Seltec

Capitulo V: El sueño.

Un caballero, vestido con harapos y unas lanzas que destilaban luz con cada choque de balas que deban en ellas. Se movía entre una multitud de personas que parecían mendigos por los ropajes que llevaban puestos. Un chico con una cabellera blanca completa, una cicatriz en su ojo derecho, algo delgado, con mucha habilidad para desviar e incluso parar completamente una bala de esa forma. Dio un grito de guerra antes de arremeter con lo que parecía ser un guardia de Tecnotopia. Un Cyborgs. Luego de clavar la lanza en su pecho, dispuso a correr hacía las líneas enemigas con ímpetu y sin ser rasguñado siquiera por una bala. — ¡Mueran!... ¡ESCORIAAAS! — Dicho esto, lanzo una de sus lanzas a un meta humano que disponía a controlar unas torretas de asalto. Le dio justo en el pecho. Justo en ese momento Maxwell se despertó cayendo de la cama y escuchando el sonar del despertador. 

— ¿Qué?... ¿Fue eso?... — Dicho esto, dispuso a levantarse y hacer la rutina de la mañana para ir al colegió. 

Justo después del almuerzo el joven Max se encontraba nuevamente con sus amigos en una típica reunión en el cafetín, mientras hablaban y se distraían un rato. 
Este por otro lado estaba completamente consternado por el sueño que había tenido. ¿Qué había sido eso?, se decía así mismo en su cabeza, mientras jugaba con su comida. Sin duda, habían sido difíciles días para el joven. 

— Max... ¿Te encuentras bien? — Fue lo que escucho decir a Cristine. Este la observo por varios minutos y a sus compañeros, para luego agitar su cabeza y sonreír. — Lo lamento chicos... Estoy un poco distraído... Solo... Solo voy a... Dar una caminata por el colegio... ¿Vale? — Sus compañeros quedaron consternados por las acciones del joven Maxwell. Pero le dieron mera importancia, ya que estaban en un tema de conversación "muy interesante" 
A todo les dio igual, excepto a Cristine. 

Max se levantó, tomando la bandeja entre sus manos y llevándola luego hasta los desperdicios. 
Emprendió su caminata hasta su casillero. Dejo reposar su cabeza contra este y musito bajo — ¿Qué demonios se supone que soy?... Desde que mi abuelo me dijo eso... — Sus balbuceos fueron interrumpidos por la voz de Cristine, el cual lo estaba llamando. 

Su mirada se posiciono sobre ella y trato de comportarse lo más "normal" posible frente a ella. — ¡Max!.. — Exclamaba Cristine, mientras se le acercaba a él.


— Oye... ¿Te sucede algo?... Estos días te he notado... Cabizbajo, ¿Tienes algún problema?, anda, puedes decírmelo... Soy tú amiga, ¿No?... — 
Esa sonrisa tan radiante y esplendorosa que mostraba Cristine, hacía el joven Max diese una sonrisa algo nerviosa.

— Tengo un problema muy grave... Y no puedo contarte... Porque ni yo... Tengo solución para ello. — Dicho esto, Max suspiro y obvio completamente la sonrisa que aun tenia Cristine. Pues la de él, ya había desaparecido. 


— Pero.. Puedes desahogarte conmigo... Puedes decirme y buscaremos solución a esto juntos... ¿No lo crees? — Esa sonrisa aún se dibuja en los labios de la chica. Sus manos acariciaron con suavidad las hebras del joven. Como reconfortándolo un poco. 
 

—Pues... No estoy seguro de ser yo... No estoy seguro de esto... No estoy seguro... De que lo que estemos viviendo sea real... ¿Alguna vez has escuchado de...? ¿Selvetica? — 

Cristine estaba algo confundida, pero no por ende iba a quedarse con los brazos cruzados, así que supiese de lo que estaba hablando o no, iba a comentar. 
— No importa... Casi siempre tenemos dudas existenciales en nuestras vidas Max... Tal vez porque somos una sociedad dirigida de una forma más formal y... Monótona... Pero puedes conseguir rarezas en cualquier lugar... Como en tú luna; ¿Selvetica?... ¿Qué se supone que es eso? — 

Como era de esperarse, nadie sabía sobre la guerra que aun batallaban los de afuera. Sabían muy bien que hubo una guerra hace mucho tiempo, pero luego de al división, todo había quedado en paz. Al menos eso creían la mayoría de las personas de Tecnotopia. 

