Seducción

Capitulo 4

Alexander

24 de septiembre 2017

 

— Eres un imbécil.

Los tres comienzan a acercarse cada vez más rápido a mi, doy varios pasos hacia atrás hasta que mi espalda toca la pared de los vestuarios de chicos.

— ¿Debería tenerte miedo?

— Eso lo decidiras tu.

Uno de ellos coje el cuello de mi camisa y me alza dejándome los pies al aire, me deja caer con un gran impacto al suelo y comienzan a pegarme patadas en el estómago y en la cara.

Mi nariz ensangrentada y mi cuerpo lleno de moratones era una rutina diaria para mi.

— Ahora dime ¿Dejaras a mi hermana en paz?

— ¿Que te hace pensar eso?

— ¿Quieres sentir más dolor?

Apretó mi mano.

— No contestes mis preguntas con otras preguntas...eso es de cobardes.

— ¿Me acabas de llamar cobarde?

— Yo no dije eso, pero tu lo afirmas.

Intento ponerme de nuevo en pie.
Mientras ellos se ríen mirándome.

— De esta si te vas a arrepentir.

Por suerte para mi, justo cuando me tocaron la profesora entró a los vestuarios para ver si quedaban alumnos que no habían entrado a sus correspondientes clases.

El rostro de la profesora cambió repentinamente al encontrarme en el suelo.
Uno de los chicos intento excusarse pero la profesora no sabía reaccionar en esos momentos.

Mi cuerpo estaba en terrible tensión, sabía que si le pillaban al día siguiente sería aún peor, pero una parte de mi quería que le pillaran porque tomarían más medidas y podrían llevarlo a un Correccional. Siendo así me libraría de ellos durante muchos meses o tal vez años.

— ¿Por qué Alexander tiene en la nariz sangre y su uniforme esta rasgado? — su voz salía entrecortada, todavía no reaccionaba a lo que estaba viendo.

— Unos chicos mayores le pegaron, tristemente lleguemos tarde para detenerlo — ceden su mano para levantarme — justo íbamos a llamarte.

La profesora con la mirada cabizbaja.

— ¿Es eso cierto?

Los cuatro me miraban expectantes por lo que iba a de decir, un si o un no, cambiaría totalmente la historia pero no se cual es la correcta.

— Si

Todos dibujaron una sonrisa.

— Muy bien, Alexander acompañame a la enfermería, mientras tanto ustedes vayan a sus clases.

— Si, profesora.

La respiración constante de Malten es alterada, sus manos con algunas arrugas cojian las mías.

— ¿Quienes son los chicos que te hicieron esto?

Yo permanezca callado durante todo el pasillo de camino a la enfermería, prefiero no decir nada.

Es la primera vez que me llevan para sanarme, la profesora me deja frente a la puerta que estaba entreabierta.

Mis ojos se llenaron de lágrimas al ver a Mery, la enfermera delante mía. Ella es mi única amiga, no soy el más popular ni el más querido por la chicas.

— ¿Por qué soy tan cobarde? Tienen razón al decir que no sirvo para nada. Siento que sólo nací para que los demás desahogen su furia conmigo.

— Tranquilo, eres una persona, un chico como todos los demás — Interrumpo antes de que termine.

— ¿Un chico normal? ¿A un chico normal le pegan patadas todos los días? ¿Cuándo se dirige a alguien le reprende como si tuviera la peste?

Suspira.

— Sabes, antes me pasaba igual todos se metían conmigo, pero el mundo sigue... no se acaba, los problemas nos  persiguen y es un gran error correr de ellos porque te seguirán persiguiendo, es mejor enfrentarse hasta que desaparezca. — Acaricia mi brazo llorando.

— Yo nunca sere capaz de eso.

— Nunca digas nunca, nadie conoce sus propios límites.

La mirada de la enfermera Mery se centran en mi nariz, todavía sigue sangrando sin parar.

— Debería curar esas heridas.

Pertenecemos en silencio mientras me sana.

Nadie conoce sus propios límite...¿y si los límites no existen?

— ¿Te duele?

Niego con la cabeza.

Una chica de pelo largo castaño entra en la enfermería.

Ella, ella es la que tiene mi corazón robado. Ella es la única que puede curar la heridas más profunda que tengo, lo único que quiero eres tú.

— ¿Como te encuentras? La profesora a revisado las grabaciones de las cámaras y sabes que le has mentido...¿Porque?

Rasco la parte trasera de mi cabeza y aclaro mi garganta.

— No quiero hacerle daño a tu familia, y mucho menos a ti.

Su expresión facial se mantiene sería, sus manos tiemblan probablemente de frustración para terminar sus ojos se llenan de agua.

— Eres imbécil, que Joan Castro sea mi hermanastro no significa que tenga que cubrir sus muchos errores.

Afirmó con una sonrisa de lado.

— Abigail, sin querer me estoy enamorando de ti.

Enrolla los dedo en su delicado pelo, sus ojos se pierden en los míos.
Coje en silencio un algodón y lo frota suavemente en mi nariz, su respiración la percibo en mi boca, le miro sus labios carnosos y húmedos.

— Se que no debería hacerlo sin saber tus sentimientos pero mi corazón me lo ordena.

Sus labios y los míos se sellan durante un largo rato, la jalo hacía mi su cuerpo encima del mío en la camilla de la enfermería, nuestros labios siguen en un constante juego, encontrándose.

Eres fuego Abigail.

La enfermera, desapareció por esos momentos, pero antes de eso pude observar su cara de sorpresas que la fundió con una enorme sonrisa.

Nuestros labios se despegan por unos minutos y sólo podíamos mirarnos, sus ojos con los míos, su cuerpo con el mío, sus labios...

En esos momentos la enfermera volvió a entrar en la habitación, rápidamente Abigail se bajo de mi.

— Yo ya me iba — extiende su uniforme y se peina un poco con los dedos antes de salir — Quiero tu vida en la mía.

Nota de Autor:

¿Que os pareció el capítulo?

Este capítulo esta narrado por Alexander dos años antes de que Brando quisiera seducir a Abigail.

Jon Castro hermanastro de Abigail, en el siguiente capítulo se revelaran más cosas un poco más... ya sabéis.



#37277 en Novela romántica

En el texto hay: juvenil, romance, seduccion

Editado: 02.03.2021

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