Me encuentro totalmente solo, temblando, tirado en el piso en un rincón de nuestra habitación junto a la ventana. Abrazo mis piernas y siento como mi cuerpo está hecho un hielo. Él aún no llega, y no creo poder ocultar lo que sé, porque me conoce y se dará cuenta de que algo anda mal conmigo.
Me pregunto y cuestiono mucho hacerca de lo que debería hacer en esta situación, pero por más que lo intente, por más miedo que tenga, esa flama sigue viva dentro de mí. El calor de aquella cálida y acogedora llama en mi interior, no tengo dudas de que se trata de ese sentimiento que tengo hacía él. Porque... ¿cómo no amarlo? La manera en la que me trata, las formas en las que me mira y acaricia, su perfecto ser, TODO ÉL...
Pero claro, en todos estos meses las cosas iban muy bien para ser verdad. Y todo este tiempo pensando que había encontrado oro, que era un maldito afortunado, ¡PERO NO! La desgracia persigue a Park Jimin.
He llorado toda la tarde, desde que aquel paquete con una extraña nota llegó a casa. Pensé que éramos invisibles aquí arriba, pero parece que no estaba en lo cierto. Ahora soy más creyente que nunca, de que la curiosidad no mató al gato, pues éste se suicidó al saber la verdad. Y yo como imbécil abrí el dichoso paquete, encontrando un sin fín de fotografías que literalmente me helaron la sangre. Eran una pieza importante de aquel caso policial, además de ser evidencia.
- 12:59. Ya prácticamente es la una de la madrugada, y aún no aparece. Me dijo que tenía que comprar unas cosas, pero ya no confío en él. En sus palabras...- me limpio la cara con las mangas de mi suéter, mirando afuera, pero todo está borroso.
2:00 a.m
Tae aún no llegaba a casa, y yo milagrosamente había parado de llorar pero no tenía sueño.
Me paré justo frente a un espejo, detallando mi rostro dolido, grisáceo y pálido.
Tenía que tomar una desición, ahora mismo. Todo aquello de los secuestros y las muertes ya había pasado. Ya lo que no se pudo hacer, no se pudo hacer. ¿Entonces debería perdonarle? ¿Quíen me asegura que no volverá a hacer lo mismo dentro de un tiempo?
Yo no quiero entregarlo, pero tampoco quiero seguir viviendo con él como si nada, porque me da miedo. Él es alguien de personalidad múltiple. Si, eso debe ser. El hombre dulce y romántico con el que he estado viviendo NO sería capaz de hacer todo eso... Claro que no...
No, no, no y no.
- Amor... necesitas ayuda. T-tú no estás bien- solté un quejido.
- ¿Quién no está bien?
Dios... santo.
Miré a través del espejo la dura expresión que denotaba el rostro ajeno. No conocía ese semblante macabro, sentía estar presenciando al mismo Satán.
Me dí la vuelta, retrocediendo muy lentamente en tanto él se acercaba con el ceño fruncido y las manos en los bolsillos. Su mirada era penetrante, muy seria y fría. La sangre se me enfriaba de nuevo, el corazón se me aceleraba. Por inercia mi cuerpo fue retrocediendo, aunque él no se me estaba yendo encima, sin embrago su presencia y aura eran aterradores e incómodos.
- ¿Tienes miedo?
No sabía que decir en realidad. Pero pasados unos incómodos minutos de miradas intensas, mi rostro me delató, y luego de un sollozo, una lágrima escapó de mi ojo. Todo se volvió cristalizado nuevamente. No sólo era miedo, también eran los interrogantes.
¿Qué sintió cuando mató a todas y cada una de ellas? ¿placer? ¿indiferencia?. El estado de esas pobres era tan deplorable, que pareciera obra de un animal salvaje. Un animal...
- Responde Jimin. ¿Tienes miedo?- Sólo callaba. Apreté mis labios para no dejar escapar otro sollozo, mirando al suelo sin saber que decir. Pero algo era claro: no quería que se me hacercara.
- ¿No respondes?
- Y-yo...
- Sé lo que viste. -Asi sin más lo soltó.
Levanté mi mirada temblando aún, sin embargo él no se mostraba expresivo. Nada. Su mirada era vacía y opaca, sin compasión, sin sentimientos.
Las nubes en el cielo se acumulaban, formando relámpagos y oscureciendo la luz de la luna. Todo estaba oscuro allá afuera. El viento soplaba con rudeza. Entonces una luz acompañada de un fuerte trueno, iluminó la habitación y su rostro. Esos ojos, esos ojos ya no eran color miel... un remolino de oscuridad nacía de sus pupilas.
