Si no veo tus ojos

CAPITULO 48

Me costaría un montón acostumbrarme a que después de despertar de un sueño oscuro, donde siquiera recuerdos habían pasado por mi mente, al abrir los ojos aún permaneciera igual.

Puede que en mi mente decidiera que lo mejor sería retomar todo sin importar que algo defectuoso ya no estuviera en mi, pero asimilarlo era más difícil.

A Reason to move on, era una de mis canciones favoritas, aprender a cantarla sin ver la guitarra no fue tan difícil como creí, y por lo que notaba conocer la casa tampoco lo fue.

Lo que si resultaba cómico era mi guardarropa, ponerme la ropa al revés era lo frecuente, y justo a la mañana siguiente mi hermano no paraba de reírse al verme vestida con una camisa blanca mal abotonada, en lugar de ayudarme.

—Ya para Marcus —Le recriminé

—Tu decidiste tomar la situación con calma, pues yo la tomo con humor riéndome de la situación.

—Si serás payaso —dirigí mis pasos a la cocina para que mi madre me ayudara.

—Vamos a tener que acoplarnos con tu guardarropa, y solo dejar cosas fáciles al alcance hasta que sepas manejarlo.

Al parecer todo mundo estaba tomando todo con calma y sin tratarme diferente o con un atisbo de lastima. Si fuera sido al contrario no creía haberlo soportado.

—Ya me acoplaré no te preocupes —terminó su ayuda y como pude me desplacé a unos de los taburetes de la isla —Me sienta mejor el ver qué ustedes lo estén tomando igual que yo.

—Si la principal afectada eres tú cariño, y lo estás tomando de maravilla, mucho mejor de lo que creí y lamento por subestimarte, entonces nosotros no debemos ser la contrario a la norma.

—Muchas gracias mamá —le sonreí y moví uno de mis manos al centro de la isla donde sabía que siempre había fruta, y tomé una manzana.

—Además no olvidemos lo de tu doctor, dijo que podía ser psicológico o emocional, es algo, una pequeña esperanza que no debemos perder, puede que de repente un día solo vuelva y haya sido un mal momento.

—Mejor no nos demos ilusiones —mordí mi manzana concentrandome en lo que haría al día siguiente en la presentación.

Había pensado algo como un micrófono en el centro del escenario, una silla y mi guitarra, tal vez a mitad de todo si tenía la confianza suficiente dejar la guitarra de lado y moverme por el escenario poco a poco para demostrar que lo que me estaba afectando no me detendría, y que no sería solo un bulto en medio del escenario tocando la guitarra e intentando cantar.

Estaba muy confiada, sabía que podría y no me echaría para atrás, sino lo lograba tendría la conciencia tranquila de que lo intenté, y más que segura que no sería mi único paso para lograr lo que quería.

Además las chicas tuvieron una excelente idea al ver que en el escenario había una pantalla mostrando el logo, slogan y nombre del concurso, más de vez en cuando todo referente a la beca y la universidad. Pondrían fotos mías, normales, con la guitarra y algunos vídeos que tienen de las miles de veces donde cantaba para ellas, mamá y Marcus, no me pareció mala idea, así que solo acepté.

Fue un largo día de ensayos, parecía una completa loca en el medio de mi patio, con una silla,  mi guitarra y un perchero improvisando un micrófono, lo peor pasaba cuando debía bajar la guitarra, y tomar el cepillo para el cabello, improvisando otro micrófono inalámbrico, y comenzar a moverme por el patio.

Lo mejor de todo era mis amigas turnándose para ser mi ventrílocuo, es decir, se posaban detrás de mí, me guiaban haciéndome memorizar los pasos adecuados para que no cayera del escenario, alzando mis manos para tener un ritmo y una coreografía que no me hiciera parecer una estatua en medio de éste.

Estaban felices, vivaces con su colaboración y ayuda, me contagiaban tan buena energía, lo que me llevo a tomar valor de pedir que la silla no fuera colocada, que podía pararme frente al micrófono, pero extrañamente se negaron, alegando que era parte de una perfecta coreografía, y que si lo hacía diferente dañaría todo.

Por ello se tomaron el atrevimiento de dejar en un disco la música de mi guitarra de fondo para cuando tuviera que dejarla de lado. Solo me deje guiar, eran al parecer unas representantes temporales muy buenas en lo que hacían, no tenía idea entonces que hacían estudiando moda y relaciones públicas, si estaban resultando muy buenas en eso.

Cada que se acercaba más la noche, me ponía super nerviosa, necesitaba no dañar nada, verme confiable, y segura con lo que haría, el día siguiente estaba muy cerca, solo eran horas y mis manos temblaban, mi respiración era un total desastre y ni hablar de mi cabello por dar tantas vueltas en la cama sin poder dormir, al día siguiente necesitaría maquinaria pesada, es decir super mamá al acecho con el cabello de la super Camila.

°°°


Había llegado el día, ese día en el que me propuse dar todo de mí para cumplir algo que anhelaba más allá de querer volver a ver, o que esa rara enfermedad nunca estuviera en mi sistema.

Me mentalicé desde que abrí los ojos esa mañana y seguía mirando en penumbras, que era oscuridad pura, sin dejar de pensar que si alguna vez creí que la situación en la que me encontraba era por  mis emociones estaba sumamente equivocada, si fuera sido así ya para ese momento fuera podido ver la luz del sol entrar por mi ventana, porque estaba más segura que nunca que mi vida podía ser distinta, por ello en ningún momento sopecé que fuera emocional o psicológico.

Alguien ya me había enseñado a aceptarme como era, a vivir como amaneciera, en cierta parte el haber tomado tan bien el problema era gracias a él, así que debía seguir adelante.

Arreglarme esa mañana fue un caos muy divertido, con mencionar que mis amigas no dejaban de parlotear por toda la habitación felices, mientras mi madre hacía algo con mi enredado cabello. Fue una mañana estupenda en la que no deje de sonreír y sentirme realmente dichosa por quienes me rodeaban.




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