Shockeada

Capítulo X: Tsunami

"¿Qué es lo que pasa si todavía estoy vivo, todavía respiro?"

No se puede callar, su mente llena de ideas nunca deja de hablar.
Ella ya no quiere pensar, y sin embargo no puede dejar de escuchar las voces que dentro suyo hablan sin parar. ¿A todos les pasará igual? ¿Sólo ella no las puede silenciar?

Es insoportable no tener un minuto de paz, no poder tener la mente en blanco, sin nada que pensar. No puede dejar de imaginar, de plantear situaciones, de pensar en el pasado y en el futuro, pero nunca en el presente.

Le resulta imposible vivir el ahora, compartir un mismo mundo con todos los demás, porque ella está dentro de su mente, de la que no puede escapar, es prisionera de sus ideas y tiene una larga condena que solo es menor mientras duerme porque no escucha a los carceleros de manera directa, le gusta creer que en esos momentos es libre, pero en el fondo sabe que sus sueños también son obras de las voces que no cesan.

Vive con su mente perturbada y un día enloquecerá, nadie sabe lo que pasa y nadie imagina lo que puede pasar, si esto no se acaba un día explotará y las voces saldrán, todos las escucharán, quieran o no ahí están, y si a los demás no les pasa, ya les va a pasar, porque tarde o temprano se enterarán de lo que hay ahí dentro y no podrán escapar.

Nunca se termina de conocer a una persona, porque en la mente no podés entrar, nunca se va a saber qué es lo que piensa, sólo lo que dice y hace; es el error que todos cometen, creer que la conocen cuando solo saben una parte de la historia, de la lluvia de ideas que hay en su cabeza y que si no para se va a inundar, ella no sabe nadar, necesita un salvavidas, alguien o algo que le tire un flotador o una soga y la saque de ese mar que no hace más que hundirla y ya no puede respirar.

No sabe cómo expresar todo lo que lleva dentro para poder bajar el agua que cada día sube más. Quiere dormir, dormir y que la marea baje aunque sea solo por un rato y luego suba nuevamente, dormir todo el tiempo que sea posible, media hora, una, diez, un día, cincuenta o por siempre. Realmente lo está pensando, con seriedad lo desea, no, no solo lo desea, lo necesita, la inmensa necesidad de ser rescatada de su ahogo eterno. Está muriendo, está sumergida, ya el agua subió por encima de sus hombros, de su cuello, de su nariz, y ahora ya está totalmente hundida, totalmente cubierta por agua que se congela y no puede romper el hielo que ahora la esconde a ella, es tan, tan, tan pequeña dentro de su cabeza, no vale nada, está sola, y teme quedarse para siempre ahí, dentro de poco tiempo ya no podrá respirar y nadie se va a enterar, nadie la va a rescatar, porque nadie entiende qué es lo que sucede en ella, su nariz y su boca se llenan de ideas que no le permiten tomar aire, como si su cuerpo se llenara de agua en el fondo del mar y ya no puede hacer nada, se acaba la respiración, sus pulmones llenos de agua, digo, de pensamientos, disminuyen los latidos.

¡Por Dios, si esto no para su cabeza va a estallar! 

Sabe que no queda más que rendirse y dejarse llevar, pero algo pasa, se hunde más, toca fondo, patada y de un impulso emerge de ese mar asesino, emerge, como el ave fénix de las cenizas, y cuando saca la cabeza una mano, digo, un brazo, perdón un abrazo, la ayuda a salir, porque la que ya no tenía fuerzas, fue encontrada al fin por un salvavidas que la ayudó a nadar hasta la orilla, sólo la ayudó, y ahora se va, como todas las personas que logran acercarse aún más a ella, hay una barrera que no permite que nadie pase el límite, que nadie entre ni salga, que la separa a ella del mundo real, de la familia, de los amigos, de todos; pero ésta vez quiere que sea diferente, por una vez quiere romper esas cadenas, necesita salir al mundo, gritar que no la dejen sola, que puede volver a ahogarse en cualquier momento, como un chico caminando por el borde de una pileta, quiere gritarle al mundo que se quede, que no se aleje porque ella ya lo hizo lo suficiente como para quedarse sin fuerzas y luego no poder volver.

Quiere, desea, necesita y lo hace, atraviesa esa barrera, sale de su estado de shock, y corre, corre en busca de esa mano (de ese abrazo) que la salvó, corre y agarra a la persona mientras una lágrima sale de su ojo derecho y cae al vacío... (Es sólo una gota, todo está bien, ya nada te puede hundir) su miedo disminuye, (¿Que disminuye? Se desvanece, se va, se fue, no está) ya no quiere soltar, quiere aferrarse a su salvación, quiere que le ofrezcan una mano y agarrar el codo, quiere quedarse para siempre, quiere estar despierta, quiere que la conozcan y cree que por fin puede callar las voces dentro de ella.
 




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