Secretos

Capitulo 3- Niñero

Será difícil acostumbrarme a la presencia constante de Noah. Estaba acostumbrada a mi casa sola y mi hermana en una guardería. Antes estaba acostumbrada a mi madre todo el tiempo en casa.
Ahora al llegar del Instituto me encuentro a mi hermana con su nuevo niñero. Ella lleva dos coletas y me sonríe desde el sofá donde esta haciendo su tarea.

—Hola, Zoey ¿¡Conoces a Noah!? —pregunta efusiva.

—Si, ya lo conozco, hola —saludo lánguidamente.

Me dirijo a la cocina a servirme un poco de té helado de mamá y comer unas galletas.
Encuentro el frasco de galletas vacío, algo que no pasaba hace mucho. Mamá siempre lo mantiene con galletas porqué sabe que las amo. Cojo mi té helado y me dirijo a la sala molesta.

—¡Te comiste las galletas! —le grito a Lussy.

—Yo se las di como premio por portarse bien y hacer la tarea sin rodeos —interviene Noah.

—¡Eran como cincuenta galletas! ¡No le puedes dar tantas a una niña!

—Le di cinco, eran las últimas.

Escucho como Lussy se hace la víctima y Sorbe por la nariz.

—No llores sin razón —sentencio hacia mi pequeña hermana.

Noah se levanta con su rostro ensombrecido y un poco encolerizado, pero no se mueve de donde está.

—No le grites más, esa no es manera de tratar a nadie, por favor anda a tu habitación y piensa en como estas tratando a tu hermana.

Por un momento su voz me hace pegar un respingo asustada, pero me repongo y sigo con mi actitud altanera.

—No eres mi niñero —me burlo, riendome en su cara.

—No, pero tu madre me dijo que te vigilará también. Así que sube a tu habitación.

—No tengo porqué hacerte caso.

Tomo mi bolso del armario donde lo había colgado y salgo de la casa. Cuando estoy en el pórtico me doy cuenta que aún llevo el vaso de té helado en la mano.

—Genial. —Lo dejo en una silla y salgo corriendo de la casa.

Camino por las calles y respiro el aire fresco, me llenó los pulmones una y otra vez intentado ahuyentar las lágrimas. Sé que soy una mala hermana, una mala hija, todo esto lo sé porque soy la culpable de que papá se fuera.

Me siento en una banca en la calle junto a un árbol. Cierro los ojos y respiro profundo.
Me relajo tanto que me quedo dormida, eso y el cansancio que mi cuerpo está sintiendo por las pastillas que uso para no dormir. Temo volver a tener pesadillas.

Abro los ojos y veo los autos pasar, pero el tono del ambiente es un color amarillo y la sensación es de irrealidad. Escucho como alguien toma asiento a mi lado. Me sobre salto al girar la cabeza y encontrarme con unos familiares cabellos canos.

—Estoy soñando —afirmo.

—Si y no mi niña —responde mi abuela con una sonrisa.

—¿Cómo así?

—Pues dejame explicarte de manera rápida, no tengo mucho tiempo. —Mira hacia todos lados—. Nosotras somos de una raza de mujeres que pueden viajar al mundo onírico.

—De ahí venían tus historias —afirmo nuevamente.

—Sí, por años tuve sueños lúcidos, el mundo de sueño puede ser oscuro y hermoso a la vez. Solo debes cuidarte.

—¿Cuidarme de qué?

—La bestia. —Me observa seria.

—¿Qué es la bestia? —pregunto.

—En el tapiz te enseña. Por detrás hay un cántico, ahora ¿Por qué estás triste mi niña?

—No sirvo para nada. —La abrazo y reconozco su aroma, flores de vainilla, olor a felicidad.

—Claro que sirves hija, todo pasará. Solo ten paciencia y mejora tu carácter, sientate derecha y come verduras.

Me río secando una lágrima.

El color amarillo empieza a desaparecer mientras que mi abuela también.

—Te amo abuela.

—Te amo mi niña. —Su silueta desaparece.

Tomo una respiración profunda y despierto. Unos ojos verdes me observan de cerca. Me alejo un poco para poder ver quien es, noto a quien pertenecen.
El que me observa con curiosidad es nada más y nada menos Nick Hallowek.

—Lo siento. —Su voz grave hace que se me ponga la piel de gallina.

—¿Tienes mucho rato aquí? —susurro.

—No, no. Solo iba pasando y te vi. Escuché que balbuceabas y me acerqué a ver que decías.

Siento como mi cara se va tornando a roja en sólo segundos.

—Y-o yo...

Cierro los ojos para intentar formular una frase coherente.

—Oye, yo te he visto antes. eres del Instituto. —Sonríe—, ¿Has estado en algún ensayo?

Asiento con la cabeza como foca.
Jamás me había planteado hablar con el en una situación similar, pero me temo que de cualquier modo hubiese sucedido lo mismo.

—Bueno me iré, se me hace tarde, tengo una grabación con los chicos. —Camina unos pasos y se voltea a mirarme con una sonrisa—, ¿Te gustaría ir el sábado a una fiesta? Estaremos tocando allí para practicar antes del baile.

—S-si quiero.

Por fin unas dos palabras juntas salen de mi boca.

—Genial —dice, sacando un papel donde anota su número—, llámame si vas, lleva unas amigas si quieres.

El se marcha con su andar característico de estrella de rock y yo me quedo sentada en la banca por unos minutos que parecen horas. Los nervios aún están en mi estómago en forma de huracán revolviendo todo por dentro. Saco mi teléfono móvil y marco una llamada en grupo a las chicas.

—Espero que sea algo importante, estoy en un club con un chico —se regodea, Camille.

Ruedo los ojos.

—Pensé que te gusta Noah.

—Oh, si me gusta, pero mientras el no cae definitivamente. Tengo que divertirme. —Escucho algo como un gemido masculino, ew.

—¿Qué pasa? —La voz de Elissa hace ver que tiene la boca llena de comida.

—¡Nick me dio su número! ¡Este fin de semana nos invitó a una fiesta! —Chillo y las chicas hacen lo mismo al otro lado.

—¿Cómo le hablaste? —Camille suena interesada.

—Bueno, es algo complicado. Me encontró durmiendo en una banca en la calle —confieso apenada.

—¡Qué! —Mis dos amigas gritan al mismo tiempo.

—Solo me senté y cerré los ojos, me quedé dormida, no me griten.



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En el texto hay: fantasia, romance, secretos

Editado: 28.11.2020

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