Respiro con dificultad tratando de entender lo que está pasando. Enseguida siento el olor a sangre y veo como el líquido rojo se aglomera a su alrededor. Miles de pensamientos me inundan y soy consciente de que lo estoy golpeando para que despierte.
-¿Qué pasó?. Pregunto porque no entiendo nada.
Lo veo allí en el suelo ensangrentado y me arrodillo a su lado.
-¡Abre lo ojos! ¡Ábrelos!. Digo una y otra vez mientras lo zarandeo. Le miro la cara y veo como poco a poco me observa.
En este momento estoy llorando y no entiendo nada. Hace minutos estábamos hablando y ahora el está herido. Lo detallo y veo que la camisa color gris que lleva esta empapada de sangre.
-Tie... nes... que... irte. Balbucea mientras lo sostengo.
-No... no te voy a dejar. Digo entre sollozos.
-Ellos... vendrán.
-¿Ellos quienes?.
-Vete. Dice y cierra los ojos.
-No. ¡Mírame! Por favor suplico y me acomodo para colocar su cabeza en mi regazo.
-No te dejaré solo. Lloro.
-Vete. Repite. Cuando ve que niego con la cabeza sube su mano y acaricia mi mejilla.
-Perdón por mentirte. Ideas vienen y van en mi cabeza sobre que hacer.
-Shiiit. Por favor no hables. Debes guardar energías.
-Tu fuiste lo mejor que me pasó en el mundo... Mi...Mi Vida tuvo sentido... cuando llegaste.
-¡Cállate! Digo acunando su rostro en mis manos.
-Per... perdón por esto. Dice y pasa su mano por la cicatriz a un lado de mi cabeza.
-No hables. Digo en medio de un sollozo.
-Yo... fui... qui... quién te arrolló esa mañana.
-Calla. Lloro y no quiero que muera.
-Fue... un...accidente. Dice y hago ademán que guarde silencio pero el no me obedece, en este momento me mira a los ojos y una sonrisa se extiende en sus labios.
-Te...Amo.
-Estarás bien, llamaré una ambulancia.
No puedo pensar en otra cosa que su bienestar. Esa noche hace diez años no pude salvar a mi hermano y es algo que siempre me he lamentado, por lo que en este momento decido que tampoco perderé al hombre que amo.
Al verlo como balbucea me deshago de mi suéter y lo vuelvo una compresa para sujetarla en su pecho. Lo veo toser y enseguida una bocanada de sangre sale de su boca mientras el cierra los ojos y en esos segundos no vuelve a abrirlos.
No por favor.
Me levanto y corro al teléfono. Veo mis manos manchadas de sangre, y las limpio en mi pantalón. Al marcar los números mis dedos resbalan del teclado, pero logro hacer la llamada y escucho cada pitido mientras oro a Dios que alguien conteste urgente.
Vamos maldita sea.
Que alguien conteste ya.
-Red de emergencia. Responde la operadora y en medio de mi sollozo, recito lo que ha pasado en los últimos minutos.
La mujer trata de calmarme y hace preguntas sobre la situación. Respondo lo que ella quiere saber y por ultimo dicto la dirección de mi casa. Hago énfasis en que mi esposo esta inconsciente en mi sala, y es allí cuando la operadora me dice que me calme que una ambulancia ya viene hacia acá. Termino la llamada y marco otro número.
-¿Diga? Contesta una voz familiar.
-Roberto. A Caín le dispararon. Digo llorando.
-¿¡QUÉ!?
-Necesito... que vengas... a mi casa... está... sangrando mucho. Digo llorando.
-Voy para allá. No espero a que termine la llamada y corro al lado del hombre inconsciente en mi sala.
Trato de calmarme yo misma cuando estoy a su lado y recuerdo los primeros auxilios que se le prestan a un herido.
Me limpio las lágrimas con el dorso de mis manos, y presiono la compresa en su pecho. Lo coloco en forma recta, ajusto su cuello y comienzo RCP (Resucitación Cardio Pulmonar). Cuento 30 compresiones y dos infusiones. Hago esto, al menos cincuenta veces e ignoro el dolor en mis brazos por el esfuerzo.
-Vamos. No me puedes dejar sola. No así. Lloro.
-¡No me dejes!.Digo y enseguida escucho las sirenas de una ambulancia.
-Están aquí. Le digo al hombre que yace pálido frente a mí.
-Resiste.
Escucho ruido afuera y enseguida unos pasos resuenan en la sala.
-¡Dios! Escucho la voz de Roberto. No quiero desviar la mirada de Caín quien no respira, pero enseguida siento unos brazos apartándome del cuerpo inerte de mi esposo.
-¡NO! ¡QUIERO ESTAR CON EL!. Lloriqueo mientras unos brazos me rodean.
-ESTA MUERTO. Grito mientras veo como los paramédicos se encargan de el.
Lucho con el hombre a mi lado y se que el se fué. Veo como lo ajustan en la camilla, pero se en el fondo que me dejó. Que me dejó al igual que mi hermano. Al igual que mi madre. Al igual que mi abuela.