- ¿Por qué?- mi voz salió rota.
- Eso es lo que quiero saber Jimin Park, ¿por qué?- él nunca me había llamado por mi nombre. Nunca.- ¿Por qué después de todo lo que pasamos juntos, después de todo lo que te he demostrado que me importas, me das esa mirada cargada de miedo, lejanía y tristeza? Ahora que mis trapos sucios han salido, ¿me odias por lo que ves?
- T-tae...- limpié mi rostro en un inútil intento de secar las lágrimas. Pero no dejaban de salir.
- ¿Crees que podría hacer lo mismo de nuevo, no es asi? Pero déjame decirte que no soy el malo del cuento. Aún asi tienes miedo de no conocerme bien, y estás aturdido. Confundido.
- ¡D-DEJA DE LEERME, KIM! ¿¡CREES QUE ES FÁCIL PARA MÍ, ENTERARME DE TODO LO QUE HAS HECHO!? POR DIOS, ¡ERES UN ASESINO!
- Asi es. Soy un asesino. Un asesino que está loco por tí, locamente enamorado de tí Park, ahora lo sabes.
Pegué el brinco en mi lugar cuando severo golpe de su puño fue estrellado contra la pared. Sus manos a mis costados, su rostro cerca mío y su dulce aroma embriagando mi pobre ser. No tenía el valor de verlo a los ojos.
- Jimin, mírame.
- N-no quiero ver a los ojos a un hombre que tiene en poco la vida de los demás. Que cree que tiene el poder para decidir sobre la vida y la muerte.
- Si eso piensas, entonces con mayor verás enfrentame. Ten el valor de verme a los ojos.
- ¿Por qué lo hiciste...?- sorbo por la nariz, tapando mis ojos y mi cuerpo rígido está pegado contra la pared. Sudor frío recorre mi espalda.
- ¿Algo cambiará en tu actitud si te lo digo todo? - TODO. Me destenso un poco apartando mis manos.
- No te prometo nada.
- Tuve que hacerlo. Trabajo para un hombre peligroso, vil, manipulador, despiadado, cruel e injurioso. Él es el tipo de persona que no le importa en absoluto hacer el bien. Jimin, tuve que hacerlo. Yo sólo sigo sus órdenes.
- E-eso no es justificación Kim- seguí con los ojos pegados al piso. En sentido figurado.
- Ya te lo dije. La verdad. Quizá la única verdad que se ha dicho, ahora mírame.
- T-tae...- seguia cohibido.
- Quiero que me veas a los ojos y me digas que no soy el mismo que te ha clavado miles de veces a la cama, haciendo que grites de placer. ¿No soy el mismo que te ha sacado tantas sonrisas? ¿el que ha curado tu corazón? Dímelo, quiero que lo hagas, y sólo entonces...-
¿Entonces...?
- Te dejaré en paz... -Su tono de voz demandante y rígido me hizo entender que hablaba encerio. Muy encerio. Dejé mi rostro descubierto. Levanté mi mirada para encontrarme con esos ojos ahora color miel. Su apariencia más humana. Mordí mi labio inferior duramente, sintiendo que esos hermosos ojos exóticos me tragaban en segundos. Me sentía atrapado por él.
- ¿M-me dejarás en paz? -El asintió luego de tomar una profunda respiración.
- T-tú sabes que no diré eso. Nunca lo diré.- Se alejó de mí y no apartó la mirada. Sólo se sentó sobre la cama, quitando su corbata color crema con suma tranquilidad.
- Entonces no te dejaré ir.
- N-no me puedes tener en contra de mi voluntad- caminé de lado, siempre pegado a la pared y mirándolo con recelo.
- Sabes que si puedo, amor.
Su sonrisa ladeada y macabra fueron nuevamente iluminadas en segundos por un feroz relámpago. Él no se inmutaba.
Yo miré la puerta de salida, luego lo miré a él, y sin dudarlo salí corriendo de aquel lugar. Tae no me perseguía. Pero grande fue mi sorpresa, al encontrar la puerta totalmente bloqueada por los hombres de Tae. Éstos se hallaban afuera, tapando la entrada.
- Mierda.
Me dí la vuelta chocando con un duro abdomen, perdiendo el equilibrio en el acto, pero siendo agarrado en milisegundos por sus fuertes brazos. Me cargó, poniendo mi cuerpo sobre su hombro derecho y llevándome a nuestra habitación en tanto pataleaba.
Miré a lo lejos el dichoso paquete con las letras "gloss" escritas en color negro.
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Editado: 27.05.2020