Una castaña de ojos verdosos, se encontraba en su habitación terminando de alistar su maleta, mientras miraba por momentos a una muñeca de trapo.
—«Lo mejor será no llevarte conmigo, solo así podré terminar de verdad con este sentimiento, es más debería…» — pensaba la joven, cuando la puerta de su habitación empezó a sonar.
—Señorita Marie, señorita Marie — escucho.
—¿Qué sucede? — dijo la nombrada con firmeza, desde el interior de su habitación.
—Tiene visita — escucho.
—¿Visita? — expreso.
—Sí, me dijo que era su amigo, pero no quiso pasar a la sala, me dijo que la esperaba fuera, que lo que viene a decirle será breve — escucho.
—¿No te dio su nombre? — respondió Marie, mientras pensaba — «¿Quién puede ser?, un amigo, yo no tengo amigos…»
—No señorita, se me olvido preguntárselo, ¡disculpe! iré a pedir que me lo diga,…
—Ya déjalo así, solo recuerda que estas a prueba a en la casa, si sigues cometiendo errores...
—No se preocupe señorita, no volverá a pasar, más bien disculpe — escucho.
—«Debe ser él, de seguro se enteró que me marcho, por ello esta acá, aunque prometió que no volvería a buscarme termino haciéndolo, sí que eres terco Matheu, aunque tu terquedad no dará fruto conmigo, lo lamento pero no estás a mi nivel, así sienta lo mismo que tú, no estás a mi nivel, por ello, no puedo aceptarte, lamento hacerte sufrir tanto, pero es lo mejor para los dos, ahora si cerrare de verdad lo nuestro, y estoy segura que luego de esta plática te habrás decepcionado tanto de mí, que no te quedará más que aceptar mi decisión por muy terco que seas» — pensó Marie, mientras respiraba hondamente, para segundos después tras tomar una muñeca salir del lugar.
En tanto fuera de la casa, bajo la sombra de un frondoso árbol, junto a una moto, se encontraba un pensativo Matheu, de repente su pensamiento se vio interrumpido al ver aproximarse a la castaña, quién traía colgando de una mano, como si no valiera nada a una muñeca que él logro reconocer.
—¡Marieta! — expreso el joven, al tiempo que la castaña, detuvo sus pasos frente a él.
—Me alegra saber que tienes presente que tu lugar es fuera de mi casa, sin embargo, sigues insistiendo en que eres mi amigo, cuando no lo eres — dijo Marie con firmeza, haciendo una pausa para agregar — Toma, la encontré por allí y ya que supuse que eras tú quién se llamó mi amigo, quise traértela para que te la lleves.
—¡Marie! — pronunció con nostalgia Matheu, haciendo una pausa para agregar con la mayor calma que pudo — No puedo llevarla conmigo, porque es tuya.
—Era mía, pero ya no, y si no la quieres llevar no hay problema, la tirare a la basura — expreso la joven con firmeza.
—No la tires, no lo hagas — dijo Matheu, con calidez, tomando la muñeca en sus manos, mientras añadía — No te vayas, quédate, quédate conmigo…
—Ja ja ja, no bromees, quedarme contigo, sí que tienes humor Matheu…— respondió Marie con sarcasmo.
—No es broma, ¡Yo te amo! y lo sabes, tal vez no tenga el dinero de Hamilton, pero si te quedas conmigo yo prometo….
—No prometas nada, porque yo no me quedaré contigo, mejor búscate a alguien de tu nivel, y olvídate de una vez de mí, yo no soy para ti, métetelo bien en tu cabeza, yo no soy para ti, ya no me sigas buscando, ya no me avergüences con tu presencia, deja ya de darme corajes, vive tu vida, y déjame vivir la mía — dijo Marie con firmeza, girando sus pasos para regresar a su casa, cuando su andar fue detenido por la mano de Matheu, quién la tomo del brazo y la aproximo a él.
—Claro que eres para mí, porque tú me amas, me amas tanto como yo te amo — pronunció Matheu, acercando a la castaña a él, y sin darle tiempo a reacción, poso sus labios sobre los suyos.
Marie tuvo ganas de responder el beso que el joven le está dando, pero mayor fue su terquedad a dejarse llevar por sus verdaderos sentimientos y la alejo de ella, dándole una fuerte bofetada que lastimo aún más el corazón de Matheu, al sentir su rechazo.
—Cómo te atreviste, ¡Lárgate de aquí! — dijo Marie con firmeza.
—Marie….
—¡Lárgate! Maldito arribista — añadió con tanta rabia, que el pelinegro solo atino a bajar la mirada, mientras sus ojos se nublaban por las lágrimas, al tiempo que abrazaba a la muñeca que la joven le entregó.
—¡Vete! ¡vete de mi casa! — agregaba la joven.
Matheu giro sus pasos, al tiempo que gruesas lágrimas salían de sus ojos y rodaban por sus mejillas, segundos después camino hacia su moto, dejando caer unas lágrimas al piso.
—¡Adiós Marie! ¡Perdóname por ser tan estúpido! — dijo Matheu, antes de abordar su moto, para segundos después partir.
—No eres estúpido mi querido Matheu, y perdóname por haberte lastimado tanto, yo también te amo, también te amo, pero no hice tantas cosas para recuperar mi estatus social, como para nuevamente perderlo por aceptarte a ti, tú no eres de mi nivel, no lo eres y solo por ese hecho no puedo aceptar tus sentimientos, ¡perdón! ¡perdón! — dijo en voz baja la joven, mientras unas lágrimas salían de sus ojos, al tiempo que veía alejarse a la moto, donde iba tal vez el único hombre que amaría en su vida.
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Editado: 09.08.2024