lugar. Todo estaba a cómo debía estar exceptuando por una sola cosa: en el dorso de mi mano izquierda había una estrella de cinco puntas tatuada sin ninguna explicación. No tenía ni la más mínima idea de cómo había pasado. Ni siquiera en mi sueño lo tenía, entonces ¿Cómo lo obtuve?
— ¿Dormiste bien?
El alma se me fue del cuerpo en cuanto escuché la voz de Drew viniendo del sofá. Más roja que un tomate no podía estar.
— ¡Drew! ¿Pero qué carajo haces aquí? —Crucé los brazos sobre el pecho. — ¿Estás demente o qué te pasa? ¡Psicópata! ¡Depravado! —Le arrojé las almohadas (una por cada palabra) y estuve a punto de lanzarle el reloj a la cabeza cuando me detuvieron sus excusas.
— ¡Fer...Fer! ¡Espera! ¡Acabo de llegar!
— ¿Y eso qué? ¡Que no estuvieras allí toda la noche no significa que no hayas intentado nada! —Estaba realmente más que furiosa deteniendo el reloj en mi mano preguntándome ¿por qué no le he partido en dos la cabeza a este degenerado?
—Anoche estabas demasiado confundida como para entender bien las cosas y...
Su pequeño discurso me hizo recordar todo lo que había creído ver y oír la noche anterior. Una escena de terror pasó en menos de un segundo en mi mente. Las alucinaciones, las pesadillas, el vestido negro, mi camisón, el tatuaje... solo podían tener una explicación razonable la cual le grité, aún más enfurecida que antes y a punto de llorar mientras el reloj que sostenía en mi mano tomaba como punto de impacto la cara de Drew.
— ¡¿Me drogaste?! ¿Todo este tiempo me has estado drogando...?
A pesar de mi estado colérico, el sentimiento que le seguiría no tendría comparación. El reloj usado con intención de arma para homicidio premeditado no colisionó contra ningún aspecto de Drew, sino contra el suelo, convirtiéndose así en mil pedazos.
¿Pero qué...?
Me quedé inmóvil, casi sin respirar. El corazón me empezó a latir cada vez más rápido, a la vez que una oleada de pánico se incrusto en lo más profundo de mi osamenta ¿El motivo? Que Drew en un momento desapareció dentro de un destello verde esmeralda para esquivar el ataque del reloj, y medio segundo después, sus brazos estaban situados alrededor de mi cintura. — ¿Sabes? Ahora me caes aún mejor —susurro en mi oído.
— ¿Cómo es que...?
—"Las cartas están jugadas, las barreras de tu mente olvidaras y en el tiempo te detendrás".
Me convertí en gelatina tras escuchar estas palabras. Comencé a recordar todos y cada uno de los sueños que había tenido durante los últimos días, pero en especial aquel en donde tuve mi primer encuentro con el disqué "primo" de Drew. La voz hipnótica susurrándome al oído aquella vez había sido similar a la de Drew, pero con una ligera diferencia. Aunque Drew hacia que me derritiera hasta los huesos, Leo produjo en mí una sensación quizá aún más fuerte que las metanfetaminas (según descripciones que escuchaba antes con chicos de la prepa que las usaban), no solo en el cuerpo sino también en lo más profundo del alma.
De repente me di cuenta de algo. Mi cuerpo se encontraba inerte. No podía mover un dedo y tampoco hablar fácilmente.
¿Era enserio? ¿Esa era la forma en que conquistaba a sus víctimas?
Una enorme corriente de ira empezó a recoger mi cuerpo mientras Drew reía por algo evidentemente muy divertido.
— ¿Sabías algo Fer? Nunca me había topado con una Hanyou tan resistente al hipnotismo de un Strigoi.
Genial. Ahora quería meterme a su equipo de locos.
—Tengo una teoría: En tus venas debe correr sangre combinada de Yökai y Hanyo, por lo que también se le hacen más fáciles las cosas al Shinda.
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Editado: 23.02.2019