Semi Dragones y otros desastres

Capítulo 7

Cuando llegaron al refugio, Ras y Tav se mostraron más que contentos al verlos llegar con hamburguesas y patatas, dejaron de lado el arroz tres delicias con extraño aspecto que había preparado Tav y unas verduras con pollo que parecía que se habían quemado un poco.

—Por cierto, yo me he pedido unos días de vacaciones en el trabajo, he pensado que sería mejor para poder solucionar "mi problema".

—Perfecto, así no tendremos que estar haciendo de niñeros –respondió Ras, sorbiendo de su batido.

—¡Oye! ¡Ha estado bien! –protestó ella, dándole un suave empujón.

Ras la miró y sonrió de medio lado dejándose mover un poco por su empujón. Tav y Kes también se rieron tras mirarse por la reacción de su hermano.

Por primera vez en su vida, Kim se sintió como si estuviera en una familia, y era raro porque en realidad los acababa de conocer... Pero sentía cierta conexión, y cierta atracción hacia Ras, que de ser el que no la quería en el grupo era el que le llevó las cosas a la habitación en la que se había despertado aquella madrugada y también el que la ayudó a adecentar las cosas para Hermes, aunque comentó que era probable que allí se alimentara a base de ratas, algo que no le hizo ninguna gracia a Kim.

—¿De quién era este dormitorio? –Kim había dejado uno de los ordenadores que Tav le había dejado en su escritorio, mientras Ras se encontraba agachado en la entrada jugando con Hermes.

Él levantó la mirada y miró hacia la cama. Suspiró tristemente y se levantó.

—De otro de nuestros hermanos, se llamaba Rusorth.

—¿Qué le pasó? –preguntó en voz suave, tampoco quería entrometerse pero sí le gustaría conocerlos más.

Se llevó la mano a la cresta, pasándose la palma con incomodidad.

—Para estas cosas es mejor Tav. –Pero suspiró y miró hacia atrás, asegurándose que ni Kes ni Tav estuvieran por allí, no debían estarlo, porque la volvió a mirar–. Verás, como te explicamos nosotros nacimos con deformaciones, no somos ni humanos, ni dragones, ni Draconis, ni mucho menos podemos cambiar de forma. Los que nacen con nuestra condición no tardan en fallecer, excepto si nacen en uno de los elementos primarios: Fuego, Agua, Aire o Tierra. Tav, Kes y yo pertenecemos a uno de estos grupos, pero Rusorth pertenecía al elemento de la Luz, y bueno, lo cierto es que vivió más de lo que cualquiera esperaba.

Kim había escuchado a Ras atentamente y le costaba creer lo que él le había dicho... Sonaba tan triste.

—¿Por eso te gustaría que yo os pudiera curar? –Él lo había preguntado cuando Tav había dicho que ella era el cetro, había usado exactamente la misma palabra.

Él la miró fijamente, se sentía unida a él de algún modo difícil de explicar, como si sin querer comprendiera su dolor y su tristeza. Era extraño.

Ras se encogió de hombros.

—Estaría bien poder ser un Draconis de verdad... –se encogió de hombros– Y no... Esto –movió sus brazos, como si se señalara.

Ella también lo miró, ahora era cuando debía hablar. Lo sabía. Comprendía lo que a él le pasaba, y porque se sentía así, y aunque ella nunca había estado en una situación similar podía entender el sentimiento de no pertenecer a ningún lugar. Pero si no respondía, si dejaba las cosas así, todo sería peor.

Kim tragó saliva y acortó la distancia hasta él. Alzó su mano y por primera vez acarició aquellas escamas, las de su rostro... Para ser sinceros, era algo que había querido hacer desde que los había conocido: tocar sus escamas. Estaban frías y eran de tacto rugoso, pero no era desagradable. Él no se apartó, pero sí la miró fijamente.

—Pero no se puede curar alguien que no está enfermo, Ras –dijo en voz dulce, él abrió los ojos asombrado por sus palabras. Su mano acarició ahora su brazo, siguiendo por aquellas escamas y aquellos tatuajes marcados.

—Tú no sabes lo que es tener que esconderse aquí... –Hablaba en un tono bajo, no estaba enfadado, como si sus caricias lo calmaran–. Saber que cualquiera que sepa la verdad nos llamará monstruos, demonios... Y no solo los humanos: los Draconis, e incluso los dragones, querrían matarnos porque somos imperfectos, mutaciones y errores que no deberían existir.

—Pues yo me alegro de que existas. –Fue consciente demasiado tarde que había hablado en singular, se ruborizó y fue a apartarse, pero Ras actuó rápido y con sus manos rugosas acarició su suave rostro.

—Yo también me alegro –respondió sonriendo de medio lado.

Kim sonrió también, apoyando su mano en el dorso de la mano de Ras, y cuando éste se inclinaba hacia adelante, de pronto ahogaba un jadeo y un grito de dolor. Se apartó, mirándose la mano, sin que ella lo entendiera... No podía no haberle gustado el beso si todavía no se habían besado.



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En el texto hay: accion, dragones, aventura

Editado: 13.04.2019

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