Tras lo acontecido en el cafetín Matheu decidió hacer una visita a la casa de los Portman con el pretexto de ver a su abuela, quién lo recibió con mucha alegría, al igual que el señor Portman. A Marie a diferencia de los señores mayores no se le hizo nada de gracia volver a ver al nieto de su nana en la casa de su abuelo y demostró el rechazo a su presencia optando por no compartir la mesa con él.
—Cenare después, tengo que terminar una tarea que debo enviar antes de las 10 — mintió la castaña, poniéndose de pie, tras ver dentro la casa al joven pelinegro.
—¿Me acompañan a cenar? — expreso el señor Portman.
—Pero señor…— decía la mujer mayor.
—Tomen asiento, los alimentos los disfruto mejor cuando los consumo acompañado — agrego el hombre mayor.
—Colocare dos platos más — expreso la mujer mayor, mientras su patrón asentía.
—¿Cómo vas en la universidad? — dijo el señor Portman, posando su mirada en el joven.
—Bien, aunque algo cansado, ya que estamos en semana de exámenes,…..
Matheu ceno con su nana y el abuelo de Marie, durante la cena, platicó de cómo le estaba yendo a él en sus estudios, así mismo, el señor Portman intento obtener alguna información sobre su nieta, pero sin resultado alguno, pues Matheu, respondió que debido a su trabajo y estudios, no había podido estar pendiente de ella, como él se lo pidió.
—Hijo ya es muy tarde como para que estés conduciendo hasta Castella, te haré un espacio en mi habitación para que te quedes — decía la abuela del joven, con calidez.
—No, claro que no abuela, no tienes por qué incomodarte, yo volveré a Castella, además estoy acostumbrado a manejar por las noches debido a mi trabajo como repartidor — pronunció Matheu.
—Pero hijo, estaré más tranquila si te quedas, conducir en la noche es muy peligroso, además mi habitación es amplia hijo, allí puedo….
—Matheu puedes quedar en la habitación de huéspedes, no es necesario que tu abuela se incomode — expreso el señor Portman.
—Le agradezco mucho su ofrecimiento, pero no puedo aceptarlo, yo debo volver a Castella, al lugar donde resido, sino regreso a mi habitación, ello pondría en riesgo mi beca….— contestaba Matheu, mientras su abuela y el señor Portman lo escuchaban atentamente.
Mientras tanto, dentro de su habitación una furiosa Marie caminaba de un lado a otro como león enjaulado, solo deteniendo sus pasos por momentos, para acercarse a la ventana de su habitación y a través de está ver hacia el exterior.
—Aún sigue en casa — decía molesta la joven, cuando de repente escucho el sonido de una puerta, Marie con cautela se acercó nuevamente a la ventana, en cuanto llego junto a la misma, se colocó tras la cortina para evitar ser vista, y desde esta observo al joven de cabello negro subir a su moto y emprender camino. ¡Al fin se fue! pensó, girando sus pasos, para caminar hacia su cama, en donde se acostó mirando al techo.
Pero Matheu no se había ido del pueblo como Marie lo creyó. Él solo había conducido unos metros de la casa de los Portman para fingir que se había ido. Matheu estacionando su moto bajo un árbol, y luego bajo de esta y regresar caminando a la casa de los Portman. Una vez frente a esta, camino con cautela alrededor de la misma, hasta encontrar alguna ventana abierta.
—Esta no es la sala de la casa, sin embargo, tiene la luz prendida, y hasta donde recuerdo Marieta tenía la costumbre de dormir con la luz encendida, ello lo sé por mi abuela, pues ella siempre apagaba la luz de su habitación cuando pasaba por esta y la veía encendida, además Marieta tenía también la costumbre de dormir con la ventana abierta — pensó Matheu, mientras se acercaba sin hacer ruido a la misma.
Una vez que Matheu llego frente a la habitación, pudo comprobar que la ventana estaba abierta, y las luces del lugar estaban aún encendidas lo cual le permitió ver a la persona que ocupaba ese lugar, quien resulto ser la persona que vino a buscar, entonces de un ágil movimiento entro por la misma, haciendo que la joven que se encontraba acostada en la cama aún despierta, se sentará sobre ella, al escuchar el ruido.
—¡Tú! — expreso sorprendida la joven, tras sentarse sobre su cama y ver al joven de cabello negro dentro de su habitación.
—Marieta, no vayas a gritar — pronunció Matheu, mientras colocaba uno de los dedos de su mano derecha sobre sus labios.
—¿Qué haces acá? — dijo Marie con la mirada fría, tras bajar de la cama y ponerse de pie.
—Sigues siendo la misma, aunque quieras aparentar que no es así, tus costumbres no han cambiado nada — expreso Matheu, con calma, mientras observaba a la joven que aún se encontraba vestida con la misma ropa con la que él la encontró cuando llego.
—¿Te hice una pregunta? — pronunció con firmeza la joven, haciendo una breve pausa para añadir con rabia, mientras su mirada se tornaba más fría — ¿Acaso aparte de pobretón e idiota eres pervertido?
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Editado: 09.08.2024