Doy un gran respiro y trago grueso para intentar deshacerme de ese nudo que aún molesta en la garganta. Atravieso la puerta y mis ojos se dilatan al encontrar un lugar completamente oscuro y de luces tenues rojizas; el sonido de la música invade cada rincón, y bajo ese sensual ritmo, varias mujeres danzan de manera seductora sobre los tubos de algunas mesas que se encuentran en el lugar. Cada vez que una de estas chicas complace a los caballeros que tienen enfrente, estos desatan un bullicio grotesco que resalta entre la música.
Mientras voy caminando logro ver que, en la parte más oscura, junto hacia el fondo del local, unas mujeres con vestidos elegantes seducen de manera muy provocadora a un grupo de hombres vestidos de etiquetas; otras chicas van de la mano de estos hombres mientras suben unas escaleras para dirigirse al piso de arriba. Está claro que tipo de lugar es este, lo que me pregunto es: ¿qué tipo de relación tiene mi comprador con este lugar? Me da escalofrío tan solo el estar aquí, debo encontrarlo rápido antes de que alguno de estos tipos me confunda con una de estas mujeres.
—Hola, disculpa —le hablo a una chica de cabellera risada, pelirroja natural, pómulos pecosos y de labios gruesos.
—Amiga, no trabajo con lesbianas, pero mi amiga de la esquina sí —dice señalando hacia su izquierda.
—¡No!... No soy lesbiana y no quiero ninguno de los servicios que ofrece este lugar...
—¿Entonces? —pregunta arqueando una ceja.
—Estoy buscando a Tai Yang.
La chica me recorre por completo con la mirada.
—¿Y tú de dónde saliste?... ¿Por qué debería darte ese tipo de información?
—Es por cosas de trabajo.
—¿Trabajo?, así no funcionan las cosas aquí, mi reina —responde en un tono altanero.
Esta chica está a punto de hacerme explotar de rabia, pero no… Debo controlarme.
«Contente, Verónica. Respira hondo», pienso y ejecuto.
—Soy de la compañía SingleDolls… Vengo a hablar de negocios con el señor.
—¿SingleDolls? —Se ha impresionado al escucharme mencionar el nombre de la famosa marca.
—Sí, sordita. Y si no me dices en este momento dónde encontrar al Sr. Tai Yang, daré el negocio como rechazado y luego le mandaré un correo al Sr Yang explicándole que la razón del rechazo fue por culpa de una testaruda pelirroja que trabaja aquí.
La mujer se tensiona por completo y hasta traga grueso.
—Claro, disculpe… ¿Ve ese cuarto que está en el fondo? —pregunta señalando un lugar que parece la entrada a la oficina del mismísimo Satanás—. Ahí dentro está el Sr. Tai Yang.
Me paro frente a la puerta de la oficina y toco dos veces, alguien desde adentro me responde invitándome a pasa, giro la perilla y al entrar lo encuentro sentado sobre una elegante silla de cuerina y de respaldar alto, Tai Yang es un hombre de rasgos asiáticos, de aproximadamente 40 años, cabello castaño y ojos negros azabache. Él se me queda viendo con una clara expresión de curiosidad.
—¿Puedo ayudarte en algo? —pregunta sin tan siquiera levantarse de la silla.
—Soy la SingleDolls que compraste esta tarde, el auto que me transportaba se accidentó hace horas y por eso no pude llegar a tiempo.
—Ya veo —dice mientras me observa de arriba abajo. Luego de un corto silencio, agrega—. Sí, ya te recuerdo, eres la de las cualidades desastrosas.
—¡Sí! —respondo reprimiendo mis ganas de insultar.
—Y es evidente que te han activado.
—Eh… Sí, fue otro SingleDolls que... me salvó la vida —A mi mente llegan recuerdos la expresión alegre y sonriente de Chris. Luego regreso a la realidad—. ¿Le molesta que esté activada
—Para nada, puedes iniciar a trabajar así mismo.
—¡¿Trabajar?!
—¡Claro! ¿Acaso no sabes dónde carajos estás paradas? —pregunta y sonríe malicioso. Luego se levanta de su silla y se aproxima con un rostro firme y una mirada desafiante—. Veo en ti una actitud de rechazo. —Se detiene frente a mí quedando demasiado acerca, yo decido dar un paso atrás— … Comprendo, así que no estás enamorada de mí. Es una pena, porque deberías obedecer a todo lo que te pida.
—Se supone que tú igual deberías tratarme como a tu futura pareja —digo en un tono cortante.
Tai avanza rápido hacia mí, lleva sus manos tras mi nuca y me agarra del cabello mientras acerca su rostro al mío.
—No necesito a una maldita SingleDolls que me fastidie con su falso romanticismo, necesito a una que trabaje para mí —aclara entre dientes—. Vas a ir al vestidor y te vas a cambiar de ropa en este mismo instante.
—Idiota —rio con cinismo mientras siento como él me aprieta tras la nuca y me obliga a verle a los ojos—, no voy a prostituirme solo porque así lo quieres.
—¡Escúchame bien, perra! ¡Yo te compré! ¡Pagué para sacarte de tu mugrosa y polvorienta caja! —El mal parido hala mi cabello con mucha fuerza y luego me lanza estrellándome contra un mueble que está en la esquina de la oficina—. ¡Nadie iba a dar un maldito centavo por ti!
—¡Eres una miércoles! —le grito mientras me sobo la cabeza.
Tai vuelve a aferrarse de mi cabellera y hala haciendo que me levante por todo el dolor que me provoca.
—Levántate, elige un cliente y hazle el amor. Así de... —Tai es interrumpido al recibir un buen derechazo en su mejilla, no fui yo la que le ha golpeado.
—¡Chris!
Mi corazón pega un brinco al ver aquel rostro lleno de coraje y valentía, Chris está dentro de la oficina y le está propinando tremenda golpiza al estúpido de Tai, quien se mece tambaleante debido a los fuertes puñetazos. Chris aprovecha la inestabilidad de Tai para darle un rodillazo en el abdomen, le jala de la cabellera y luego estrella su cabeza contra la pared haciendo que Tai caiga aturdido al piso.
—¡Verónica, salgamos de aquí!
Chris me toma de las manos y me hala para salir de la oficina.
Al abrir la puerta vemos a tres agentes de seguridad vestidos de negro viniendo contra nosotros. Chris agarra una botella de licor de la licorera que guida al lado de la puerta de la oficina y la utiliza para reventarle la cabeza a uno de los agentes, el estruendo es tan fuerte que con ello logra capturar toda la atención del local, el gigantesco agente cae al piso y al instante todo en el local se convierte en un total alboroto.