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Capitulo 12.
Mike.
Muevo los dedos sobre el volante, como si fuera mi batería, al ritmo de la canción que suena en el estéreo del automóvil. Avanzo cuando el semáforo cambia de rojo a verde.
Aunque sea muy temprano, las calles de la ciudad se ven más llenas que hace unos cuantos minutos. La puntualidad de Kylie no me ha sorprendido demasiado, recuerdo cuando algunas veces acompañaba a mamá a su trabajo y veía desde la lejanía como la joven esperaba a que su hermano estuviera listo.
Puedo dar crédito de que hasta estuve un poco celoso de tal virtud, pues yo casi siempre llegaba tarde a la escuela por lo agitadas que son las mañanas en casa.
Continuo conduciendo por las calles, que de a poco se van despejando a medida me voy acercando a la mansión Sullivan. Cuando llego a esta, hay una gran fila de autos idénticos al que conduzco. Todos se detienen a intercambiar palabras con el guardia de turno.
Soy el tercero en la fila de cinco autos, bajo la ventana de mi asiento, el verano no se ha marchado del todo y ya comenzó a hacer calor.
La fila de autos avanza de manera rápida, cuando es mi turno, me detengo junto a la caseta de los guardias.
—Buenos días— saludo al guardia de turno.
—Buenos días —me saluda devuelta—. El señor Sullivan ordenó que todos los choferes fueran al patio central.
—Está bien, gracias—con un movimiento de mano en forma de despedida, avanzo por el camino que lleva a los estacionamientos.
Estaciono el automóvil, junto a los otros coches negros. Me bajo del auto tomando mis pertenencias, lo cierro con seguro y camino hacia el patio central como lo ordenó el señor Sullivan.
Cuando llego veo a dos hombres esperando y detrás de mi vienen otros dos. No debemos esperar mucho, ya que el señor Sullivan llega de manera rápida.
—Hola, perdón la tardanza—es lo primero que dice.
¿La tardanza? Pero si no se tardó nada.
‹‹De tal palo, tal astilla››
—No se preocupe—dice uno de los hombres, que se ve de una edad parecida a la de nuestro jefe.
—Bueno, es fácil deducir por qué los cite aquí—empieza—, todos ustedes son personas de confianza de la familia y saben cómo trabajamos.
A lo lejos veo como una señora de edad avanzada, a quien reconozco como Sarah Sullivan, camina hacia donde estamos y se detiene junto a su hijo.
—Buenos días, para los que no me conocen soy Sarah Sullivan, la madre del hombre junto a mí—señala a mi jefe con unas hojas que tiene en sus manos.
Suena un teléfono, justo cuando la señora Sarah termina de hablar, el teléfono pertenece al señor Sullivan quien se disculpa y se aleja unos cuantos metros a contestar.
—Tengo entendido que esta mañana les han hablado sobre el protocolo, pero aquí se los entregare por escrito para que tengan presente todos los puntos y no se les olviden—camina hacia nosotros y nos lo entrega uno a uno.
Recibo mi hoja con el protocolo con todos sus puntos, los repaso de manera rápida, no son cosas difíciles de seguir. De hecho, hay algunas cosas que son bastante lógicas o por lo menos para mí.
La señora frente a nosotros nos hace ir a su oficina dentro de la mansión, nos hace saber nuestros horarios y nos dice que debemos pedirles el número a la persona o personas que nos asignaron para así estar siempre en contacto. El resto de la mañana la pasamos de un lugar a otro, dentro del terreno de los Sullivan, siguiendo las órdenes de la señora Sarah.
Nos libera cuando uno de mis compañeros debe ir a buscar a la esposa del señor Sullivan al bufete de abogados que tiene la familia. A mí me queda un rato libre, antes de ir a buscar a Kylie a su universidad, por lo que me siento en una de las bancas del patio central y reviso mi celular.
Entro al grupo que tengo con mis amigos y leo los mensajes que tenía acumulados, cuando llego al final comento algunas cosas, hasta que me entra una llamada de parte de Flynn.
— ¿Aló? —es lo primero que digo al contestar la llamada.
— ¿¡Como estas, amigo mío!? —prácticamente grita.
—Bien—digo mientras golpeo levemente el pie en el suelo.
—Me alegro muchísimo—dice con su usual alegría—. Seré directo, te llamaba para cóbrate la palabra.
Detengo el movimiento que hacía y me pongo de pie.
— ¿Cobrarme la palabra? ¿De qué hablas? —pregunto sin entender.
Trato de recordar algunas cosas que hablé con Flynn, pero no recuerdo nada al respecto. Nunca la frase ‹‹todo lo que digas será utilizado en tu contra›› había cobrado sentido para mí.
—Pues, la última vez que nos vimos prometiste que irías a la próxima fiesta—me recuerda— Y adivina que, Alice hará una fiesta en su casa.
— ¿Alice? Pero si sus padres son muy estrictos con eso—digo sorprendido.
—Aja, lo que pasa es que sus padres salieron de vacaciones con una tía de ella—me cuenta—, hay que aprovechar, Alice tiene la casa más grande del vecindario.