Rubí es la primera en acercarse al ver mi súbita expresión.
—¿Estás bien? —rebusca en su bolso de mano sacando una botella de agua—. Ten, bebe esto.
Doy unos cuantos tragos que me permiten volver a la cruda realidad. El líquido a través de mi garganta raspa cada parte de esta.
—Gracias —digo limpiandome los labios con la manga de mi suéter—. ¿Qué haces aquí?, ¿Qué hacen aquí? —corrijo en cuanto veo a mi padre por detrás del hombro de Rubí.
Trae cargando dos maletas que parecen bastante pesadas. Pese a que no había pasado tanto tiempo desde la última vez que lo vi, por alguna extraña razón no es el mismo. Las ojeras de sus ojos delatan cansancio, además su rostro luce demacrado y delgado.
Me acerco a él para saludarlo.
—Hola… deja te ayudo —intento agarrar una maleta, pero él lo impide.
—No, estoy bien… ¿como estás?, ¿cómo está ella? —pregunta con los labios temblorosos.
Bajo la mirada y no digo nada. Rubí se percata de ello a mis espaldas y se acerca.
—Deberíamos pasar, empieza a hacer frío aquí afuera —finge genuinamente frotándose los brazos.
Abro la puerta, mientras mi padre y Rubí toman las maletas.
—¿Crees que pueda pasar a verla? —dice mordiéndose los labios en cuanto estamos dentro—. Está aquí, ¿no?
—Sí, solo deja que suba a acomodar algunas…
Escucho que alguien arriba cierra la puerta de la habitación de mi madre y cuando doy media vuelta, veo a Elián bajar las escaleras.
—¡Oh! —dice un poco sorprendido y asustado al mismo tiempo—. Cuando llegué no había nadie.
Él se sitúa a mi lado y saluda primero a mi padre.
—Buenas tardes, soy Elián —ambos se estrechan las manos en un saludo.
—Mucho gusto, soy Carlos, el papá de…
—Él es mi padre —lo interrumpo rascándome la frente.
En mi mente, se suponía que yo tenía que presentarlos en un contexto muy, muy diferente.
—Elián es mi novio —digo sin más.
—Ah… mucho gusto, mucho gusto —mi padre suelta una risita nerviosa.
Finjo una sonrisa, pero siento perfectamente cómo el ambiente de nuevo se va tornando tenso.
Elián es el primer novio que les presento formalmente a mi padre, nunca le dije de la relación fugaz que tuve con Efrén porque mi madre y yo lo conocíamos bien, sabíamos que se iba a poner paranoico repitiendo una y otra vez las razones por las que no debía tener novio.
“Vas a sufrir”, “Te va a dejar por otra”, “Sentirás celos”, o peor aún, ideas tontas como “Vas a quedar embarazada”, como si lo primero que hiciera fuera tener relaciones sexuales. Qué absurdo.
—Yo soy Rubí —dice ella acercándose de repente—. Aunque creo que ya nos habíamos presentado, aunque sea por teléfono —me dedica una mirada pícara haciendo que recuerde aquella noche cuando, estando ebrias, le marcamos por teléfono.
»Qué oso«.
Pareciera como si mi mejor amiga estuviera destinada a romper los silencios y momentos engorrosos en lo que me veo envuelta. Después de todo es bueno tenerla aquí.
—Ah sí, lo recuerdo —refiere Elián y sus mejillas se enrojecen.
»He's so cute, sexy, lovely« .
Pienso sin querer.
—Lamento que nos tengamos que conocer en esta situación Elián —mi padre hace un mohín.
—Lo mismo digo señor, soy médico y me encuentro ayudando en lo que puedo a Alba.
—¿Eres médico? —alza sus cejas sorprendido y me dedica una mirada de convencimiento. Yo solo me encojo de hombros.
—Así es. Supongo que vienen hasta aquí para verla, ¿no? —él les pregunta y ellos asienten—. Pueden subir, pero quiero decirles que su estado ha empeorado mucho desde entonces, así que no tengan expectativas de que verán a la misma persona a la que estaban acostumbrados.
—De acuerdo —dicen ambos mirándose entre sí.
A continuación, Elián se dirige hacia la habitación de mi madre y ellos lo siguen por detrás.
Oigo que murmuran estando arriba y al cabo de unos minutos, Elián baja y enarca una ceja en cuanto me ve.
—¿Estás bien?
—Sí, eso creo.
—No esperabas que vinieran, ¿verdad?
—No, en absoluto —suelto un suspiro— ¿Qué debo hacer o decir? Siento que la situación se está saliendo de mis manos, me siento cansada, pero no sé qué más hacer por ella.
Él se acerca, me toma de las manos y frota mis nudillos.
—No debes sentirte así porque has hecho más de lo que te imaginas. Este tipo de situaciones son difíciles y cansadas, tanto para el paciente como para sus familiares, pero tú mamá sabe que la estás ayudando y te estás esforzando por ello. Ven aquí. —me besa la frente y me rodea con sus brazos haciéndome sentir cada vez más protegida— ¿Cómo te fue en el regreso a la universidad? —Se aparta de mí y ladea su cabeza buscando mis ojos.