Al fin me han liberado de ese hospital, el malvado de Jim hizo que permaneciera tres días más.
Al parecer el color azul insiste en permanecer en mí, primero la ropa de limpieza que Sean me obligaba a usar en su empresa y después esa horrible bata de hospital.
Llevo una hora en compañía de la soledad y una cama extra-grande con mantas realmente confortantes así que no es mucho problema para mí, mis amigas juntos con los padres de Sean, sus hermanos y por supuesto Sean discuten su desacuerdo sobre donde debería permanecer, claro que no según ellos yo no tengo derecho a opinar o al menos eso fue lo que demostró Sam cuando intente decir una palabra la cual ni siquiera iba referente a su tema de conversación.
El debate es dos a uno puesto que la familia de Sean solo intenta que Sam no lo asesine, creo que esta vez Tessa quiere lo mismo, pero lo único que quiero es descansar.
De pronto la puerta se abre, todos entran rodeando la cama, sus miradas están sobre la chica moribunda que no deja de abrazar la almohada como si se le fuese a escapar, pero en mi defensa me hace sentir más cómoda y caliente.
-Bien, hemos tomado una decisión- dice Sam con enojo. –Vas a quedarte aquí hasta que el James diga que puedes salir, entonces volverás con nosotras-.
-Eso no es verdad, ella se quedara aquí aun cuando Jim diga que puede salir- corrige Sean con la misma expresión que mi enojada amiga, pero para mí buena suerte Tessa no ha dicho nada, está con Alek observándolos con la misma expresión, los señores Truswel solo miran a su hijo y a la chica con lindas pecas en el rostro discutir.
El punto ahora es que tengo que depositar el dinero a la cuenta del señor Evan y tengo una duda acerca de las acciones que según el maldito del abrogado Briggs vendió a Elliot Manson, pero ¿Cómo voy a salir de aquí sí parece que tendré guardia por la noche.
-Tu irás a trabajar y no podrás cuidarla- dice Sam mientras se acerca a él.
-Soy el presidente así que no habrá problema con ella, sin embargo señorita Lawson, usted sí que no puede faltar, sus vacaciones son en dos meses, así que espere a que lleguen y entonces podrá cuidarla-.
-¡Pues métase su trabajo por…!-.
-¡Ya basta!- irrumpo antes de que Sam diga algo que no debería. –Cuando pueda salir de aquí iré a hospedarme en uno de los hoteles de los cuales mi madre me ha dejado, así que ya dejen de discutir eso o llamaré a Jim para que vuelva con su ambulancia toda poderosa y me lleve a otro lugar lejos de ambos hasta que pueda ser capaz de mantenerme despierta sin que sienta que mis ojos parezcan cerrarse por sí solos.
Ambos han guardado silencio.
-¡Esa es mi cuñada!- grita Dave con emoción. –Dime, ¿Qué se siente tener a ese par en tu poder?- inquiere llevando una mano a su barbilla. Sean gira hacia él mirándolo con desaprobación, o más bien parece como si le amenazara con la misma.
-Mi nuera tiene razón- trago en seco al escuchar a la señora Grace, creo que ahora sé de donde ha venido el apellido Truswel en mí cuando los policías aparecieron en el hospital. –Salgan todos y déjenla descansar, después podrán discutir esto-.
-¡No! Después este…- le mira de una manera para nada agradable pero ciertamente agradezco que no haya dicho la grosería que podría jurar que iba a decirle. –Este tipo va a pedirle que se case con ella y entonces Venus ya no volverá con nosotras- esta no es la conversación más cómoda que quisiera escuchar, cielos, mejor hablen de eso abajo, lejos de mí. Sean no deja de sonreír y yo solo quiero dormir así que dejo de poner atención a su discusión en la cual no tengo derecho de opinar, acomodo la almohada aún más y cierro los ojos dejándome llevar por el maravilloso sueño que ataca con mayor brutalidad con cada minuto.
Sonrío consciente de que quizás deben haber pasado horas desde que deje de poner atención a todos y decidí dormir puesto que ya no hay ruidos en la habitación, me aferro a la almohada y… cielos, esta era más suave y pequeña… Abro los ojos, mis brazos no rodean una almohada sino el musculoso cuerpo de Sean, tiene un tierno sweater azul y está totalmente dormido con uno de sus brazos abrazándome de él.
Esto es interesante, ¿A quién no le gustaría despertar así todos los días?
Cielos, es como un ángel, aunque en la empresa parecía un demonio, y… ¿Qué tal si es ambos? Sí, lo es, después de todo es más intrigante así, la manera en que ve a las personas que cree quieren hacerme daño, como con Elliot, y la manera en que me ve y sonríe. Vaya, sí que lo extrañe demasiado. Pero aunque todo esto sea bastante encantador debo decir que muero de hambre, así que me levanto lo más cuidadosamente posible que puedo… mi brazo se atora en las sabanas u¿y caigo al suelo.
-Diablos- es lo único que se me ocurre decir, genial, solo espero no tener más hematomas de los que ya tengo, me asomo por la orilla de la cama y parece que ni siquiera se ha movido, vaya, tiene el sueño bastante pesado. Me levanto y salgo de la habitación, todo el lugar es bastante cálido y una vez estando en la planta bajo observo por la ventana que hay demasiada nieve, ¿Cómo esa cosa tan linda iba a provocarme hipotermia? Aunque la descuidada y tonta fui yo por usar esa ropa.
Entro a la cocina y no puedo evitar pegar un grito al ver a una mujer de unos cuarenta en la cocina, tomo una cuchara de plástico larga y la apunto a donde ella.
-Lo siento señorita no quería asustarla, soy Ángela Roebuck la nueva cocinera- bajo lentamente la cuchara y peino un poco mi cabello esperando no haberme visto tan estúpida, aclaro mi garganta y le saludo estrechando mi mano con la suya.
-Lo siento, mucho gusto, soy Venus Helliwell, novia de Sean-.
-Lo sé- dice con una sonrisa. –Y el gusto es todo mío, pero, dígame, ¿Quiere comer algo?-.
-Bueno, en realidad, sí-.
-Ahora mismo voy a prepararle algo, así que por favor tome asiento puesto que no demorare mucho- niego con la cabeza y me pongo un delantal.
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Editado: 25.12.2019