Mónica había dormido toda la noche, y, aproximadamente a las nueve de la mañana, Fiorella entra a su habitación.
- ¿Mon? ¿Estás despierta? - Pregunta susurrando.
Fiorella se acerca a la cama de Mónica y pasa sus manos por encima de la almohada, sintiendo como si hubiera algo pesado allí.
- Mónica, despierta. - Le dice un poco más alto.
Mónica se despierta al sentir que alguien tocaba su cabeza y se sienta.
- Oye. - Dijo bostezando no muy segura de que su hermana la pudiera escuchar.
- No te quejes, ya es tarde. - Dijo Fiorella inflando sus mejillas, claro que había escuchado lo que Mónica había dicho.
- ¿Me pongo el dije? - Le pregunta Mónica susurrando mientras lo sacaba del bolsillo de su pantalón y lo observaba sosteniéndolo con sus dedos índice y pulgar, viendo como colgaba y se mecía.
- Aún no, aunque…debes desayunar primero, tú puedes comer, ¿no? - Le pregunta Fiorella cruzando sus brazos.
Mónica se pone a pensar, esa era uno de los detalles que no le había dicho el arcángel Gabriel, aunque, ella no había sentido nada de hambre últimamente.
- Creo que no. - Dice nuevamente susurrando.
- De acuerdo, iré a la plaza, ya regreso. - Dijo Fiorella para cerrar la puerta e irse.
Mónica se levanta y comienza a pensar en cómo les diría a Elizabetta y a sus padres que estaba viva, y también pensaba en qué cosas haría luego de decirles, no podía quedarse en Venosa mientras esperaba que el arcángel le dijera cuál era su misión, tenía que hacer algo, como conocer el resto del mundo ahora que podía.
- Puedo conocer varios países. - Se dijo susurrando.
Aunque eso sería algo que planearía muy bien luego de decirle a su familia que estaba viva.
Varias horas después
Ya eran prácticamente las ocho y media de la noche, Mónica había decidido salir a dar una vuelta por las calles de Venosa, tenía su dije en el bolsillo de su pantalón, y se sentía algo extraña el no poder sentir el calor del día, tenía que admitir que habían momentos en que le costaba acostumbrarse el ser una fantasma, el que las personas no pudieran verla, el tener esos poderes que parecían ser sacados de una historieta, tantas cosas habían pasado tan rápidamente, y seguirían pasando cosas, y pensar que hace menos de 3 días su mejor amiga había muerto…
¡Natalia! No había ido a visitarla desde el funeral, por lo que Mónica decide ir al cementerio caminando tranquilamente, aun le quedaba tiempo para ir a ver a su familia.
Al llegar al cementerio, busca la lápida de Natalia, y al conseguirla, se sienta en el césped.
- Hola, Natalia, sé que no puedes oírme, porque andas en el cielo, bueno, ya sabiendo que no estás aquí no sé por qué ando en el cementerio, creo que para poder hablar con alguien antes de demostrarles a mis padres y a Elizabetta que estoy viva, aunque… ya le dije a Fiorella que estaba viva, y no fue tan horrible como pensé que sería, aún deseo saber cuál es la “misión” que me mandará a hacer el arcángel Gabriel, ¿y sabes? Estoy pensando en irme de Venosa, en visitar varios países, ahora que tengo estos poderes, puedo hacer cosas que nadie más puede, o al menos, que muy pocas personas pueden a mi edad. - Mónica se comienza a levantar y mira la lápida de Natalia.
- Espero que la estés pasando bien, no sabes cuánto te extraño. - Mónica comienza a caminar hacia su casa, ya debían ser las nueve de la noche, por lo que había llegado el momento de decirles a sus padres y a su hermana menor que estaba viva, antes de entrar a su casa, da un profundo respiro, atraviesa una pared y camina lentamente hacia la habitación de su hermana, que, como el día anterior, estaba viendo la computadora.
- Ya llegué. - Le dijo mientras se sentaba en una silla muy cerca de su hermana.
- Al fin, ¿dónde estabas? - Pregunta Fiorella dejando de usar la computadora para mirar hacia la cama, donde creía que estaba acostada Mónica.
- Estaba en el cementerio, viendo la lápida de Natalia. - Dijo Mónica dando un profundo respiro, saca del bolsillo de su pantalón el dije y comienza a verlo.
- Bueno, ya es hora, iré a llamar a nuestros padres y a Elizabetta, ¿dónde planeas aparecer?
- Me gustaría en mi habitación. - Le dijo Mónica para guardar nuevamente el dije en el bolsillo de su pantalón.
- De acuerdo, iré a buscarlos, tú anda a tu habitación.
Mónica se levanta y atraviesa la pared para entrar a su habitación que estaba con la luz apagada, a los pocos segundos, Fiorella abre la puerta y enciende la luz.
- Quiero mostrarles algo. - Dijo Fiorella mientras esperaba que su hermana se pusiera el dije y apareciera.
Mónica se levanta de la cama donde había estado acostada mientras esperaba a Fiorella, y, al ver que entran sus padres y Elizabetta, saca el dije de su pantalón y se lo pone alrededor de su cuello.
- ¿Qué hacemos en el cuarto de Mónica? - Pregunta la madre de Mónica, pero se queda callada al ver como Mónica comienza a aparecer, empezando por aparecerle los pies, luego las piernas, las rodillas, su cintura, su abdomen, y así, hasta aparecer todo su rostro.
- ¿Mónica? - Pregunta la madre asombrada, sus padres y Elizabetta creían que estaban soñando, no, no era posible, Mónica estaba muerta, ¿no?
- Puedo explicarlo. - Dijo Mónica dando un paso hacia atrás.
- La verdad es, que estoy muerta, bueno, no muerta, muerta, sino, muerto mi cuerpo.
Sus padres y Elizabetta no pudieron entenderla, Fiorella se coloca su mano derecha sobre su rostro, ¿Qué le pasaba a su hermana mayor que estaba tan nerviosa?
Mónica da un profundo suspiro, sentía vergüenza de sí misma por las palabras que estaba diciendo.
- Yo morí, en el accidente, y cuando llegué al cielo, el arcángel Gabriel me explicó que no podía morir porque tenía una misión, que aún no sé cuál es, pero que me dirá luego. - Mónica pasa sus brazos por detrás de su espalda y con su mano derecha, agarra la muñeca de su brazo izquierdo.