Empezaré con lo que algunos llaman “amor de niños”.
Para una niña, el amor no es más que un beso en el cachete o simplemente un poco de atención en tu rodilla lastimada. Para mí, a los 21 años, aún significaba eso.
Cuando tenía 5 años conocí a un niño que para mis ojos era lindo, de tez blanca y unos ojos oscuros que irradiaban misterio puro al igual que los míos, pero ¿Qué podría saber yo? Solo tenía 5 o quizá menos años.
Recordaba que las veces que mi mamá me dejaba conservar mí desayuno para comerlo en la escuelita (ya que normalmente desayunaba antes de ir a la escuelita), él solía acompañarme. Mi corazón latía fuerte contra mi pecho cada vez que lo veía acercarse a mi.
Había veces en las que a escondidas nos tomábamos de la mano y parecía como si estuviésemos haciendo algo malo. Solía sonrojarme como un tomate cuando nos descubrían, ¿Qué significaba para los maestros que los niños de 5 años se tomasen de las manos? Yo aún hoy lo veo como algo inocente y dulce.
A esa edad conocí las famosas mariposas en el estómago.
Tengo algunos vagos recuerdos, pero sé que todo aquello con ese niño llegó a su fin cuando él conoció a mi prima, él simplemente me echó a un lado, era como si se hubiese olvidado de mi, como si yo me hubiese evaporado. Me sentí triste, pero era mi prima, jamás podría estar en contra de ella por un niño. Creo que a esa edad era más madura que ahora. Así que me enojé, pero luego lo olvidé, creo.
Cuando me gradué de la secundaria, lo volví a ver. Una casualidad, porque él era el primo de uno de mis compañeros de grado. Recuerdo bien que la fiesta era en una piscina.
Cuando lo vi mis ojos se iluminaron, pero aquellas mariposas había desaparecido, estaba feliz de verlo, en otro sentido.
Él me recordaba pero no mi nombre, graciosamente, dijo el de mi madre. Desde ese día no lo volví a ver más.
Era algo extraño como en el mundo de los niños todo se resuelve en un santiamén, como ellos escogen ser felices a costa de todo y todos, como el amor hacia otras personas es mucho más fuerte que el odio y el rencor.
Nosotros los adultos deberíamos sentir más como los niños.
Una rosa para Davis, que gracias a él conocí las mariposas en el estomago.
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Editado: 21.04.2019