Dios instruyó a Moisés sobre la pureza en el campamento de Israel, ordenando que aquellos con enfermedades de la piel, flujos o impurezas ceremoniales fueran sacados del campamento. También estableció un proceso para resolver conflictos matrimoniales causados por la infidelidad. Si un hombre sospechaba de la infidelidad de su esposa, la llevaba al sacerdote, quien realizaba un ritual para determinar su culpabilidad. La esposa tomaba una ofrenda de cebada sin aceite ni incienso, y el sacerdote realizaba un procedimiento que involucraba agua amarga y una maldición. Si la mujer era culpable, sufriría consecuencias físicas; si era inocente, sería bendecida. Este ritual servía para resolver los casos de infidelidad y proteger la pureza en el matrimonio.