Después de esa noche tan cargada de emociones amaneció. Hice mi rutina, me vestí con un vestido rojo vino de seis dedos más arriba de las rodillas, con forma de corazón en la parte superior, sus tiros gruesos pero delicados.
Bajo a desayunar, Ares no durmió en la habitación esa noche, así que estaba mucho más cómoda. Lo encuentro desayunando y retiro mi mirada tomo, lo que degustaré, y voy a la alberca a desayunar.
Después de desayunar diré a Ares que prefiero volver a casa hoy mismo si no tiene inconvenientes. Pero parece que se me adelanta y quiere decir algo.
—Buenos días.
—Buenos días Ares, en que puedo ayudarte.
Baja su rostro de acuerdo como lo he saludado. Pero vamos no pretendía que le diera las mejores buenas mañanas.
—Sigues estando igual de molesta conmigo que como anoche verdad.
—Tienes que ir al punto—digo ignorando la afirmación que articuló—me quieres decir algo.
—Eso responde mi afirmación. Quiero que regresemos a la casa hoy, es inútil estar aquí supuestamente de vacaciones a disfrutar, como estamos en discusión y disgustados.
—Me parece muy bien, de hecho eso iba a decirte cuando terminara de desayunar, pero te adelantaste.
—Si, buen provecho—dice y se va.
Pasaron horas desde que terminé de desayunar, y estoy leyendo algo.
Una silueta tapa el sol que se asoma en mi libro, pienso que es Ares y la ignoro. En cambio cuando escucho su voz mis ojos se abrieron exageradamente.
—Verónica
—Le... Leo. Pensé que no te volvería a ver después de lo que pasó en la alberca.
—Ya ves, cuando me interesa algo voy por ello.
—Que cosas dices— sonrío nerviosa.
—Me das tu número ahora que no tienes tu admirador cuida espaldas.
—Y quien dice que no.
La voz de Ares retumba en mis tímpanos, pensando en que expresión debe de tener ahora.
—Tranquilo Ares solo es mi número.
—Claro, y me vas a decir que no notas como este descarado te coquetea y te come solo con la mirada.
—Carlos es muy respetuoso, y no, no me he dado cuenta de nada, porque estás alucinando.
—Sabes, Verónica. Ares tiene razón, y es que me gustas mucho y mirarte es una tentación muy grande.
Miro a Leo por lo lanzado que fue y no me gustó ese comentario de parte de él.
—Bueno, Leo discúlpame pero no tendrás mi número, no soy de andar regándolo por ahí, y tú eres uno más del montón.
—Hermosa, dime y que te hace pensar que de verdad me gustabas y no eras una más tú del montón de las que me quería tirar—dice grosero.
Y el impacto del puño de Ares con la mejilla y luego el tabique de la nariz de Leo me hicieron sentir bien. Por primera vez su actitud agresiva en algunos aspectos me hace sentir bien.
Pasaron horas de la paliza que Ares le dio a Leo ya estamos llegando, y de pronto el celular de Ares suena.
—Hey Bro.....Como estás.... Me alegro, yo igual.... ¿Si?..... ¿Hoy?.... ¿Ahora?.... No, no hay problemas..... Le preguntaré...... Ya..... Allá nos vemos—Me mira sonriente—Quieres ir a una fiesta en las afueras, en casa de mi amigo?
—Bueno, creo que no estaría mal ¿que hora es?
—Las ocho veinticinco.
—Por qué no. Pero iremos a la casa primero para cambiarnos de ropa verdad?
—Claro—. Responde sonriente.
Llegamos, nos bajamos, subimos las escaleras y cada uno a su habitación. Me ducho, me pongo crema, perfume y demás. Voy al clóset y busco mi mejor vestido a la simple vista.
Este consiste en un vestido liso muy elegante, con seis dedos más arriba de la rodilla, cae en cascada de cada lado y un poco más largo por detrás, con escote delantero tipo V. Unos tacones plateados con diseño cruzado, dispuse de un poco de brillo labial, rubor, rímel y sombra dorada, mi cabello caía como cascadas onduladas por mis hombros descubiertos.
Termino, bajo las escaleras y espero en el sofá a Ares. Me dispuse a ver la TV mientras tanto, hasta que Ares baja tan «Lindo» pero no iba a decírselo. Llevaba puesto un traje azul marino incluso la corbata era azul.
—Estas hermosa Verónica.
—Muchas gracias, tú igual te ves bien.
—Vamos que ya nos esperan.
—Si.
Tomo mi bolso, nos montamos y nos vamos. Mientras Ares se guía del GPS yo uso mi celular, y posteo algunas fotos que tomé en el resort.
Sin darme cuenta llegamos, un chico de unos veinticuatro, veinticinco nos recibe y parece ser el que llamó a Ares.
—Ares, hermano—se abrazan con palmadas en la espalda.
—Cuanto tiempo—dice Ares.
—Oye, y ella quien es.
—Ella es mi chica, bueno no exactamente pero algo así.
Luis ella es Verónica.
Verónica el es Luis.
—Un placer conocer una hermosa chica como tú.
—Muchas gracias, el placer es mío.
—Hey, Luis no te pases es mi chica.
—¿Lo soy?—pregunto.
—Oh, parece que la chica es liberal hermano—. Ríe abiertamente.
—Tal vez—. Dice no muy convencido.