Secretos entre las olas

UNO

— ¡Bájale el volumen! —grita Benny en el asiento trasero.

Yo le subo un poco más, mi hermano mayor me da una mirada decepcionada de mi actitud pero no me importa. Grito a todo pulmón mientras hago fila en la carretera llena de turistas y locales, listos para quemarse la piel con los potentes rayos de Pearl Coast.

Benny estira su brazo y me da un manotazo en el hombro. —Zora, no puedo concentrarme.

“I love the way you´re breaking my heart”

Giro mi rostro y arrugo mi nariz. — ¿Quién rayos trae libros en vacaciones? Con razón no tienes amigos.

Es Justin quien me da un empujón ahora, regañándome por ser grosera con nuestro hermanito pequeño. Sacudo mi hombro y bajo la ventana para sentir el viento cálido de principio de temporada.

Justin estira su brazo y baja el volumen cuando la canción termina, yo avanzo un poco mientras veo como en el auto de enfrente llevan a dos perros en los asientos traseros. Parecen ser doberman.

—Quiero un perro —suelto.

Justin suspira, cansado de mis comentarios. Soy ese tipo de personas que puede hablar y hablar con cualquiera que le tenga confianza y eso incluye que diga todo lo que se atraviesa en mi mente sin pasarlo por un filtro. Algunas veces ser de esa manera me ha traído problemas.

Benny aclara su garganta. —No eres tan responsable para tener un perro.

Bufo. — ¿Y porque no? Se olvidan que ya hemos tenido mascotas y las cuidé muy bien.

Justin también baja su ventana. —Tuvimos dos tortugas y tú ni las cuidabas, solo les tomabas fotografías y te olvidabas de ellas —gira su rostro para ver a Ben—. ¿Por qué no llamas a mamá?

Ben no le responde pero unos segundos después escucho su voz aun no desarrollada hablando por teléfono. —Sí, aún estamos entre el trafico porque alguien decidió que quería tomar un licuado de banano antes de salir y hemos hecho dos paradas.

Ese “alguien” soy yo.

—Sí, está bien —contesta—. Sí, gracias. Te amo.

Ruedo los ojos. Mis hermanos tienen esa costumbre de despedirse de mamá diciéndole “te amo” todo el tiempo. En lo personal, lo considero innecesario. Si repites algo una y otra vez deja de tener relevancia y se convierte en mundano.

Justin sube volumen otra vez, pero no tanto como me gusta.

Mientras conduzco por unos treinta y cinco minutos más, te contaré básicamente por qué estoy en medio del tráfico con mis dos hermanos el primer día de verano.

Bien, resulta que mi mamá Lucinda Ortiz se sentó al lado de Farrah West durante el primer día de secundaria y desde entonces son mejores amigas. Ellas son ese típico cliché (¿no es eso una redundancia? Los clichés son típicos, ¿no?) Sobre dos mejores amigas creciendo y obligando a sus hijos ser amigos también.

Y en parte, funcionó.

Yo tengo dos hermanos, Justin que es dos años mayor y Ben, de once años. Farrah tiene tres hijos, Leo que es de la misma edad que Justin, Penelope que tiene quince años y Theo que es de mi edad.

Desde los 0 a los quince años he convivido con ellos. Ahora tengo diecisiete pero se mudaron hace dos años por lo que dejé de tener contacto con ellos.

No sé si realmente creyeron que nosotros seríamos tan cercanos como ellas pero fallaron con sus predicciones. Nunca me llevé bien con Penelope pues ella siempre me acusaba si hacía algo malo y eso me desesperaba. Tampoco fui cercana con Leo, quien siempre se sentaba en un rincón a leer algún libro aburrido y ni siquiera me volteaba a ver.

Aunque con Theo fue diferente. Él y yo si éramos amigos, muy amigos hasta que él arruinó nuestra amistad después que se mudara. Dejó de hablarme y asumí que nunca fui tan importante en su vida como yo pensaba.

Así que no, no me emociona estas vacaciones con los West después de dos años. No es que Farrah no me agrade, en realidad sí. Es genial, es divertida y a veces me cae mejor que mamá pero sus hijos son otra historia.

Y ahora estaré varias semanas con ellos en una misma casa.

— ¿Por qué tenemos que hacer esto? —le pregunto a Justin, por décima vez en el día.

Suspira. —No es tan malo, además ha pasado un tiempo desde que hemos venido aquí.

Recuesto mi cabeza contra el volante. —No tengo ganas de estar con ellos.

Benny habla: —Me cae bien Leo —afirma—. Lo extraño.

Por supuesto que le agrada Leo, él fue quien le hablaba sobre historia, planetas y todo tipo de cosas aburridas que leía en sus libros tontos. —Leo es un tonto.

Justin bufa. — ¿Por qué dices eso? Siempre fue más inteligente que todos nosotros juntos.

Pues por eso, es un ser humano lleno de egocentrismo que se cree demasiado bueno para hablar con gente que no lee por diversión, como yo. —Porque sí, ¿recuerdas esa vez que fue una semana entera al museo de historia? Que aburrido.

Justin resopla. —Él es así, es por eso que le va bien en la vida.

Le doy un empujón. —Tienen la misma edad —avanzo otro poco—. ¿Sigues en comunicación con él, no? Me dijiste que se encontraron en la universidad.

—Sí —responde, subiéndole el volumen a la radio—. Nunca perdimos la comunicación.

No lo sabía.

No soy una persona distante con mis hermanos pero no sé todo lo que hacen, los nombres de sus amigos y a quien le hablan y a quien no. Pensaba que después de la mudanza ellos también perdieron la cercanía con los West.

Quizás me equivoqué, quizás solo fui yo.

Lo que sí recuerdo es que Justin y Leo pasaban tiempo juntos, yo siempre estaba en algún lugar con Theo así que no puedo asegurar que hayan sido inseparables como nosotros dos pero a pesar que mi hermano era un poco más dinámico y extrovertido, solían pasar el rato siempre que podían.

Y estuvieron en la secundaria juntos, supongo que eso los unió mucho más. Ellos se mudaron cuando Leo tenía diecisiete años, después de eso no supe si Justin le hablaba seguido o si únicamente para fechas como su cumpleaños y navidad.




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