—¿Acabas de decir Nephilim? Pero, ¿cómo es posible? ¿Entonces mis padres no murieron en un accidente de coche? —me alcé de golpe de la silla, pero por su cara supe que me había ilusionado demasiado rápido.
—Sí que murieron, pero no podría decirte como pasó lo de tu madre, y de tu padre solo sabemos que fue asesinado por unos demonios, desconocemos porqué —se dio la vuelta, estaba evitando mirarme.
—¿Él era un ángel, no? —asintió poniendo sus manos sobre mis piernas, intenté sonreír para que no se preocupara por mí. Era demasiada información de golpe.
¿Entonces yo no era humana? Por una parte no me esperaba todo esto, que Caleb tampoco lo fuera, que unos seres quisieran matarme...Pero por otro lado siempre supe que yo no era normal, era como que algo dentro de mí me lo decía o más bien gritaba. Solo tenía trece años cuando comencé a buscar como si nada cosas sobre este tipo de seres, nunca se lo dije a nadie, ni siquiera a Madison, no quería que pensara que estaba loca. Pero sentía que no pertenecía al mismo mundo en el que vivía ella. No encajaba por ningún lado, era como una pieza de puzle que sobraba. Ahora que sabía parte de la verdad, era como estar viviendo en un típico libro de fantasía juvenil. Entendí porqué Caleb hizo lo que hizo, solo estaba intentando protegerme a mí y a Sharon. Si seguía al lado de ella y algún demonio intentaba hacerme algo, ella podría salir herida.
—Físicamente puedes parecer humana —siguió contándome —pero eres demasiado ágil y flexible. Recuerda tus años de animadora, desde el día uno ya superabas a la capitana y en defensa personal siempre acababas dejando al profesor en el suelo, ¿de verdad no te oliste algo? —Me mantuve en silencio, ¿debía decirle que sí que pensaba que no podía ser una simple humana? —Pues nadie podía explicar como una niña de doce años con solo unos meses de prácticas había inmovilizado a un hombre que la sacaba dos cabezas, y ya no digamos del peso.
—Lo recuerdo, ese momento fue muy cómico —comencé a reír y noté como toda la rabia que tenía hacia él, desaparecía.
—Selina, aparte de querer protegerte, te traje también porque debes entrenarte. Como Nephilim debes tener un entrenamiento eficaz para saber defenderte en caso de que yo no esté —lo último lo dijo con una voz más seria. Me levanté de la silla y me abrazó fuertemente. Me encantaban sus abrazos porque podía sentir la seguridad de alguien que nunca me había fallado. Aunque me hubiera ocultado cosas en este tiempo.
—Tengo muchas preguntas, pero ahora mismo solo quiero hacerte una. ¿Es normal qué los Nephilims tengan deformaciones? —tenía intriga por lo que vi en Sandy.
—No lo es, simplemente que los que viven aquí tienen deformaciones de nacimiento. Sus madres fueron mordidas por demonios cuando estaban embarazadas y eso derivó en que estos nacieran con algún tipo de parecido al ser que se alimentó de la sangre de su progenitora. Y bueno, digamos que llamaban bastante la atención entre los humanos, aparte de que fueron abandonados. Así que me ofrecí a cuidarlos, no tengas miedo, son todos muy amables, aunque con Sandy a la que solemos llamar abuela, es con la que más cuidado debes tener si la enfadas, tiene bastante carácter. Por cierto, por respecto, no la mires al tercer ojo.
¿Así que no era tan buena como parecía? Preferí no enfadarla, no quería averiguar cómo era cabreada.
Volví a mi respectivo cuarto después de la charla, dejando a Caleb en la sala. Puse la hora del móvil bien y me tumbé en la cama boca arriba, Shadow se subió sobre mi estómago y comenzó a maullar. Mientras volvía a la habitación me lo había encontrado paseando por el pasillo. Me le quedé mirando a sus enormes ojos anaranjados, era parecido a una pantera, pero en pequeño y gordo. Le acaricié y comenzó a ronronear, ahora sí que vivía como un rey.
El día se me pasó volando, me había tirado todo este en la habitación leyendo un libro que me había traído de casa. Aún no conocía a todos los que vivían en el castillo y Caleb no se había molestado en presentármelos, por lo que no tenía con quien pasar el rato o hablar.
Y como si alguien hubiera oído mis pensamientos, dieron unos golpes a la puerta llamando mi atención y la del gato. Me incorporé y vi a una muchacha pelirroja, era muy bonita, y creí que era humana o al menos una Nephilim sin rasgos de algún demonio, pero cuando se acercó pude ver que exactamente era como la anciana y el niño del bosque. Sus ojos eran amarillos y sus orejas largas y puntiagudas, parecía una ninfa.
—El señor Caleb me dijo que la avisara de que la cena estaba lista —parecía una criada, o más bien lo era por como hablaba y vestía. Su ropa era similar a la de Sandy y aquellos niños.
Apoyó sus manos en la tela gris de su vestido y entrelazó sus dedos, después hizo algo parecido a una reverencia y se dio la vuelta para salir del cuarto. Parecía ser una chica tímida y la más cercana a mi edad.
—¡Espera! ¿Cómo te llamas?
Necesitaba alguna amiga aquí, y sabía que ella y yo podríamos llevarnos bien, después de todo, no había visto a ninguna chica más por el castillo, a parte de la anciana.
—Me llaman Kim, señorita.
—Por favor tutéame, llámame Selina o por algún diminutivo de este —la sonreí amistosamente y está también lo hizo —¿Podrías decirle a Caleb que no tengo hambre? —Kim solo asintió y salió de la habitación.
Era viernes, a estas horas yo tendría que estar... ¡El trabajo! ¡Madison! Se me había olvidado por completo. ¿Qué les habrían dicho al gerente y a mi amiga sobre mi repentina partida? Ni siquiera me había dado tiempo a responder a esta sobre lo de irme con ella fuera de Detroit.
No sabía cuanto tiempo estaría en este lugar y aún no había salido ni a la calle, ni a investigar el castillo, ya que le había dicho a Caleb que lo haría por mí misma. Seguramente mañana lo empezaría a hacer, no me pensaba quedar en la habitación encerrada y sin mover ni un dedo. Porque para ser sincera, no tenía muchas ganas ahora mismo. Mi cuerpo aún se estaba acostumbrando al cambio de hora, eran tantas de diferencia que mis horas de sueño se habían cambiado de golpe.