ELIÁN R.
—¡Felicidades director!
El señor David, uno de los socios de la librería, me da un fuerte apretón de manos.
—Gracias David —le devuelvo el saludo.
Lo que creía que era imposible de aceptar, en la última noche del año, lo he concretado.
Oficialmente he sido presentado en la cena de fin de año como el nuevo director ejecutivo de toda la cadena de librerías "La Clásica".
Mi familia ha preparado una pequeña, pero elegante cena con amigos y socios. Durante toda la noche he tratado de ocultar mi escepticismo de lo que esta situación me provoca. Estoy consciente de que lo estoy haciendo por amor a mi familia, no puedo decepcionarlos otra vez. No quiero que sientan que de nueva cuenta los voy a abandonar.
Mi padre apostó todo por este negocio cuando tenía mi edad, enfrentó muchas barreras, se arriesgó a pesar de los comentarios de mis abuelos y he de decir orgulloso que lo logró.
—Ahora serás médico y director… que cosas nos depara la vida ¿No crees?
Esperanza toma una silla y se sienta a mi lado. Estamos en la mesa del comedor, todos los demás están platicando y tomando tragos en la sala. Karina me ha felicitado y ha salido corriendo para ver los fuegos artificiales con Daniel. Faltan diez minutos para año nuevo.
—Sí, lo sé.
—¿Cómo te sientes? No te ves entusiasmado —bebe de su copa.
—¿Eh? —me aclaro la garganta—. Claro que lo estoy —intento fingir una sonrisa.
—¿Te ha hablado tu padre de los próximos planes que tiene en mente?
—¿Qué tipo de planes? Solo me dijo que en los próximos días íbamos a tener muchas juntas.
—Sobre la apertura de una editorial —exclama tranquilamente.
—¿Editorial?, ¿En serio? —frunzo el ceño, ¿por qué no me lo dijo antes?—. Eso suena al doble de responsabilidad.
—Con todo el trabajo que viene ¿seguirás yendo a la clínica?
—Sí, pero ahora estaré sólo en las tardes —me llevo la copa a los labios—. Ven, salgamos a ver los fuegos artificiales.
Ella asiente, se levanta y camina directo hacia mi padre, él la toma de la mano y salen al corredor. Los demás hacen lo mismo. Siento como si me estuviera interrogando o algo así, espero que mi padre sepa que no porque acepté ser director de las librerías, dejaré de lado mi vocación. Ya me las arreglaré con los tiempos.
A diferencia de los demás, decido subir a mi cuarto aún con la copa en mano, tomo una manta de mi clóset y de ahí escalo hasta la azotea de la casa.
En cuanto siento el frío calar en mis huesos dejo cuidadosamente la copa en el borde del techo, pongo la manta sobre mis hombros y me siento, espero no resbalar y caer porque si no ya no seré ni director ni médico.
El cielo está despejado, se pueden visibilizar las pocas estrellas resplandecientes. De pronto, las personas que se encuentran en el corredor comienzan a gritar lo que es la esperada cuenta regresiva.
"10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1…"
Justo cuando llegan al número uno, se escuchan estruendos por dónde quier, cuando alzó la vista la pirotecnia por fin se hace presente iluminando todo el cielo.
Desde acá arriba puedo oír los alaridos y felicitaciones en las casas de al lado. Unos igualmente están en sus azoteas para contemplar de mejor manera las luces y otros más han salido a la calle.
Se oye el sonido de notificación de mi celular y lo primero que veo es un mensaje de Alba.
Alba: ¡Feliz año nuevo doc! Espero estés pasando una buena velada con tu familia, sin duda ya te tocaba descansar. Que todos tus próximos sueños y metas se cumplan exitosamente.
Me quedo absorto por un minuto, pero después de escuchar otro fuego artificial, le respondo de inmediato.
Yo: Muchas gracias futura arquitecta, en verdad aprecio tu mensaje. Déjame decirte que lo mejor de mi año fue haberte encontrado en aquella librería la tarde del miércoles 8 de octubre.
No miento, esa es la pura verdad.
Alba: También fuiste lo mejor de mi año. Por cierto gracias por curar mi pie, ya estoy mejor.
Sonrío como tonto frente a la pantalla del celular. Me rasco el mentón un tanto inquieto, no quiero que pase más tiempo, tengo que invitarla a salir, es ahora o nunca. Con el corazón en la mano, le escribo de nuevo.
Yo: Es año nuevo, se vienen muchos comienzos, así que deberíamos salir… salgamos a comer o beber algo, ¿si?
En cuanto envío el mensaje ella tarda en contestar. Meto el celular a la bolsa de mi pantalón, tomo mi copa y la alzo hacia el cielo, haciendo un tipo de brindis.
—Madre… gracias por cuidarnos aún a la distancia. Sé que pronto nos volveremos a encontrar. Feliz año nuevo.
Bebo todo el líquido que resta de la copa, enseguida escucho el timbre del teléfono, lo saco rápidamente y veo su respuesta.
Alba: Claro, me encantaría.