Señorita Vanidad

Capítulo 11: "Un nuevo problema"

Ya había pasado una semana desde que Richard y Marie habían sostenido aquella plática pendiente. Una semana durante la cual, Marie tenía un poderoso aliado, dentro de la universidad, un aliado que había prometido guardarle su secreto y ayudarla a acercarse a Gerard Rubtson, ello hacía sentir tranquila a Marie, quién ni sospechaba que había otra persona en la universidad que sabía de su situación económica, y que incluso la apoyaba transportándola en su moto, bajo otra personalidad que el encubría con un disfraz.

 

—Tome — decía Marie, tras bajar de una moto.

—¡Gracias señorita! — expreso Matheu, mientras guardaba unas monedas en el bolsillo de su pantalón, al tiempo que una mujer mayor, salió de la casita donde vivía la castaña.

—Mi niña, ya estás de regreso — pronunció la mujer mayor, mientras la castaña se acercaba a ella.

—Sí nana, si — decía Marie, sin notar, que la persona que la transportaba aún seguía allí, mirándola fijamente a ella y a la mujer mayor.

—«Abuela» — pensó Matheu, mientras veía alejarse a la mujer mayor junto a la castaña.

—«Matheu» — pensó la mujer mayor, girando su rostro, al tiempo que veía una moto partir.

—¿Pasa algo nana? — dijo Marie.

—No niña, no — respondió la mujer, continuando su camino, junto a la joven.

 

En tanto en Castella, Richard había decidido empezar con su plan para ayudar a Marie, para ello, había ido a visitar a Gerald, quien como siempre lo recibió con cordialidad, junto a su hermana Susu.

 

—Un gusto verte Richi — dijo Susu, antes de marcharse del lugar, para dejar solos a su hermano mayor y a su amigo.

—Toma asiento — pronunció Gerald.

—¡Gracias! — contesto Richard.

—¿A qué debo el honor de tu visita amigo?, ¿a poco te falto informarme de algo más cuando estuvimos en la reunión del consejo? — dijo el otro joven.

—No, no me falto informarte nada más Gerald. Él motivo de mi visita es otro — expreso Richard.

—¿Cuál?, ¿tuviste algún problema? — añadió con preocupación el joven de ojos azules.

—No, sé si sea problema, es solo que he estado pensando algunas cosas, y creo que ha llegado el momento de seguir tu consejo — dijo Richard.

—¿Seguir mi consejo? — expreso Gerald, tornándose pensativo.

—Sí, ya me cansé de esperar a que Marie Portman se fije en mí, la verdad, creo que mi interés por ella se terminó, por ello, tomare tu consejo, asistiré a las reuniones del club, y a las fiestas que organizan en nuestra sociedad….

 

Gerald escuchaba atentamente lo que su amigo le comentaba, mientras Richard muy seguro de sus palabras una y otra vez le decía que a Marie a partir de hoy solo la vería como una compañera de aula, tal vez una amiga, pero nada más.

 

—¡Qué puedo decirte Richard! Si es tu decisión, la apoyo — dijo Gerald, haciendo una pausa para agregar — La que pierde es ella, tú eres un gran ser humano.

—Pues ello no basto para que ella me dé una oportunidad, aunque no se lo reprocho, no se puede obligar a nadie a amarte — contesto el joven.

—Así es — dijo Gerald.

—También quería decirte, que si a ti te parece linda, y quieres luchar por conquistarla, no te limites, yo ya no siento nada por ella — agregaba Richard, haciendo que en el rostro de su amigo, se plasme una ligera sonrisa.

—«Estoy seguro que este no es tu sentir amigo, de seguro la vanidosa te pidió que me dijeras ello» — pensó Gerald.

—Además he pensado ir a una clínica nutricional, ya sabes para que me apoye con mi problema de sobrepeso — agrego Richard.

—Sí gustas yo te acompaño a esta, cuando decidas ir — dijo el otro joven con cordialidad.

 

Mientras Richard y Gerald se ponían de acuerdo en el día en que el primero iría a una clínica nutricional, en otro pueblo, una joven terminaba de cenar junto a su abuelo.

 

—Ya me voy a descansar — dijo Marie.

—Que descanses bien hija — pronunció el señor Portman.

—De igual manera abuelo — agrego la joven, mientras se ponía de pie, al tiempo que añadía mirando a su nana — Descansa bien nana.

—De igual manera mi niña  — respondió la mujer, que tenía la mirada un tanto triste.

—¿Le pasa algo? — expreso el señor Portman, una vez que su nieta se alejó del lugar.

—No me pasa nada señor, solo recordé a mi nieto — dijo la mujer mayor.

—¿No se ha comunicado contigo esta semana? — agrego el hombre mayor.

—No señor, de seguro debe de andar ocupado en sus estudios — dijo la mujer mayor.

—Mañana es fin de semana, invítalo a pasar el día con nosotros — respondió el señor Portman.




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