— Eso es... — Iba a explicarle, pero mejor se ahorró todo eso y dispuso a sonreír nuevamente. Una sonrisa hipócrita, pero que de igual manera, se veía real. — Sabes... Tienes razón... Lo que dijiste... Perdona por dejarte así y a los chicos también... Pero aun debo pensar algunas cosas... ¿Podría solo ir a caminar mientras a un tenga tiempo? — Musito. 

— No pasa nada Max... Y sí claro... Caminar te ayuda a despejar la mente. — Asintiendo, se despidió del joven, regalándole un pequeño beso en su mejilla.

"Es una gran chica..." Fue lo que puso a pensar Maxwell luego de aquel beso. Luego ambos convergieron en caminos. 
 

El chico iba algo despreocupado, con sus manos entre sus bolsillos y mirando al suelo. "¿Cómo haré para salir de aquí?... Si ese es mi destino,¿Cómo le hago para irme?... Aun no encuentro la manera de irme... Sé que es un viaje sin retorno y dejare a todas las personas que quiero aquí... Pero sí... ¿De mi depende la felicidad de todas las personas fuera de Tecnotopia?" Este se imaginó las catástrofes que debía vivir la gente de afuera de esos muros. Que lamentable. 

De un momento a otro le llego una idea a su cabeza. — ¡A la biblioteca! —Exclamo al aire, mientras varias personas se le quedaron mirando. 
Este emprendió una corrida rápida hasta la biblioteca. Iba a leer los libros de historia antigua, los cuales tenían hojas de papel aun. Y algunos sobre la tecnología que implementaban en la ciudad. 

Luego de faltar a clases y horas y horas en la biblioteca, este encontró unaparte importante de la historia. — Hermandades... Meh, me da igual. — Pero como de costumbre, la obvio. 

Al llegar a los libros más avanzados, los cual ni necesitaba leer, vio que estaba compuesto el "muro" que rodeaba Tecnotopia. 

"Un compuesto de magnético que repelía todo aquello que quisiese entrar, pero que no lo hacía con aquello que quisiese salir." Esto era sumamente relevante para él chico. Puesto que este era su boleto de salida. Tan solo traspasar ese campo y luego vivir su destino. Sí, el chico pensaba que era tan fácil.

— ¡Lo tengo!... Necesito una motocicleta... O tal vez un transbordador pequeño... O tal vez... ¡Un Razer Air!... Espera... ¿De dónde poder sacar el dinero para comprar esas cosas tan costosas? — Hablaba consigo mismo, dándose, él mismo, problemas para irse. Que irritable era serél. 

Al final del día toco irse solo a casa, casi era de noche. 
Al llegar, pudo presenciar que su madre estaba junto con Cristine. Ambas se notaban muy preocupadas. 
— ¡¿DONDE ESTUVISTE?! —Exclamaron ambas al ver entrar al muchacho. Este hizouna típica expresión de culpa. Posando su mano diestra detrás de su cabeza ysonriendo nerviosamente. 

— No me lo van a creer... Pero estuve en la biblioteca de la escuela... Todo estetiempo... — Lo decía con nervios, y no sonaba tan convincente para ambas. Pero Adeline, confiaba en él. 

Ambas no pidieron más explicaciones y lo abrazaron al mismo tiempo. 

— No lo vuelvas hacer... Maxwell o te castigare... —Dijo Adeline mientras acariciaba la cabeza de él. Por otro lado Cristine tan solo disponía abrazarlo con fuerzas. Puesto que le extrañaba. No sabía que había sido de él después deque hablaron, y siempre se venían juntos a sus respectivas casas. 
Pero al ver que no estaba en esta se preocupó. — No lo vuelvas a hacer... Tonto.— 

Ambas estrujaban el cuerpo de Max como si fuera un oso de peluche. 
Este por otro lado, tan solo rodeaba con sus brazos a las dos, como podía. En ese momento se sintió feliz. Pero también, algo arrepentido de haber pensado en irse.




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