Escucho la alarma sonar haciéndome soltar un gruñido. La alarma no tendría que sonar el sábado cuando no teníamos clases. Estiro mi brazo para alcanzar el reloj pero antes de que pueda apagarla, Kally ya estaba ahí.
—Anda, tenemos que levantarnos —dice soñando emocionada.
—¿Tenemos? —preguntó confundida mientras me estiro ligeramente evitando volver a caer dormida.
—Sí, tenemos —replica con voz autoritaria quitándome las cobijas—. Tú habías dicho que usarías todo el día de hoy para practicar tu rutina que presentarás esta tarde.
Suelto un gruñido de frustración dejando caer mi cabeza contra la almohada.
Había olvidado que tenía que pensar en una coreografía para hoy. Además, tenía que calentar para poder ser capaz de seguir el ritmo a los ejercicios que nos pudieran poner.
—Vamos Ari —se queja Kally moviéndome de los hombros—, incluso saldré a ayudarte y acompañarte en lo que vayas a hacer.
La miro viendo cómo sonríe y sé que está haciendo esto por mí; en realidad ella podría despertarse a cualquier hora y no tendría problemas, pero era yo la que se tenía que levantar y ella me haría compañía.
—De acuerdo —gruño entre risas.
En cuanto lo digo, Kally me sujeta de las manos y me jala para levantarme.
Me apresuro al armario buscando algo con lo que vestirme para entrenar, podría bañarme después de terminar de perfeccionar mi rutina. Termino decidiéndome por un leotardo color rosa y unas mallas color blanco junto con una falda rosa holgada, calzándome unos tenis simples guardando mis zapatillas y protectores en un bolso.
Salgo del cuarto encontrándome con Kally recargada en la pared del pasillo, puedo ver que hablaba en serio cuando dijo que vendría conmigo, pues tenía puesto unos leggins azul marino y una playera de un equipo de americano. Cuando me ve sonríe en mi dirección hasta que ve mi ropa.
—¿Entrenas con esa ropa? —pregunta confundida ladeando la cabeza robándome una risa.
—Sí, es lo que normalmente uso —respondo divertida al ver su reacción—. Es ballet, no americano —digo sonriendo caminando hacia las escaleras.
—Lo sé, pero me parecería mejor si usarás algo más libre —dice con duda señalando mis mallas.
—Si quieres puedo ir a cambiarme —digo a modo de broma simulando volver al cuarto.
—No, no, no —exclama tomándome del brazo haciéndome caminar en dirección contraria—. Te ves bien y si te sientes cómoda, entonces está perfecto —dice con una enorme sonrisa, haciéndome sonreír de vuelta.
Ambas bajamos las escaleras y Kally se adelanta a comprar algo de tomar para las dos. Me quedo cerca de la puerta esperándola cuando siento dos manos en mis hombros asustandome. Rápidamente doy media vuelta encontrándome con Caitlyn partiéndose de la risa.
—No es gracioso —me quejo cruzando los brazos enfrente mío.
—Claro que sí —replica entrecortada sin poder dejar de reír.
Me quedo viéndola frunciendo el ceño esperando a que pare de reír. En un momento, me voltea a ver y deja de reír lentamente.
—Perdona, me pareció divertido —puedo ver cómo muerde su labio evitando volver a reír pero parecía ser sincera con su disculpa.
—¿Qué haces aquí? —pregunto queriendo cambiar la conversación.
—Vine porque Kally me lo pidió —frunzo el ceño confundida por su respuesta. Rápidamente, ella se apresura a explicar—. Ayer en las pruebas, ella me vió y creyó que podría ayudarte hoy para tu presentación de la tarde.
Muerdo mi labio con duda. No me disgustaba si me ayudaban con la coreografía, pero sentía que tendría que ser algo más personal. Aunque me agradaba la idea de tener amigas que se preocuparan por mí.
Escucho pasos detrás mío y ambas volteamos para encontrarnos con Kally corriendo hacia nosotras.
—¡Caitlyn! ¡Sí viniste! —dice emocionada entregándonos un agua a las tres, pienso en que excusa hubiera dicho si Caitlyn no hubiera venido y tendríamos tres aguas.
—Bueno, no tuve mucha opción. Me mandaste mensajes toda la mañana que terminé sin poder dormir y decidí venir —dice bromeando con una media sonrisa.
Vislumbro como Kally se ve un poco mal por ello pero en seguida vuelve a sonreír y nos hace avanzar fuera de los dormitorios.
Avanzamos por las calles cuando caigo en cuenta que no sé a dónde vamos, aunque en un punto las calles me parecen familiares.
—¿A dónde nos dirigimos? —preguntó viendo a ambas.
—¿No te has dado cuenta? —Kally me ve con una sonrisa burlona—. Parece que el recorrido del primer día no sirvió de nada.
Intento distinguir el camino hacia donde vamos, pero es inútil. No es hasta que estamos a un lado que se donde estamos.
—¿La Plaza Blanca? —pregunto aunque ya sé la respuesta.
Sin todos los puestos de clubes que había la última vez que había venido, el lugar se veía mucho más vacío. Eso solo hacía que se luciera más la estructura del lugar y la vegetación alrededor.
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Editado: 19.08.2021