Las pruebas de fertilidad fueron hechas hace dos días.
La reina tiene por obligación dar herederos al trono. Hoy era el día en que Ronal vendría hacer otra prueba para elegir una esposa para Alexander.
—Buenos días su majestad —Cesar entro al cuarto de Alexander sin permiso.
—Cesar deja de burlarte y por favor no vuelvas a entrar sin llamar a la puerta —lo regaño Alexander.
No había cosa que le molestara más al príncipe que la gente que entraba a los lugares sin permiso.
Cesar solo lo llamaba así para molestarlo, al único que le permia hablarle así era a su mejor amigo, sin embargo, hasta el propio Cesar sabía que Alexander tenía sus límites.
—Te traigo una buena y mala noticia.
—Habla —dijo mientras se dirigía al baño con Cesar pisándome los talones.
— ¡Acaso ni para cagar tengo privacidad! —grito exasperado.
Entró al baño cerrándole la puerta en la cara
—En realidad no, tu baño también tiene cámaras —Cesar escucho una maldición por parte de Alexander. Obvio eso no era cierto, sólo le gustaba molestar a su amigo.
—En fin... ¿Cuál quieres que te diga primero?
—La mala, siempre es mejor dejar el vaso de agua de último para poder pasar el amargo.
—Una de tus novias es estéril.
--¡Mierda! --mascullo Alex. Quería deshacerse de una de ellas, pero que no pueda tener hijos no es algo que le desearía a nadie.
—Hombre que mal y ¿cuál es la buena?
—Te casas en cinco meses.
—Eso no es una buena noticia —replico mientras salía del baño.
—Claro que sí.
—No.
—Como digas, ahora ¿con quién te casaras? ¿Con la rubia o Selene?
—Si fuera por mí con ninguna de las dos.
A Cesar le divertía un poco la situación de su amigo, él estaba buscando a Selene nadie sabía nada de ella. Le daba gusto que su amigo no quisiera casarse con Selene, él no se la merecía, pero no le gustaba que la utilizara.
Quería a Alexander pero a veces podía ser un completo imbécil.
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Más tarde Alexander se reunió con el primer ministro.
—Su majestad — lo saludo el primer ministro en cuanto lo vio entrar.
—Primer ministro —respondió molesto con la presencia del hombre.
Para ser el primer ministro Ronal no era viejo, era solo seis años mayor que Alexander ,aunque ,pareciera que fuera más joven, pero como siempre .Ronal. Parecía su hermano mayor regañándolo por todo.
—Vamos —anuncio alejándose.
— ¿A dónde? —El príncipe se puso a la defensiva.
—Debemos visitar a la señorita Ana —respondió como si fuera algo obvio.
— ¿Para qué?
“Puede que suene idiota, pero no hay preguntas idiotas, solo idiotas que no preguntan” se dijo así mismo.
—Hacerle la última prueba.
—De que se trata —siguió con el interrogatorio.
—Consiste en demostrar que puede ser una reina digna, fiel, capaz de ser una madre y esposa ejemplar.
— ¿Cómo vas a probar eso?
—No sé —se encogió de hombros.
Alexander siguió a Ronal a fuera de su casa, su madre y hermanas estaban en la casa de verano desde que murió su padre. Ya comenzaba a extrañar a su pequeña Lucía.
Media hora después se encontraban en la casa de Ana, la rubia.
Ronal toco durante tres minutos, Ana estaba en su casa, eso ya lo sabían por las luces y el movimiento en la plata de arriba. Minutos despues, Una Ana un poco despeinada y con una bata abrió la puerta. Alexander la reparo y luego miro hacia dentro.
—Su majestad —hizo una reverencia—. Primer ministro —saludo a Roñal.
— ¿Podemos pasar? —preguntó Roñal.
Ana se veía nerviosa, se dio cuenta el príncipe. Él la reparo mejor; cabello desordenado, en bata, labios levemente hinchados con rastro de labial, rostro con maquillaje regado y la mano en su cuello, le aparto a mano y sus sospechas se confirmaron.
—He tenido sexo con más de una mujer y se perfectamente el aspecto que tienen cuando acaban de ser recién folladas —la chica abrió los ojos como platos.
—No...Yo he...
—Yo...yo...tu... que joder —se mofó Alexander—. Espero que ese inútil tengo un trono y te convierta en la reina de las putas.
Alexander realmente estaba enfadado y aliviado. Enfadado por confirmar que todas las mujeres son iguales y aliviado porque realmente esa mujer lo irritaba.
—Mi señor no tenemos pruebas —Ronal parecía aliviado y desconcertado.
Alex Girándose. soltó un bufido
—Guardias suban y tráiganlo —mando.
La chica comenzó a protestar diciendo que era allanamiento, como si pudiera negarle la entrada a la guardia real con su rey. Al poco rato llegaron con el tipo.
— ¡Ves! Ronal te lo dije tienes que hacerme caso en estas cosas
—Sabe que habrá repercusiones, usted había firmado un contrato como aspirante a reina.
—Yo lo siento —Ana rompió en llanto. El príncipe rodo los ojos irritado.
—Ya vámonos, Ronal luego arreglas con ella pero...que sepas —se dirigío a Ana — .Que no dejo nada sin castigo.