Tierra de Fuego, Argentina: 23 de marzo, 2001.
Era una mañana nublada, cercana a la comuna de Primavera, comuna chilena de la provincia Tierra del Fuego, cuando Rutilio Calderón, ciudadano yagán de la provincia argentina de Tierra del Fuego, recoge los materiales de construcción para empezar el largo retorno a su hogar. El fumar un cigarrillo ya terminando su jornada, y tomándose el último sorbo de mate creado por uno de sus compañeros. La alarma delataba que su horario había terminado y no había horas extras ya que el gobierno del ex-presidente Patricio Aylwin, aboliera las horas extras en todas las empresas. Ya eran las 6 de la tarde y el trayecto de casi 3 horas en la carretera, llegar agotado a su vecindario y caminar dentro de 20 minutos de camino a casa, saludar a los vecinos y preparar la comida y leer el árticulo que el presidente de facto de Argentina, Jorge Horacio Videla dictara otra ley de amparo para seguir sacando los recursos de aquella tierra suramericana. Ya van casi 40 años desde que la junta militar llegara al poder y combatiera las fuerzas comunistas del grupo Montoneros y la ideología marxista del ERP, FAP, FAR y la FAL, siendo todos aniquilados a finales de la decada de los 70.
El soltar un tono de asco en cuanto al artículo e tirar el periódico a la basura o hacerlo cubrir la orina del perro que guarda su casa, otro dilema muy desinteresado se diría. Y hace diez años que Rutilio no visita a sus allegados en Río de la Plata. Ya los chequeos militares están armados hasta los dientes, después que Argentina perdiera la Guerra con Inglaterra. La paranoia de estar vivos en estos tiempos es lo mas memorable que se podría apreciar. Mercedes Sosa continuaba en su largo exilio en Europa, mientras que la religión llegó a ser el magno enemigo del gobierno, como se había convertido hace varios años. EL salir de casa y caminar por el viejo vecindario Echeverría, legendario por las viejas historias de las disputas entre los yaganes y los exploradores europeos, que también ha servido de albergue de varios exiliados nazis y desidiados políticos de Argentina.
Rutilio camina por los acaudalados apartamentos del área, como suele hacer los 5 dias de la semana, los otros dos los monotoniza de fumarse un cigarro en un bar al que frecuenta ir. De pasar a saludar a Romina, la octogenaria señora que sirve como cámara de vigilancia en cuanto se arme alguna cosa, mala o buena en el vecindario. Seguir caminado hasta llegar al viejo puerto del área, y ver las mismas estrellas que componen la cintura de Orión, el mítico cazador de las viejas mitologías. El soltar un viejo suspiro, perfumado por la nicotina seca del cigarro que se acaba de fumar en su caminata, y ver las mismas aguas que hacen frontera con su vieja nación. El Estrecho de Magallanes, nombrado despues del navegador que encontró su desgracia en manos del ejercito de Lapu Lapu, servía como mantel económico, entre ambos paises de la región. Rotilio sigue su caminata, hasta llegar al último puerto de la zona, que estaba 1 kilometro cercano a las costas, se quita sus viejos zapatos y sumerge sus piés en la fría agua. EL siempre pensar en su cálida niñez en Mendoza, corriendo en el campo con sus primos y allegados antes que estallara la Guerra Sucia, ver a la abuela preparar la comida de los nietos y el mate a sus hijos, ver a sus tíos hablar de política sin tener miedo de encontrarse con las desaprensivas fuerzas del orden, y de como perder la virginidad en esos años mientras escuchaba una y otra vez "Muchacha, ojos de papel" de Luis Alberto Spinetta. Lo que era feliz en sus días, se ha vuelto crudo por el régimen de la junta militar.
El reflejo ondulado de la luna, que seguían las diminutas estrellas que marcaban la cintura de Orión, se perdían en el azul oscuro del agua, mientras los piés disimulaban dibujar un bozeto en ella. Un trozo de madera tropieza con la pierna izquierda, provocando que detuviera su viejo pasatiempo. Recoge el pedazo de madera y mira hacia el puerto, para ver si hubo algo que se desprendió, pero a pesar que el puerto sea viejo, siempre le dan el mantenimiento necesario. Al voltear su mirada frente al mar, se sorprende al ver otros pedazos de madera similares al que tiene en mano que vienen de las mismas costas. No habían notificado de nuevas embarcaciones o de suministros enviados por el gobierno, él estaba con dudas y con el miedo de que apareciera algún oficial y epezara a hostigarlo. Se pone los zapatos con los pies mojados, y se dirige hacia las costas por donde los pedazos de madera aparecieron. En el trayecto, da tropiezos con las piedras y con varias ramas localizadas en el área. AL cabo de 15 minutos arriba al arrecife de las costas y se sorprende de ver una pequeña embarcación destrozada por las piedras.
Dicha embarcación no tenía suministros en los que el pudiera saquear, para llevarlos hacia el vecindario. Estaba completamente vacía como si la hubieran saqueado recientemente. El color marron desgastado por el agua, había borrado por casi completo el nombere de la embarcación, para la decepción de Rutilio. Sigue viendo la embarcación, que es algo antigua para la época, pues también delataba símbolos que no pertenecían a su etnia. El se decide bajar hacia la embarcación para ver que más podría ver. Al llegar a la embarcación, ve un pequeño bulto amarrado con una tela de lana, con una flor dibujada en el medio. Decide coger el bulto, pensando que había dado un golpe de suerte y justo cuando se iba, ve un pedazo de la embarcación no a lo lejos, que tenia parecido a la proa de los barcos. Frunciendo el ceño de su desgastada frente, divisa la figura de una persona, inconsciente, apoyándose de dicho pedazo. Deja la mochila en el suelo y se dirige nadando hacia el área.