Abro los ojos y al ver a mi alrededor me doy cuenta que estoy en un lugar oscuro. Recuerdo todo lo que pasó y un pensamiento sobre Elisa se instala en mi cabeza. En este momento trato de moverme y no logro hacerlo. La razón. Es que estoy atado de manos y pies a una silla de madera, me siento desprotegido sin mí chaleco antibalas y me concentro en las personas que están en el lugar.
-Y se despertó el imbécil. Escucho que alguien dice y en ese momento siento un golpe en el rostro. Veo a quien lo hizo y resulta ser el mismo hombre a quien golpee al llegar aquí. Siento palpitar el lado izquierdo de mi cara mientras detallo al joven y puedo deducir que tiene unos 20 o 23 años.
-Aqui no eres tan machito.
-Suéltame y te lo demuestro cuando quieras.
-¡¿Qué dijiste?!.
-Suéltame y te lo demuestro. Repito.
Este no dice nada y se acerca nuevamente donde estoy. En ese instante es interrumpido por alguien que llega.
-Nos vamos. Indica El recién llegado y siento como me libera de donde estoy.
Poco a poco, camino pero en este momento siento el cuerpo entumecido por la posición en que estaba. Mientras vamos caminando por el pasillo, trato de vislumbrar alguna salida rápida pero, no logro distinguir nada a mi alrededor.
-Espera que yo venga. Dice uno de ellos mientras se aleja apresuradamente. Me quedo en compañía del puberto como decido llamarlo.
-Si haces algo estúpido. Te mataré. Agrega el joven a mi lado y al verlo siento pena de el.
-No si yo lo hago antes. Amenazo.
-Parece que no te oí. Dice con sarcasmo
-Lo que oíste. Digo mirando a Pube, quien para ese entonces está con un ojo muy inflamado.
Antes de decir algo más, viene y se ubica frente a mi. Lo veo levantar su rodilla y al encontrarme con las manos atadas en mi espalda, no puedo evitar el golpe que impacta en mi abdomen. Me inclino y toso para recuperar el aire perdido y maldigo internamente a este mocoso.
-¿Que estás haciendo?. Agrega esta vez el hombre quien hace algún momento se retiró.
-Si no lo mata Daniel, juro que lo haré yo.
-Cállate idiota no lo podemos matar. O quieres que la mayoría de pacos que están afuera entren y nos acribillen. Ven y ayúdame a llevarlo a la sala.
Voy sostenido a cada lado, mientras poco a poco voy recuperando el aire. Soy consiente de que estamos en un lugar con otras personas. Levanto la vista y concentro mi atención a la única persona que me importa en la vida.
Elisa.
Al verla allí a poca distancia le agradezco al Dios a quien ella le profesa tanto la Fé. La veo a lo lejos y me siento tranquilo al verla con vida. A pesar de la distancia puedo distinguir el estado de su rostro y me hierve la sangre.
Mataré al que le hizo esto.
Nos acercamos a donde ella está y para cuándo se da cuenta de mi presencia, puedo distinguir confusión en su rostro.
Te sacaré de aquí. Pienso para mis adentros.
Con fuerza me lanzan al piso y cuando estoy a sus pies, ella se arrodilla y sostiene mi rostro entre sus manos.
-¿Qué haces aquí?. Susurra muy cerca de mi.
El verla a mi lado con vida, hace que esto haya valido la pena.
-Estas bien. Balbuceo aún con dificultad para respirar.
-No debiste venir. Dice ella y veo como se le llenan los ojos de lágrimas. Ambos estamos allí susurrando tan cerca el uno del otro, hasta que escucho aplausos y vitoreo por parte de un hombre.
Elisa lo observa y siento rabia en su voz.
-Si le haces daño juro que te mataré. Amenaza y yo paseo la mirada por el lugar. Distingo varios hombres armados.
En total 16. Los veo mientras Elisa habla con Daniel Morris. Evaluo las posiciones de cada persona y estan en espera de alguien.
Quizás de nosotros.
Distingo sus armas y a simple vista son Fusiles Kalashnikov y M4. Salgo de mis pensamientos cuando Elisa se levanta y me deja en el suelo. Veo como se le acerca a este hombre quien le saca varios centímetros de diferencia con respecto a su altura.
El da un paso hacia donde estoy y me patea el abdomen. Me quejo del dolor cuando soy levantado del piso y nuevamente me amarran a una silla. Estoy con mi cabeza baja y siento un poco de dificultad para respirar, signo alguno de que hay una lesión en mi costado derecho.
Trato de tomar aire profundo y no puedo hacerlo sin antes toser. Escucho como el nombre de Eduardo Liévanov es pronunciado y es aquí donde recuerdo las palabras de Ezequiel. Ambos estamos en esta situación por su culpa. Me preocupo en inhalar y exhalar poco a poco hasta que veo como Morris amenaza a Elisa.
-No lo harás mi bonita. Porque antes yo colocaré una bala aquí. Al estar a poca distancia observo como coloca un dedo en el rostro de mi esposa. Y después señala el lugar donde estoy.
En este momento juro que ese hombre morirá en mis manos. Así sea lo último que haga en mi vida. Trato de decir una palabra, pero no logro hacerlo, sin antes toser.