Desde el día en que Marie fue sometida al juicio del Club Élite, ella cambio aún más. Su mirada ya no era la misma, ahora era fría, tan fría como un tempano de hielo. La sonrisa no se veía en su rostro, además ya no solo era indiferente con quienes consideraba inferiores a ella, sino con todo aquel que se atreva a hablar de ella, sin importarle estrato económico al que pertenezca.
La nueva personalidad adoptada por Marie, causaba temor, pues ella parecía destruir con la mirada a quién se atreva a mirarla y murmurar de ella. Marie pensaba que endureciendo su personalidad podría evitar que descubran su mentira, pero ello no fue así, ello solo aumento la duda de las personas que sospechaban sobre su situación socioeconómica y que querían verla humillada, como muchas veces ella los humillo, por el simple hecho de ser pobres y becados, o porque no les parecía lo suficientemente dignos para dirigirles la palabra, así tengan dinero, y una de estas personas que quería ver destruida la mentira que construyo, era Susu Rubtson, quien desde que la conoció sintió rechazo por ella, pues ella sentía que Marie ocultaba algo, y estaba dispuesta a descubrirlo.
—¿No comprendo tu pregunta? — expresaba Richard, con la mayor calma posible, tras escuchar lo que la rubia le dijo, mientras bebían un refresco en el cafetín principal de la universidad.
—¿A qué se debe el cambio de Portman contigo, si antes ni volteaba a mirarte?, ¿acaso te debe algún favor?, desde que note que ella cambio su manera de ser contigo, me estuve preguntando ello — volvió a decir Susu, con cierta curiosidad.
—Marie no me debe ningún favor, y eso de que no volteara a mirarme sigue siendo así de alguna manera, así me hable, ella nunca me verá como un prospecto para novio, solo me ve como amigo, y yo me siento feliz con ello — respondió Richard con calma.
—No te creo — pronunció Susu con firmeza.
—Susu, no juzgues a Marie, pensé que tras tratarla un poco más, ustedes….
—Si acepte ese día compartir un tiempo con ella, no fue precisamente por ella, sino por ti, después de todo, siempre te considere un amigo, aunque yo para ti, ya no lo sea — decía la rubia.
—Susu, tú sigues siendo mi amiga,….
Richard cayo al ver ingresar al lugar a la persona que era parte de su plática, quién tenía la mirada tan fría, que provocaba temor en todo aquel que la viera, pero él no era el único que la miraba, desde otra mesa, un apuesto joven de cabello negro, que estaba junto a su amigo, la seguía con la mirada.
—Su mirada perdió brillo — dijo con nostalgia Matheu que estaba junto a su amigo, en una de las mesas del cafetín.
—¿Qué? — expreso Rodri, dirigiendo su mirada hacia el lugar donde observaba su amigo. Hablabas de la vanidosa.
—Ya te he dicho que….
—¡Disculpa! sé que no te gusta que me refiera a ella así, pero me es inevitable no hacerlo, se ha puesto peor que antes; ahora no solo es vanidosa, sino además cruel, escuche que hace unos días hizo que un becado se arrodille ante ella solo por escucharlo decir que ella no era mejor que nadie, solo por tener dinero.
—¿Marieta en verdad hizo ello? — pronunció con nostalgia Matheu.
—Sí — dijo Rodri, con calma, mirando el rostro entristecido de su amigo.
—Tendré que hablar con ella, así no quiera oírme — agrego el joven de cabello negro, sin responderle a su amigo, mientras se ponía de pie.
—No te recomiendo que lo hagas ahora — respondió Rodri, mientras Marie tomaba asiento en una mesa, y Susu, aún no notaba la presencia de Matheu.
—Sí, tienes razón, en este lugar no puedo hablar con ella.
—Volvamos al aula, ya va hacer hora de nuestra siguiente clase — añadió el otro joven, poniéndose de pie, mientras Matheu asentía.
Justo cuando Matheu y Rodri se disponían a salir del cafetín, un fuerte sonido como de vidrios se escuchó en el lugar, seguido de una furiosa voz, que hizo que los jóvenes detengan su avance y giren a ver qué es lo que estaba sucediendo.
—¿Cómo te atreves a hablarme así?, ubícate, tú y yo, no somos iguales — decía Marie, en tono molesto, mientras estaba de pie, al tiempo que Matheu se acercaba al lugar.
—Pero estás equivocada….
—Proletaria irrespetuosa, yo soy...— decía la castaña con la mirada fría, siendo silenciada por una voz que conocía.
—Basta Marieta, ¿qué te está pasando? — pronunció con firmeza Matheu, haciendo que la nombrada pose su mirada llena de rabia sobre él, mientras los jóvenes miraban desde sus mesas lo que estaba aconteciendo.
—Tú, becado atrevido, no metas tus narices donde no te llaman —expreso con la misma firmeza Marie, mientras Susu, que había notado la presencia del joven de cabello negro se puso de pie, para acercarse al lugar de la discusión.
—Susu, ¿A dónde vas? — dijo Richard, siguiendo a la joven, que no le dio respuesta, mientras la discusión entre Marie y Matheu continuaba.
—¿Por qué actúas así?, y no me considero atrevido por dirigirme a ti como si fueras mi mayor, pues no lo eres, además….— decía Matheu, mientras la castaña parecía destruirlo con la mirada.
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Editado: 09.08.2024