Siempre se trató de mí

CAPÍTULO 34

Dejé de venir a la universidad en cuanto supe el grado de enfermedad de mi madre, sin embargo, avisé a cada uno de mis profesores, y éstos fueron muy empáticos, entendieron mi situación, así que solo me limité a cumplir las tareas que solicitaban.

En los últimos días, la tristeza me invadía cada vez más, sólo quería estar acostada en mi cama sin que nadie me hablara, pero Elián, al notar mi evidente conducta, se preocupó y me dijo que tenía que hacer un esfuerzo por salir de mi casa y hacer otras actividades. 

Así que aquí estoy, decidí volver a la universidad para despejar mi mente de todo, sin embargo, creo que fue un error.

En las clases me la pasé con la cabeza hundida entre mis brazos tratando de no quedarme dormida. Sandra me recomendó salir antes de que los profesores se dieran cuenta, así que le hice caso y vine a la cafetería por una bebida que me hiciera recobrar la cordura.

—¡Qué milagro! —La voz de alguien perfectamente conocido se escucha a mis espaldas. Es Andrés que viene caminando directo hacia mí— ¿¡Qué te pasó!? —suelta una carcajada en cuanto ve mi aspecto y pongo los ojos en blanco.

Aunque no quiera, las ojeras de color marrón que se forman debajo de mis ojos, la mancha de mostaza en mi sudadera y mi cabello sujeto en una coleta mal hecha delatan mi cansancio e insomnio. Definitivamente no la he pasado bien, ya ni siquiera me importa venir o no arreglada. Mi vida es un puto caos.

—¿Por qué te desapareciste tanto? —enuncia ante mi evidente aborrecimiento.

—Hola —digo cruzando los brazos.

Él levanta las cejas y se encoje de hombros, esperando que diga algo más.

—No has contestado mi pregunta —se deja caer en el respaldo de una silla frente a mí.

—Ah… —paso un mechón de cabello por detrás de mi oreja recordando la pregunta que me hizo— he estado un poco ocupada en mi casa y con lo del servicio social.

—¿No fue por lo de Elián y Monse? —inquiere bebiendo el cartón de jugo que trae entre manos.

Mi media sonrisa se desvanece.

—No. —Aprieto mi mandíbula—. No fue eso.

Y es la verdad. Lo de ellos no fue nada comparado con lo que ahora estoy pasando. Aunque sí, me dolió que me mintiera de esa forma porque todos lo sabían menos yo. 

—¿Segura? —entrecierra sus ojos maliciosamente.

—Sí Andrés, estoy segura —digo en un tono más alto y los de la mesa de al lado voltean a vernos. 

Parpadeo incómoda tratando de analizar a dónde quiere llegar, pero para buena mí suerte, en ese momento, Daniel aparece. Lleva su chaqueta de cuero negra típica de él, su cabello enmarañado y sus botas negras.

—Hola, ¿cómo estás? —enuncia dirigiéndose a mi. 

Ni se inmuta con la presencia de Andrés, parece que solo quiere hablar conmigo.

—Bien —me limito a decir.

—¿Me dejas a solas con ella? —ladea la cabeza esta vez mirando a Andrés.

—¿Qué?, ¿Por qué? —se queja el otro frunciendo el ceño—. Empezaba a divertirme.

—¡Solo vete wey! —grita Daniel.

—Está bien, está bien… no hay necesidad de usar violencia verbal.

Andrés alza las manos en modo defensa, se levanta de la silla y se va lentamente. Daniel toma su asiento.

—Perdón, pero era necesario —declara poniendo sus brazos sobre la mesa— necesitaba verte para asegurarme de que estuvieras bien por lo de… —hace una pausa antes de mencionar los nombres— Elián y Monse, y como no habías venido a la escuela, me preocupé aún más, ¿terminaste con él?

—No, no… no he terminado con él. Te agradezco que te hayas preocupado, pero estoy bien, en serio.

—Me alegra oír eso —esboza una sonrisa genuina— la verdad es que no me correspondía a mí o a Andrés decirte sobre lo de ellos, pero Monse me dijo que ella te lo tenía que decir para que no salieras lastimada o algo parecido.

—¿Sabes por qué de la nada él decidió romper con ella? —pregunto curiosa esperando que sea la misma respuesta que Elián me dió.

—Bueno… —suspira y entrelaza sus dedos de sus manos con una expresión pensativa—. Cuando murió su mamá, quiso buscar compañía, consuelo con alguien, así que en ese momento conoció a Monse y ambos se encariñaron muy rápido, pero cuando Elián sintió que estaba siendo muy dependiente de ella, decidió romper por el bien de Monse, más que el de él. 

Recuerdo que algo así me dijo. Se sintió solo, y hasta cierto punto culpable de lo de Karina, así que buscó refugió y consuelo en ella, pero claramente sus sentimientos nunca fueron reales, más sin en cambio, Monse sí se enamoró; algo que evidentemente sigue sin superar.

—Entiendo —muevo mi cabeza.

—Ha sido muy difícil porque Andrés y yo somos amigos de ambos, así que no tenemos porqué ponernos de un solo lado. Monse está yendo a terapia, pero después de verlo de nuevo, se entristeció, entonces sigue luchando con ello ¿sabes? —me mira con atención durante unos segundos y después sonríe a medias.

—¿Qué? —inquiero mirando a los lados nerviosa.

—Por otro lado, me alegra que ustedes hayan arreglado las cosas, conozco a Elián desde el primer año de preparatoria, y después de lo que pasó hace años, nunca lo había escuchado decir lo feliz que se siente estando con una persona —alza su dedo índice y me señala.




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