Si no veo tus ojos

CAPITULO 43

Ni siquiera tuve tiempo de celebrar mi logro, de vivirlo plenamente, de seguir recibiendo las felicitaciones con una sonrisa en el rostro.

Me había caído como bomba las palabras de Laila, la amiga de Mason, o mejor dicho su ex novia.

Osó restregarme en la cara que estaba dañando el futuro del chico que amaba. ¡Exacto! EL CHICO QUE AMABA. Ella aún lo amaba, y yo no podía con eso.

Mi corazón no podía más, al sentir al principio una traición de pensar que él le había contado a ella sobre mi enfermedad, me dio un golpe, pero me equivoqué y agradecí eso inmensamente. Ella se inmiscuyó en los papeles de la competencia, esos que decían mi discapacidad, mi problema, la razón y parte de mi historial, esos que eran necesarios por la posible beca a ganar.

El saber la razón del porque Mason estaba evitandome me dolió, porque solo me demostraba que apesar de saber que lo queria, y que él me quería a mi, no podía confiar en mí para contarme algo que a pesar de todo nunca llegaría a evitar.

Todas las veces que mi cabeza me gritaba que solo era un obstáculo para las personas que me rodeaban, volvieron a mi, pero esa vez solo me decía que Mason no tenía un futuro conmigo, que nadie en realidad lo tenía, así yo me esforzara por ser una persona normal e independiente, tenía muy claro que en algún momento de mi vida ataría a alguien a mí porque no podría sola, porque una persona que quedaría en mi condición terminaría siendo dependiente de alguien más, y yo, ¿Yo? Esa Camila no podía permitirse encadenar a sus tobillos a nadie, y mucho menos a él que tenía un futuro brillante, que era una persona con un espíritu libre, volador, de esos que los espíritus como el mío envidiaban porque estaban empeñados en no usar sus alas.

Cuando me contó sobre la posibilidad de mostrar su arte, de mostrar el talento que tenía, me sentí muy feliz, estaba orgullosa de saber que estaba un paso más adelante de un futuro en lo que soñaba, porque a pesar de no tener un título o estar estudiando directamente la carrera tenía ofertas y una oportunidad muy grande en el futuro, pero con lo que yo no contaba era que ese futuro se transformaría en presente y que los planes, su sueño y una meta que quería lograr, partirían mi corazón, porque sí, el saber que me mintió o simplemente no confió en mi, me hirió, pero al tocar tierra firme y darme cuenta que en realidad se marcharía solo me dio una última estocada para matarme.

Tenía la oportunidad en sus manos, le ofrecieron mostrar sus fotografías en uno de los museos fotográficos mejores reconocidos de ese Houston, si en esa mimas Galería, De Santos Gallery. Y él estaba dudando marcharse por mi, o eso fue lo que Laila me dijo, estaba ausente porque intentaba que no todo se diera tan pronto, que le permitieran hacer algo desde acá mientras se especializaba, porque el ofrecimiento era que se marchara, y que comenzara mostrando lo mejor de él y de ese país en sus fotografías.

Me partía el alma que dudara de irse por mi, pero también me dolía que confió más en ella que en mi, le contó todo a ella, le pidió consejos a ella, y se desahogo justo con ella, cuando yo estaba abierta de brazos para recibirlo, apoyarlo y no dejarlo dudar un instante sobre su futuro y yo.

Eso solo me confirmó que me quería, sí; pero que nunca Mason Spencer podría tener un futuro a mi lado, porque apenas empezando yo fui una piedra en su camino, un ancla en su barco al querer navegar, una montaña frente a él que no lo dejaba ver el sol.

Al ganar el puesto directamente en la final tenía un tiempo considerable para poder prepararme, por lo que planeaba hablar con él, por eso le pedí a su padre— dado que no contesta mis llamadas— para que le dijera que necesitaba verlo, que era urgente y que estaría en mi casa cuando decidiera que era el momento de enfrentarme.

Después de la conversación con Laila, mis amigas quedaron muy desconfiadas, no creían que lo que me había dicho fuera sido una cosa sin importancia como les deje claro. Me conocían muy bien, mi cara larga, ojos tristes y mirada perdida solo dejaba entredicho mis palabras, pero no podía evitarlo, porque una vez más perdería a alguien, pero en el fondo me esforzaba por entender y meter en mi cabeza que era lo mejor, aunque estaba muriendome porque se quedara a mi lado.

Al día siguiente mi madre se esforzaba porque comiera algo, pero yo solo estaba de un lado a otro en la casa sin parar y muy nerviosa, pendiente del teléfono y la puerta por si el decidía llamar o aparecer.

Cerca de las 6 de la tarde me rendí, tomé mi guitarra, una manta, y a Ada, para irme al patio, mi compañera fiel, que solo al final se convertiría en un lindo recuerdo reposaba a mi lado mientras yo solo entonaba una melodía para mantener mi mente en otro lado que no fuera en él.

—Camila hija —escuché a mi madre llamarme desde la puerta apenas asomando su cabeza y con lo que podía apenas ver, una sonrisa plantada en los labios.

—¿Que pasa mamá? —indagué al notar su ánimo.

—Tienes una visita —Terminó de salir y me mostró el cuerpo de Mason también saliendo detrás de ella.

Mi madre solo mostraba una hermosa sonrisa, ¿Y cómo no? La mera presencia de Mason siempre había demostrado que cambiaba mi humor, y mi mami solo veían en él la oportunidad perfecta por verme una vez más risueña como cada que estaba con él.

—Hola —me mostró apenas una sonrisa pequeña en sus labios, una que decía cuán avergonzado, apenado y que sentía demasiado su ausencia.

—Hola —respondí agachando la mirada, porque si me fijaba más de lo debido terminaría mandando todo al caño con solo ver esos ojos que me miraban con un sentimiento inigualable.

—Bueno iré a la cocina, les prepararé una bebida y unas galletas para que charlen a gusto —entró prácticamente risueña una vez más a la cocina.

Mientras lo veía acercarse mi corazón latía desbocado, se quería salir demostrando cuanto lo había extrañado y con solo su presencia olvidaba todo lo que sentía cuando no estaba, era extraño lo que sentía por él, nunca experimenté algo así de diferente, estaba enamorada, pero me preguntaba ¿A que grado? ¿Lo quería? O ¿Lo amaba? Aún no lo tenía claro, pero el sentiemiento era inexplicable, incluso me planteé que lo que sentí por Daniel no fue amor, porque lo que Mason me hacía sentir se notaba aún mucho más grande.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.