Asistí al Day of Living porque me pareció una celebración interesante y fuera de lo usual, realmente su familia sabía el verdadero sentido de la vida. Nunca había ido a algo parecido a eso, pero sin duda, llenó todas mis expectativas porque es algo que va con la filosofía de mi mamá.
Estamos tan ensimismados en el trabajo, en el dinero, en otras personas, en otras cosas banales que no nos detenemos un segundo, un minuto en dar gracias por nuestra salud y la de nuestros seres queridos. Ahora estoy más convencida de lo que mi mamá me ha estado tratando de decir.
Después de ese día, creí que Elián me hablaría al fin sobre lo que pasó en la plaza, pero no, se limitó a decirme algo al respecto, así que por más que la incertidumbre me aquejaba, no pude hacer nada al respecto.
No quiero, en absoluto, cuestionarlo porque si él confía en mí, lo tengo que oír de su propia voz tarde o temprano.
En la universidad, por fortuna, Sandra ya había regresado a clases, por lo que traté de estar con ella la mayor parte de mi tiempo. Andrés me seguía hablando como si nada, quiero creer que nadie le dijo nada, pero mi subconsciente me decía que no confiara tanto en él, solo es cuestión de tiempo para que se entere de que salgo con su mejor amigo de la preparatoria.
Si de por sí Monse antes me evitaba, ahora lo hacía ver más obvio, sin embargo, noté algo diferente; ya no me miraba con ojos de pistola, sino que, me miraba con cierta desilusión y nostalgia.
»¿O lo estoy suponiendo?«
—¿En serio no piensas averiguar? —exclama Rubí al otro lado de la línea.
—No, por más que me incites a hacerlo.
Sin más, hace apenas dos semanas le conté a Rubí sobre mi relación con Elián, específicamente le dije antes de que fuéramos al Day of Living.
—¿Y entonces qué pasará si él nunca te dice nada al respecto? —refunfuña—. ¿Lo olvidas y ya?
—No, obviamente no haría eso… sólo estoy esperando un poco más, eso es todo.
—¡Bah! Alba —dice resentida—. ¿Y qué harás hoy?, ¿Salir con él para que se burle de tí en tu cara?
—¡Rubí! —la reprendo.
—Ya, ya, perdón, sí me pasé —se disculpa y enseguida se echa a reír nerviosa.
—¿Estás bien? —le pregunto ante su evidente ironía.
—Sí, eso creo —intenta fingir—. Bueno, la verdad es que las cosas por acá no andan tan bien, mi papá se cayó de las escaleras y en los próximos días lo van a operar —admite frustrada.
—¿¡Por qué no me lo habías dicho!? —salto de mi cama temerosa.
—Porque ya has pasado por mucho —declara y puedo oír que se le quiebra la voz—. O no sé, en realidad, fue el día en que me contaste sobre cómo Elián se te declaró.
—¿Estás bromeando?
—¡No! —grita—. Te veía muy feliz amiga, no quería arruinar el momento.
De entre todas las cualidades que admiro de Rubí, la que más he apreciado es indudablemente la empatía. Su manera de ponerse en los zapatos de los demás, aún cuando su mundo esté derrumbado. Otra de las razones por las que es mi mejor amiga.
—Rubí… lo siento tanto —enuncio consternada—. Quiero que sepas que tu padre se pondrá bien y la cirugía será todo un éxito ¿entiendes?
—De acuerdo —sus lágrimas por fin se escuchan al otro lado.
—Oraré por él. Aquí estoy para escucharte así como tú lo haces. Nunca estarás sola.
—Gracias —dice sollozando.
Seguí consolando a Rubí por unos minutos más, le dije las numerosas razones por las que su padre se iba a recuperar y poco a poco la logré calmar. No solo le dije las cosas porque sí, estoy convencida de que saldrá adelante por toda su familia que lo quiere mucho.
Al colgar, sentí un tipo de vacío en el estómago, Rubí no está acostumbrada a sufrir por su familia y no es por sonar egoísta, pero creo que es parte de la vida enfrentar este tipo de situaciones, así uno aprende a tener mayor compasión.
Me quedo absorta unos segundos hasta que el sonido de mi celular me saca de mis pensamientos y al echarle un vistazo observo que es un mensaje de Karina.
Karina: ¿Si vendrás?
Echo un vistazo a la fecha y maldigo para mis adentros.
»Mierda«
Había olvidado que hoy es la fiesta de cumpleaños de Daniel. Si no voy es malo y si voy también es malo porque seguramente estará Monse.
No sé si sea suerte o no, pero Elián no va a ir porque tiene que cubrir su turno.
Yo: ¿Dónde era?
Karina: En "Pull". Te paso la dirección por mensaje.
Yo: Ya voy en camino.
Rebusco entre mis cajones hasta encontrar una pequeña caja envuelta con papel dorado y un moño azul, hace unos días le compré a Daniel un brazalete plateado que ví en una tienda, la verdad no es un regalo tan costoso, pero siento que se ve elegante.
Me pongo unos jeans y un suéter azul marino, al bajar veo a mi madre sentada en el sillón con su laptop entre sus piernas.