El camino a casa fue extraño, aún no me acostumbro a ver personas desconocidas. Pero me gusta la sensación de libertad que me da la ciudad, es cierto que por otra parte tambien me retiene de muchas cosas, como por ejemplo de pasar las tarde sin hacer absolutamente nada.
No podré vivir este tiempo a costa de mi tío, es por eso que tengo que buscarme un trabajo que me permita algo de tiempo extra.
Me detengo en seco esperando la reacción de Evelyn con una cara divertida. Ella se da la vuelta sobre sus talones y me mira molesta, sin decir nada hace un gesto de cansación y se acerca a mi.
—¿Qué te pasa?— me pregunta intentando mirar donde yo sin éxito.
—¿Qué es eso?— parece una pregunta tonta porque le señaló al edificio que tenemos de frente, lleno de luces neón que se apagan y se encienden al mismo compás que la música que se escucha dentro. Es parecido a la única cafetería que había en mi pueblo, tal vez, me sentiría como en casa si consigo trabajar aquí.
—Es un restaurante con música en directo, nada interesante.
Por suerte, ella entendió a lo que me refería.
—¿Contratan a la gente por cantar?— y aquí va otra pregunta estúpida.
—No, contratan a la gente por vomitar— sonríe con sarcasmo —¿Tu que crees?
Le devuelvo la sonrisa.
—Eso seria mi trabajo ideal— digo sin darle la oportunidad de contestar porque ya estaba casi entrando en el local.
Al abrir la puerta el aire caliente que procedía de dentro me abofeteo, la temperatura de afuera era muy diferente. Comienzo andar para buscar algún propietario dispuesto a atenderme, pero parece no haber nadie, cosa que me parece muy extraño.
¿Quién dejaría la puerta abierta mientras no hay nadie?
Me siento en una de las sillas altas que hay frente a la barra que separaba las mesas de la cocina y sitio de trabajo. Detrás de mi estaba el escenario un poco pequeño pero con bonitas decoraciones en ella, la temática era vintage, algo que en su momento me pareció una grandiosa idea.
Golpeó el mármol rojo de la barra mientras espero al propietario, grito varias veces, pero aún así, nadie contesta.
Silencio.
Me levanto y me subo al escenario, ya puedo imaginarme el público obacionandome, folclóricos, y yo sonriendo mientras focos se centran en mi rostro. Varias fans se me acerca para pedirme mi número y me abrazan para que sea sus novios.
Deslizó una sonrisa de boca cerrada debido a mis pensamientos.
También pude imaginarme las linternas de los móviles balanceandose de un lado hacia otro, como luciérnagas ebrias.
—¿Hola?— suena una voz ronca que me hace volver al mundo real.
—Hola— le miró fijamente, con el fin de ver su apariencia. No es que yo sea de los que juzgan por las apariencias de los demás, pero me ayuda a saber lo tanto profesional que es.
Llevaba una camisa de botones azul, desabotonada por la parte de su cuello dejando su cuerpo un poco más libre del calor que hacía dentro. Su pelo negro está perfectamente peinado hacia atrás, cosa que ayudaba a darme cuenta de su perfilada mandibula y un pequeño mechón cayendo sobre su frente. Lucía una barba de cuatro días, pero esta cuidada.
—¿Que quieres?— pregunta agotando su paciencia.
—Quiero trabajar aquí como cantante.
Alza una ceja.
—A parte de cantar que sabes hacer— sus ojos verdes se centran en los míos.
—Tocó el piano, aunque hace años que deje de hacerlo.
El no se dignó a contestar, tan solo me hizo una expresión con los ojos señalando el piano negro elegante que tenía detrás.
Afirmó.
Al sentarme puedo sentir como las manos me comienzan a temblar y más al percibir la mirada de Evelyn, quien acaba de entrar. Pude verla minutos antes hablar con un chico, no era su novio, era alguien más joven.
Posiciono mis dedos en las teclas y comienzo a tocar seguro de mi mismo. Parecía que había nacido tocando, se me hacía demasiado fácil aún habiéndolo dejado por años. Miro por encima de mi hombro al ventanal, me había parecido ver a una chica pero no había nadie, cuando miro de nuevo a mis dedos le doy a una tecla equivocada.
Mierda.
El señor de ojos verdes formó una línea recta con sus labios, manifestando su disgusto por mi equivocación. Sus ojos buscaron los míos y yo la desvíe rápidamente.
Es impresionante, nunca antes había sentido tanto miedo por alguien, jamás fui vergonzoso pero tengo que comportarse bien ante mi futuro jefe.
—No tienes el trabajo— dijo con severidad.
Me bajo del escenario con pasos rápidos y frustrados.
—Merezco ese puesto— imitó su cara.
—No sirves para esto— una sonrisa torcida se forma en su rostro, haciéndolo lucir algo amable. Pero sabía que era falsa.
Me acerco a el para mostrar la seguridad en mi mismo que verdaderamente tengo, el era sólo un poco más alto que yo, asi que sería fácil plantarle cara. En cierto modo pienso que es parecido a mi.
—Los dos sabemos que si.
El se acerca más.
—Aún no te escuché cantar— pega un pequeño toque en mi frente.
Evelyn está aún en la entrada, mirando detenidamemte su teléfono, como si nada de esto le importará. Ella se va a uno de los asientos coloridos y se sienta poniendo un pie encima del otro, sosteniendo su cabeza con su mano.
Sujeto el micrófono delante de mis labios, aclaró mi voz y le miró directamente a los ojos. Las palabras acordé a la música de fondo salen de mi fácilmente, me acomodo en tiempo récord y comienzo desplazarme por todo el escenario. Su mirada aún estaba centrada en la mía, por un momento pude ver lo asombrado que estaba pero se desvaneció por completo en cuanto se dio cuenta de mi expresión de diversión.
Me bajo y me pongo en el mismo lugar que antes.
—Eres bueno, pero no lo suficiente.
—Te cuesta admitir lo bueno que soy.
—No tienes potencial, te falta esa chispa que hace que explote el escenario.
—¿Le tienes miedo al éxito?