En Deuteronomio 13, se advierte contra la idolatría y la influencia de falsos profetas o personas que realizan señales y milagros para desviar al pueblo de Dios hacia la adoración de otros dioses. Se les ordena no seguir a estos falsos profetas y no tener compasión de ellos, sino que deben ser ejecutados. Incluso si la persuasión viene de seres queridos, la respuesta debe ser firme: no permitir la adoración a otros dioses. Si alguna ciudad se desvía hacia la idolatría, debe ser destruida por completo como castigo, y todo el botín debe ser quemado como ofrenda al Señor. Solo si el pueblo obedece los mandamientos de Dios y sigue su voluntad, él mostrará compasión y misericordia hacia ellos.