Cuando era niña, recuerdo que solía esforzarme al máximo en mis entrenamientos, recuerdo como mis pulmones ardían en protesta, como mis piernas temblaban y mi corazón se comprimía cada vez que miraba algo que me aterraba y pensaba “No puedo hacerlo, no puedo lograrlo” sin embargo siempre fui capaz de superar cada uno de los obstáculos que la vida me ponía en frente y ahora la sensación es igual pero peor.
La voz de Levi cuando dijo que Jackson estaba mal, su mirada preocupada de verme, la forma en la que fue detrás de mí ahora que estoy corriendo dentro de la casa para verlo, me hace temblar del miedo al pensar en qué clase de cosa pudo pasarle a Jackson, a mí Jackson.
Los pasillos de la casa y las habitaciones son tan hermosas como las recordaba en mi niñez, puedo reconocer varios rostros al pasar de las mujeres que hacían el aseo o de los mil guardias que hay repartidos en toda la casa que veo ahora son más, sin embargo yo me dirijo al salón principal donde sé y estoy segura que se encuentra el hombre que he estado esperando por años, el hombre que no importa si ha perdido las piernas, los brazos, los ojos o ahora es mudo, ciego y manco, porque él es el hombre que elegí para toda mi vida desde que tenía cuatro años, porque él estará seguro una vez que esté entre mis brazos.
El corazón me late a mil por hora cuando finalmente entro al salón principal, tan solo fueron unos cuantos metros pero para mí fue toda una carrera cuando finalmente entro al lugar y me detengo en seco al ver lo que tengo frente a mí.
Mis padres se encuentran alejados el uno del otro en el salón principal a mis lados, mirándome atentamente pero sin decir absolutamente nada, solo observando, como si estuvieran esperando una reacción de mi parte, puedo ver al tío Levid al lado de un rubio muy alto con el cabello corto ahora, poniendo una mano sobre su hombro como si le estuviera dando apoyo, sin embargo su mirada es dura, no es una mirada que le dieras al hijo que no has visto en tres años y que tuvo peligro de muerte, sino una que le das a un hijo pidiéndole con la mirada que deje de hacer travesuras o tendrás que castigarlo, pero nada de eso me importa ahora.
Mi corazón se ha alojado en mi garganta cuando reviso de pies a cabeza a aquel hombre que me da la espalda, tiene ambas piernas y ambos brazos, no parece tener nada fuera de lo común de espaldas a como lo recordaba más que ahora es más musculoso de lo que soy capaz de recordar y cuando sonrío y este da la vuelta poco a poco para quedar cara a cara a mí, siento como todo explota en mi interior.
Esos ojos castaños tan claros casi miel me miran atentamente cuando yo sonrío de oreja a oreja, ni siquiera me detengo a mirarlo, ni siquiera espero a que termine de girarse, yo simplemente corro hacía él con lágrimas en los ojos y me lanzo a su regazo sin poder evitarlo, sintiendo finalmente aquella piel que tanto anhele tener entre mis brazos por tanto tiempo, sintiendo finalmente el calor que aquel cuerpo emana y ese dulce y varonil aroma tan propio de él.
El tío Levid se aleja un par de pasos cuando mis brazos rodean el cuello de Jackson, las lágrimas no se hacen esperar y mis sollozos se vuelven cada vez más fuertes cuando finalmente encojo mi rostro en su cuello.
-Jackson…- murmuro en un susurro, dejando su nombre flotar en el aire finalmente, sintiendo como mi corazón se encoje y aquel peso que no sabía que estaba cargando, finalmente se aleja de mí- No sabes cuánto te extrañé- le aseguro.
El cuerpo de Jackson se ha tensado ante mí, puedo ver como todos miran atentamente lo que está sucediendo mientras yo lo estrujo contra mi cuerpo y él simplemente se queda estático, parado como una estatua y mirando al frente, sin siquiera mirarme lo cual me alerta en ese momento.
Me alejo un poco de él y lo miro fijamente a los ojos asustada ante esa reacción tan anormal en él, ante no recibir ese regaño de siempre por lanzarme a sus brazos sin su permiso y entonces es cuando noto que es lo que está mal.
La mirada de Jackson ya no es la misma mirada juguetona y arrogante que siempre solía tener, su mirada parece nublada y mira atentamente al frente como si estuviera pensando en su vida entera por lo cual yo pongo una mano en su mejilla y aterrada lo llamo por su nombre una vez, dos veces pero nada parece surgir efecto.
Las lágrimas llenan mis ojos cuando noto esto, el tío Levid pone una mano sobre su hombro y trata de alejarlo de mí pero no se lo permito y yo pongo una mano sobre la suya para alejarlo.
-No lo intentes siquiera alejar un centímetro de mi persona- le reprocho cuando este vuelve a intentarlo y me mira.
-Giselle, Jackson necesita un respiro- me hace saber en tono de regaño, no como mi superior, sino como mi tío, pero yo, necia y testaruda niego con la cabeza y me aferro a Jackson por la cintura.
-No- gruño como única respuesta.