Los días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses. Lidia y Laura se habían convertido en inseparables. La tristeza que una vez había oscurecido los ojos de Lidia había desaparecido, reemplazada por un brillo de felicidad y amor. Laura había cumplido su promesa de esperar a Lidia, y su paciencia había dado sus frutos.
Lidia, por su parte, había aprendido a amar de nuevo. Aunque todavía extrañaba a Fernanda, había aceptado que su amor por Laura no disminuía el amor que había sentido por Fernanda. Al contrario, su amor por Laura le había enseñado que el corazón tiene la capacidad de amar a más de una persona, aunque de diferentes maneras.
Un día, mientras estaban sentadas en el parque donde se habían conocido, Laura le propuso a Lidia que se mudaran juntas. Lidia, sorprendida pero emocionada, aceptó sin dudarlo. Sabía que su vida con Laura solo estaba comenzando, y estaba emocionada por lo que el futuro les deparaba.
Y así, Lidia y Laura comenzaron una nueva etapa en su relación. Una etapa llena de amor y compromiso, de risas y lágrimas, de altos y bajos. Pero a pesar de los desafíos que enfrentaron, su amor solo se fortaleció.
Lidia había perdido a Fernanda, pero había encontrado a Laura. Y aunque su amor por Fernanda nunca desaparecería, su amor por Laura le había enseñado que siempre hay una segunda oportunidad para amar.
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Editado: 14.03.2024