Selene se encontraba de pie delante del espejo de su habitación. La faja cada vez tapaba menos del hinchado vientre que cada día crecía más y más. No creía poder seguir ocultando su embarazo mucho mas tiempo. La chica solo podía pensar: “¿Qué harían sus padres cuando se enteraran?” . Odiaba tanto las nuevas leyes... En vez de ir avanzando iban retrocediendo. Terminó de ponerse la faja y salió de su cuarto.
Selene –como otras mujeres más–, quería tener su propia casa. A pesar de que, todas las mujeres eran independientes –en el sentido de trabajar y pagar sus gastos– , no tenían su propio espacio. Seguían viviendo con sus padres esperando a un marido digno. Ser de la aristocracia era peor para Selene, ya que, debía cumplir las leyes mejor que las demás y ser un ejemplo para el pueblo.
Al entrar al comedor su madre la intersectó.
—Hija, te tenemos una buena noticia. —las noticias de su madre solían ser poco importantes.
— ¿Qué? ¿Hay una nueva moda? —Se burló.
La moda es de lo que ella siempre se preocupaba y hablaba, como siempre, su madre ignoró el comentario y se acercó hasta la mesa.
—Ha venido Diego y está dispuesto a cortejarte.
— ¿¡Qué!? —Grito desesperada— ¡No mamá! —Ella la siguió ignorando.
—Estas a punto de cumplir 25 años, es tiempo de que busques un marido.—siguió hablando como si a su hija no estuviera a punto de darle un colapso.
— ¡Madre ya dije que no! —siguió gritando— ¡No me gusta ese hombre! —su madre la miro como si estuviera loca.
—Estas bajo nuestro mandato Selene, harás lo que tu padre y yo digamos. Tienes que buscar un marido como los de tus hermanas. Incluso mejorde los de ellas — comenzó alzar la voz—. Te vas a poner vieja y no habrá nadie que quiera casarse contigo.
—No necesito un marido, madre. —replicó Selene.
—Sí lo necesitas, ¿qué dirán los demás al ver que mi última hija no se ha casado?
—Sólo te interesa lo que digan las personas madre. ¿Acaso no te importan los sentimientos de tu propia hija?
—Mira, Selene. Te estás haciendo mayor, tienes un carácter de perro, no sabes hacer nada de servicio, y encima de todo eso, te estas poniendo más gorda. Necesitas un marido que te mantenga antes de que se vaya toda tu belleza.
Sus palabras fueron como un balde de agua fría para Selene, le dolieron. Nunca fue una mujer delgada siempre tuvo su cuerpo en un peso estable, entre delgada y gordita. Su tío Elkin siempre se lo dijo :" mujeres con carnes ya no las hay". Ella no tenía barriga, bueno, solo tenía un bebé dentro. Además de eso, Selene tenia buenos atributos físicos: pechos, trasero y caderas estrechas.
Durante su adolescencia, y ahora su adultez, Selene tuvo hombres que quisieron casarse con ella porque les gustaban lo que veían, pero, sus familias no aprobaban su contextura. Además de eso, no sabía hacer nada dentro del hogar porque su madre nunca dejó que hiciera nada. Sabía cocinar, su abuelo le había enseñado.
Sin darse cuenta, Selene estaba llorando dolida por las palabras de su madre.
— ¿Qué es todo este alboroto? —el padre de la chica, al escuchar los gritos, decidió aplacar el ambiente.
—Tú hija no quiere que la cortejen.—el padre la miro con tristeza, él siempre había sido sensible.
— ¡Oh cariño! —Se acercó a ella y la abrazo— . Ojalá ninguna de mis hijas tuviera que casarse.
—¡Miguel! —le reprendió su madre. Él ni se inmutó .
— Sabes que tienes que hacerlo, cariño. Tal vez llegues a enamorarte como sucedió conmigo y tu madre.—la chica escondió su rostro en el pecho de su padre.
—No será lo mismo, no entiendo cómo te enamoraste de mi madre.—murmuró .
—Selene—la reprende— . Ella es así de dura porque las quiere. Según, ella "hay que darles mano dura" —dice divertido.
Su madre sale pataleando en dirección a la cocina mientras su padre besa coronilla de su niña. Por un momento se olvidó del gran problema, hasta que, su papá lo arruina todo.
—Selene tienes más barriguita, cariño, no deberías comer mucho por tu salud.—se separó de él con rapidez.
—Debo irme. —dijo con nerviosismo.
Salió de su casa en dirección a su trabajo, dispuesta a contarle todo al padre de su hijo.