─¿Y piensas hablar o vas a seguir mirándome así, como si tuvieras miedo, acaso has hecho algo malo? ¡Dime ya que tienes ahí! ─gritó exasperado.
─Está bien ─hablé finalmente─, desde que llegamos aquí tuve una mala impresión acerca de Joe, hay una puerta negra en la cual está colgado un cartel de "PROHIBIDO ENTRAR", eso me pareció raro... Sé que él está escondiendo algo, la puerta está asegurada y solo él tiene la llave. Hoy en la madrugada lo oí hablar por teléfono con alguien, dialogaban acerca de unos paquetes y que el no podía producir más por el momento, acordó verse con esa persona para vendérselos y finalmente para corroborar mis sospechas logré coger una bolsa en la que supuse que se encuentra el contenido de lo que vende Joe ─suspiro y le muestro la bolsa─. No sé qué rayos sea esto pero huele a orégano.
─Julieth... esto no es orégano ─me quita la bolsa de las manos y saca un poco del contenido, y lo huele, veo como sus ojos empiezan a abrirse más de lo normal y una leve sonrisa se asoma por sus labios ¿está feliz?─. Nunca pensé decirte esto pero gracias, me has salvado.
Lo miro algo confundida ¿por qué tiene que agradecerme?
─Louis disculpa pero yo no he hecho nada para que me agradezcas y parece ser que tú si sabes qué es eso ─digo apuntando la bolsa.
─Te diré que es esto ─alza la bolsa─ pero tú me lo darás y no dirás nada al respecto, lo necesito, te diré todo acerca de mí, y así entenderás. Sé que quieres saber mi historia y hoy la sabrás ¿trato?
No puedo negar que su oferta es justa y juro que es inquietante, quiero saber acerca de él y el porqué de su necesidad de tener lo que sea que contenga esa bolsa.
─Trato ─contesto después de unos segundos─ empieza a hablar.
─Todo empezó cuando tenía 10 años, mis padres nunca estaban en casa, mi abuela era la única persona que pasó conmigo casi toda mi infancia ─noto tristeza en su voz─. Una noche ellos llegaron con muchas personas, mi abuela ya se había ido y yo estaba solo, empezaron un tipo de fiesta la cual incluía alcohol, drogas y sexo. Fue horrible el tener que presenciar eso, una amiga de mamá me encontró observando todo, estaba drogada, me llevó casi arrastrándome hacia donde estaban mis padres. Había mucho humo, recuerdo que estaba llorando, no paraba de llorar, luego de unos minutos me empezó a doler la cabeza, veía doble e incluso creí haber visto criaturas espantosas. Salí gritando hacia mi habitación, me caí muchas veces omitiendo que no tenía el equilibrio para poder mantenerme firme, me encerré en la habitación, subí a la cama y me sentía inquieto, me dolía la cabeza, sentía mis latidos cada vez más fuertes. Luego de unos minutos me sentía feliz, sentía que estaba en las nubes, veía a los personajes de mis dibujos favoritos alrededor de mi habitación, no entendía lo que hablaban pero estaban sonriéndome, me causo gracia el ver cómo iban deformándose hasta convertirse en otro personaje y así sucesivamente, reí, lloré, me enojé, corrí, hasta que toda mi energía pareció irse de la misma forma en la que vino, me sentía muy cansado y me quedé dormido.
»Desde ese día todo volvió a repetirse, después de un año metieron presos a mis padres, la policía descubrió que vendían droga, supieron que tenían un hijo, se referían a mí ─suelta una risa amarga─. Apenas tenía 11 años y ya era un drogadicto. También los sentenciaron a causa de eso, a pesar de los intentos de mi abuela por obtener mi custodia no lo logró, me llevaron a un centro de rehabilitación, estuve allí alrededor de 6 meses, no recuerdo bien, luego me trasladaron al albergue, al lugar en donde pase 7 largos años, sintiendo morir cada día. Mi abuela iba a visitarme 2 veces a la semana, era lo único bueno, por lo menos podía verla. Falleció 2 años después, fue horrible, me escribió una carta pidiéndome disculpas por no haber sido una buena madre y abuela ─una lágrima resbala por su rostro y rápidamente la limpia─. Ella me quería mucho y yo a ella, no lo soporté, no quería sentirme así tan miserable, ni siquiera pude despedirme de ella, el dolor era profundo no tenía a mis padres, no tenía a mi abuela. Entonces la historia volvió a empezar, quería aliviar de alguna manera dicho dolor y logré la forma de obtener marihuana, un chico más grande que yo, Aron, ese tipo cómo podría olvidarlo ─sonríe─. Él me regalaba la droga a cambio de un poco de comida, ya que era el familiar de una chica, creo que era su hermana menor, siempre venía a verla, así lo conocí, a veces venía sin nada en el estómago y allí cumplía mi parte del trato con él, le daba un poco de mi comida y él cada que podía me traía la marihuana. Y así estuve una buena temporada, el dolor ya no estaba pero la ansiedad de tener más droga en mi organismo sí, es por eso que no desaproveche la oportunidad de poder salir de ese maldito albergue. Julieth yo no puedo estar bien si no tengo droga en mi organismo, quiero que me entiendas, no puedo dejarla porque es la única forma en la que puedo sentirme bien y es la única forma de olvidar la miserable vida que he tenido ─me mira con ojos suplicantes y las lágrimas amenazan con salir en cualquier momento de sus ojos─ ¿es que acaso tu nunca has sentido dolor y has querido hacerlo desaparecer? ¿No quieres olvidar tu pasado?