Semi Dragones y otros desastres

Capítulo 2

Se aseguró que la puerta de entrada quedara absolutamente cerrada: doble vuelta, pestillo y cadena. Y además añadió una silla en el pomo, aunque no iba a servir de mucho porque era de los redondos... Se conformó al pensar que si alguien entraba al menos lo escucharía.

Dejó el maletín sobre la mesita que había entre el sofá y el televisor y ella se sentó observándolo detenidamente. Tenía dos cierres de tic tac y una pequeña cerradura en el centro.

-No te vas a creer lo que me ha pasado, Hermes -le dijo a su gato atigrado con colores naranjas y que estaba junto a ella mirando curioso aquel maletín, lo acarició con suavidad, escuchando el ronroneo automático del animal.

No debería abrirlo, en primer lugar porque no le pertenecía, en segundo lugar porque no sabía qué contenía y en tercer lugar porque unos freaks disfrazados iban detrás de estos maletines. Aunque solo fuera el 0,05 % de que fuera el correcto... Y ni siquiera sabía el correcto para qué.

Se mordió el labio y escondió el maletín debajo del sofá, se quedaría allí hasta que se le ocurriera qué hacer con él. Mientras tanto se fue a dar una ducha y a tomarse una infusión de tila para calmar los nervios que todavía sentía que tenía: las manos seguían temblando.

Ni siquiera sabía porque había escapado, lo más lógico había sido entregar el maletín a la fuerza policial y ella volverse a casa, ¿por qué escapaba del inspector Devin como si hubiera hecho algo malo? Era absurdo. Había tenido el impulso de reaccionar así y siempre podía llamarlo ahora o por la mañana y explicarle lo que había ocurrido, además de darle el maletín. Pero tampoco lo hizo, era como si algo le impidiera hacerlo, además de su testarudez.

Y sin embargo, cuando con unos fideos instantáneos que se hizo en el microondas se sentó delante del ordenador, la prosa salió sola. Letra tras letra, palabra tras palabra, como si hubiera recibido un rayo directo de inspiración empezó a narrar una historia sobre magia y poderes, sobre dragones y criaturas ancestrales.

Hasta que llegó a la parte en la que la protagonista se encontraba con una caja que contenía algo mágico, pero no sabía el qué. Kim se humedeció los labios y se giró en dirección al sofá. Entrecerró los ojos y giró la silla de oficina hacia allí, tomó aire profundamente y finalmente se levantó, recorrió la corta distancia y sacó el maletín para ponerlo encima del sofá, al lado de Hermes.

De nuevo se lo quedó mirando. Se necesitaba una llave que ella no tenía y ella hacía mucho tiempo que no forzaba alguna cerradura... Su padre le había enseñado, cómo no. Muy útil para entrar en casas ajenas cuando sabía que no había nadie.

Fue hasta el cuarto de baño de nuevo y de uno de los cajones tomó uno de sus clips del pelo. Con la linterna de su móvil se sentó enfrente del maletín y se decidió a abrirlo, recordando las palabras del tipo freak: probabilidad del 0,05 %.

Tardó un buen rato y varios sudores pero finalmente escuchó el suave estallido que indicaba que la cerradura estaba abierta. Dejó el móvil en la mesilla y sus manos se dirigieron a los cierres. Tardó unos segundos en los que se cercioró que quería hacerlo, tomando aire profundamente... Y sí, lo hizo. Los cierres estaban abiertos.

Lentamente abrió la parte superior.

Había un objeto horrendo bien colocado en un molde de espuma. Era una garra de pájaro, de color ámbar y muy grande, sus cuatro garras negras estaban alrededor de una esfera de cristal transparente.

-¿Es una pata de pájaro real? ¿De águila? -Pero Hermes no respondió a sus preguntas, se limitó a olfatear al aire en dirección al maletín; era tan grande que podía ser también de un buitre pero no es que fuera una experta en el tema del reino animal, y además, una parte de ella se negaba a creer que fuera de un animal de verdad.

Era curioso, sin duda alguna y aunque podría haberse contentado solo mirándolo, decidió ir más allá y tomarla con su mano. Era más liviana de lo que parecía, así que pronto la estaba contemplando de cerca... Era una simple bola de cristal, no entendía porque tanto movimiento por ella...

-Puede que sea falsa, ¿no? -le preguntó a Hermes, que seguía en la misma posición, demasiado perezoso como para oler de cerca aquel maletín que parecía causarle tanta curiosidad.

Le pareció notar algo en el interior de la esfera cuando había mirado al gato, pero al volver a mirar hacia el cetro allí no pasó nada. Tampoco tenía porque pasar nada, puede que fuera una pieza de coleccionista ultra valiosa... Lo mejor sería que llamara al inspector Devin y le explicara todo lo que había ocurrido.

Se puso de rodillas para dejar el cetro en el interior del maletín de nuevo, y fue en este momento que una extraña luz emergió de su interior. Kim arrugó el ceño y lo levantó para ver más de cerca, pero aquella mota de luz abarcó la esfera en menos de dos segundos, y saliendo de la misma como si fuera un potente foco. Ahogó un jadeo y una extraña fuerza la impactó tirándola hacia atrás, sobre la mesilla primero, de espaldas, y sobre el suelo después, cayendo boca abajo. Antes de caer inconsciente escuchó el maullido aterrorizado de Hermes.



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En el texto hay: accion, dragones, aventura

Editado: 13.04.2019

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