Adara
―Bien, hablemos madre
―Tuvimos una pequeña disputa ayer en la mañana y ambas sabemos que estuvimos equivocadas ―me sorprende que mi madre acepte sus errores, siempre ha querido ganar a toda costa
―Si madre
―No...De hecho solo tú estás mal ―me interrumpe.
―¿Qué?
―Yo sé lo que es mejor para ti, tú solo debes obedecerme, sé lo que escojo para ti, porque quiero tu felicidad y el bienestar de todos
―¿¡Tú!? Tú ya no puedes hacer eso, tú no quieres mi felicidad, quieres tu estabilidad, desde que mi padre se fue tú solo le has prestado atención a tu trabajo y al pueblo ―grito con lágrimas en los ojos―. No te has preocupado por mí, porque solo eres tú, el día que mi padre se fue, tu alma se fue con él, era una niña ¡Y me dejaste sola!, solo quería que mi madre me abrazara y me dijera que todo iba a estar bien, te necesité y no estuviste ahí ―limpio las lágrimas que caen una tras otra―. No digas que te preocupas por mí porque ambas sabemos que no es cierto, dime madre: ¿Cuándo tuve mi primer beso? ¿Cuándo fue que me rompí el brazo? ¿A qué le tengo miedo madre? ¿¡Qué es lo que odio!? ―grito botando todo lo que me contuve por muchos años.
―Soy tu madre, no tienes derecho a hablarme así.
―¿Sabes que odio? ¡Te odio a ti! ―y esas palabras fueron suficientes para hacer estallar a mi madre, su mano impacta fuertemente con mi mejilla, volteando mi rostro, las lágrimas amenazan con inundar mis ojos nuevamente.
―¡Basta! O te alejas de ese chico, o haré que el se deba alejar de ti ―amenaza mi madre.
―¿Si? ¿Cómo? ―pregunto con ironía.
―No me provoques Adara, soy capaz de hacer muchas cosas y si tú o él salen muy lastimados, yo te lo he advertido ―se aleja de mí, caminando hacia las escaleras.
―¿En serio? ―suelto una risa irónica―. ¿Te vas? Ni si quiera sé por qué me sorprende. Siempre haces lo mismo.
Mi madre voltea y me mira.
―Solo quiero nuestro bienestar ―dice antes de dar media vuelta e irse a su habitación.
Giro los ojos y suelto una risa irónica, siempre ha dejado así las discusiones, ella debe dejar la última palabra y se va porque sabe que ella no está siendo del todo sincera conmigo.
―Necesito salir de aquí ―digo para mí misma.
Subo a mi habitación a paso apresurado, me cambio, cojo un bolso, mi celular, mi billetera y mando un mensaje de texto.
Yo: Necesito verte
Poco después me llega un mensaje confirmándome y respondo.
Yo: en el lugar de siempre
Salgo de casa sin avisar, salgo enojada y con prisa, se preguntaran por qué no me voy de casa si ya tengo 22 años, pues no lo sé. Siempre tuve la esperanza de que mi madre pueda cambiar, porque es mi madre, es mi familia. Jamás volví a saber de mi padre, ni una señal, absolutamente nada de él, mi madre lo dio por muerto y nunca más quiso hablar del tema hasta ahora.
Camino nuevamente por aquel parque, cerca hay un pequeño risco en el que iba con Emily desde que teníamos 12 años, íbamos cada domingo a aquel risco, solo las dos.
Luego de 5 minutos llego al risco y la veo ahí sentada con su mochila al lado y una manta en el piso.
―Holaa, te extrañé tanto ―la abrazo fuertemente, llevo años sin verla. Hace casi 5 años se mudó a la ciudad, buscando su lugar, buscando una vida diferente.
―Yo también, no te libras de mí tan fácilmente ―me reparte besos en la cara y me llena de baba.
―Bastaa loca ―nos reímos y nos sentamos―. Debo contarte todo lo que pasó.
Le empecé a contar a Emi todo lo que pasó con lujos de detalles, le conté todo sobre Luzbel, todo lo que pasó con él y también le conté lo de mi madre, lo de la reunión de los fundadores, sentía que algo no iba bien. Emi me escuchó pacientemente mientras comía lo que trajo para pasar el rato, yo me sentía algo triste y me puse a comer también. Cuando por fin acabé de desahogar todo, Emi dejó de comer para darme su opinión.
―Luzbel es lindo y extraño ―es lo primero que dice―. Tu madre siempre fue así Ada y lo sabes, no entiendo por qué no te vienes conmigo a la ciudad, tengo un trabajo y un apartamento que ya no uso, harás tus pruebas y pagaremos el departamento entre las dos, será un sueño cumplido ―me intenta animar.
―Luzbel no es extraño ―defiendo, ignorando sus palabras.
―Se metió a tu cuarto cuando recién te estuvo conociendo, puede ser un loco asesino y tú lo dejas entrar
―Hay algo en él Emi, no me siento en peligro a su lado, me siento protegida ―suelto una risa divertida―. Es extraño
―Ayy que linda, mira quien se ve atontada ―suelta una fuerte carcajada, yo la empujo despacio uniéndome a su risa―. Bueno bueno, debo conocer al famoso Luzbel, debe ir a la fiesta de los tres pasos ―sugiere Emi.
La fiesta de los tres pasos es una vieja tradición que tenemos en el pueblo, llevamos a un acompañante y bailamos una balada que año a año cambia, es una fiesta que todo el pueblo disfruta, más las parejas jóvenes. La fiesta se hace en la mansión de George, en el patio trasero, Emi, Mike, Cristina y yo somos los encargados de organizar y decorar el lugar para la fiesta.
Mike es un chico que conocí hace 2 años atrás, es alguien increíble y muy amable, me ha ayudado en momentos difíciles de mi vida y es alguien muy importante para mí.
Cristina es una chica que se mudó hace 1 año y 5 meses, cuando llegó le costaba un poco adaptarse pero la invitamos al grupo y ahora somos inseparables.
Y bueno ya saben de Emily, mi mejor amiga y hermana.
―No lo sé, no creo que quiera ir a una fiesta aburrida
―Nada pierdes intentando ―me abraza―. De igual manera nos divertiremos y olvidarás a tu madre ―me coge las mejillas y las aprieta―. Yo si llevaré a alguien al baile
―Oh no ―advierto―. Dime que él no.
―Así es, David me agrada y creo que las cosas van en serio con él ―murmura con una sonrisa algo incómoda–. Además él me lo pidió a mí.