Si las luces se apagaran

42. "Locura"

Al volver a la habitación, lo encontré descansando en un lado de la cama, siendo el sueño su mejor acompañante. Me acerqué con cautela y estudié cada centímetro de su piel levemente bronceada. Un color morado contoneó una parte de su cara, pero de igual manera resaltaba su belleza. Me embelesé tanto con su serenidad y las horas pasaron hasta llegar al anochecer. Vi a través de las persianas y entre los inmensos matorrales, el sol apenas clarecía. Me volteé y seguía sucumbido ante el sueño, me fue muy difícil dejarlo en ese estado, pero mi estomago imploró por comida.

Evité hacer ruido y bajé las escaleras, recorrí el gran salón principal hasta llegar a una elegante cocina moderna. Encontré a la señora Jonhson viendo un libro de recetas. Ella, al sentir mi presencia, se detuvo a verme y ese momento una sonrisa agudizó su rostro.

—¿Tienes hambre, Lizzie? —Ella preguntó.

No me negué, ya que el sonido de mi estomago era una clara señal.

—Si, por favor.

—Ven, cariño. Preparé un poco de lasaña.

—Gracias —Caminé hasta la barra de desayuno y esperé con ansias su comida.,

Por la noche cené en compañía del ama de llaves y luego, ella lavó los trastos sin querer mi ayuda. Me sentía sin saber qué hacer y por suerte el sueño me culminó. Ella demostrando ser amigable, me ordenó ir a dormir. Yo, sin objetar me fui a la habitación de Derek.

Caminando por el pasillo, a pesar de tener los ojos agazapados de sueño observé todo con más detención. El estilo de la casa era neoclásico, sin dejar a un lado la elegancia y la comodidad. No hubo un solo centímetro que no estuviera adornado de diseños modernos. Solo un objeto en su lugar tuvo discordancia ante el diseño de la casa, era un piano negro de cola. Me acerqué estudiándolo con delicadeza, había algunos rasguños y pintura sacada de algunos bordes. No lo deben utilizar a menudo, más cuando veo entre sus orillas bastante polvo.

—¿Qué haces ahí? —Me giré con sorpresa y él un tanto adormilado—. No te encontré.

—Voy para allá —Subí las escaleras corriendo con la necesidad de que él no avanzara—. No intentes bajar las escaleras, te lo advierto.

—Ven, vamos a dormir.

—Claro.

Al volver a su cuarto, tomé uno de sus pantalones junto con una camiseta y me resguardé en su baño para deshacerme de toda la ropa. El solo roce que se originó entre mi espalda y su ropa, me hizo gemir de dolor. Era una desastrosa quemazón que dejó mi cuerpo sin respiración por algunos segundos, ¿Cómo sería el momento en que él se aferraría a mi cuerpo? Derek no la conocía y tampoco quiero atarlo a problemas, los de él son tan agravios que meterlos en más, me haría sentir más culpable.

Al volver caminé con un poco de normalidad y aunque intenté disimularlo con mucho esfuerzo, logré pasar desapercibida. La luz de su lampara estaba encendida que me acomodé a un lado de la cama, sin apoyar mi espalda contra el colchón. Apagué la luz y todo se tornó oscuro. Su respiración la sentí lejos, aunque a medida que el tiempo transcurría volví a ser presa de su perfume. Se estaba acercando tanto que su brazo tocó mi cintura, estremeciéndome y envolvió su rostro por mi cuello. Apreté mis dientes para intentar disimular esa inquietud y por suerte, él se alejó un poco de mí.

—¿Qué hacías a lado de ese viejo piano? —Preguntó en un susurro.

—Solo lo observaba —Confieso un tanto extrañada—. ¿Por qué lo preguntas? Si te he molestado, yo...

—Para nada... Solo es que hace mucho tiempo nadie se acerca —Manifiesta con un leve suspiro que eriza mi piel.

—¿Sabes tocar?

—Solo cuando mamá estaba viva, desde entonces no he tocado ninguna tecla.

—A mi me hubiera gustado escucharte tocar una canción —Confesé al formar una de las pocas sonrisas en este día. Solo con marginarlo hacer magia entre teclas, me llena de esperanzas.

—¿Y qué canción te hubiera gustado? —Me preguntó con cierta curiosidad en su tono de voz.

—Se llama "Love me" Es una melodía tranquila y serena —Me detuve un momento a pensar y seguí—. Es una melodía de recuerdos, de esas que transmiten momentos lindos, como una reconciliación.

—Fue una de las mejores decisiones. Bendita sea esa canción —Confesó al depositar un beso en mi cuello.

Terminamos de charlar y ambos nos sucumbimos en un sueño profundo. Por fin logré olvidar estas inhumanidades que nos azotaron. Alguien a mi lado, que me deja sin aliento y hace que mis sueños se conviertan en paz.

Las semanas pasaron más rápido de lo normal, Derek y yo nos recuperamos del golpe. Desde ese entonces la semana de mi cumpleaños me llenaron de exámenes y de diversos proyectos. Derek, por su parte, a pesar de tener que vernos a escondidas en todos los lugares, me ayudó con matemáticas gracias al desastre que soy. Aunque me sorprendió no verlo por dos días seguidos y uno de ellos era mi cumpleaños, es como si la arena lo hubiera desvanecido. Después del jueves mi desconocido reapareció y para el viernes ambos terminamos la clase de deportes con un gran sueño de por medio, las charlas madrugadoras nos tomaron gran peso. Y todo lo que ocurrió, no nos hizo entristecer ya que nos volveríamos a encontrar a unos kilómetros afuera del pueblo. Derek, lo quiso así por mi cumpleaños y con ayuda de la abuela logré salir de las garras de mi padre. Le mentí con que iría visitar a la abuela por mi cumpleaños, él por poco explotó y casi pensé que mi plan se derrumbaría, pero accedió.

Dibujé una sonrisa en mi rostro al momento de planear mi pequeña maleta. Él dijo que tenía que llevar un lindo vestido y ropa abrigada. Nunca especificó a que lugar de Oregón o que estado, lo cierto era que me fascinaba la idea. Fui a visitar muy pocos lugares cuando era pequeña y ya no recuerdo nada. Con él crearía nuevos momentos.

Me detuve al momento de elegir un vestido y opté por uno que mamá había comprado para mí. Era de color crema y con algunos cristales azules sobre unas rosas del mismo color. No debió costarle un dineral ya que lo vio en una tienda de ropa usada. De todas maneras, sabía perfectamente que ese vestido no había sido utilizado más de una vez. Mis manos lo acariciaron de una manera delicada y con determinación, la tela era exquisita. Terminé por guardarlo con timidez, con la intención de no perder ningún cristal en él. Por último, guardé mi ropa interior con algo de pudor. Derek, ya me había visto con ella puesta, pero esta vez quería ser diferente. Me surgía la necesidad de despertar esa chispa en él.




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