Cierro los ojos con fuerza. Ya no quiero verlo, pero soy incapaz de levantarme. Estoy aterrada.
¿Por qué permití que él entrara en mi corazón? Fui tan tonta, tan ingenua.
Duele.
Duele tanto que me cuesta respirar.
—¡Deja de llorar! —me grita, furioso.
Vuelvo a mirarlo. Se ha puesto de pie. La pernera izquierda de su pantalón está destrozada y su pierna herida debido al roce con el suelo. Cojea levemente.
—¡Me enfermas! —agrega, levantando su motocicleta.
Pese a la caída, la moto enciende y él se va.
Lo busqué tanto, le confié mis sentimientos y él me abandona en medio de la calle, sin mirar atrás.
Duele.
Jamás creí que pudiera sentirse un dolor tan intenso y paralizante.
~🦇~
Es sábado y no quiero salir de la cama. No tengo energías para nada. No hay nada que quiera hacer más que dormir.
Y arrancarme el corazón.
Luego de ver a Jason alejarse en su motocicleta, no volví a saber de él. Una cosa es que confunda la realidad y tenga ideas extrañas sobre la gente, pero ¡Intentar matar a alguien! Eso es muy diferente.
Recordarlo se siente como una pesadilla, tan ilógico e irreal.
Un mensaje llega a mi teléfono.
Dick: ¿Tienes planes para hoy?
La idea de preguntarle por Jason pasa por mi mente y la desecho. Tengo que dejar de pensar en él.
Yo: No, pero tampoco tengo ganas de salir.
Dick: Yo puedo ir para allá 😏
No logro evitar reírme. Dick es como una bocanada de aire fresco en esta pesadilla asfixiante.
Yo: Estoy ocupada. Día de limpieza.
Tengo que limpiar mi mente y mi corazón. Sí, a ti te hablo, idiota. Vuelve a bombear sangre y no te metas con mis sentimientos. Ese es el trabajo de mi cerebro y mi cerebro es lo mejor que tengo, no volveré a olvidarlo.
Dick: Genial, soy bueno limpiando. Deberías ver lo que hago con un par de plumeros 😏😏😏
Vuelvo a reír.
Yo: De seguro un chico como tú tiene mejores cosas que hacer un sábado. Diviértete.
Dick: Demasiado tarde, estoy afuera 😎
¡¿Qué?!
Suena el timbre.
Mi tía salió con unas amigas y no planeo dejarlo entrar. Me asomo por la ventana.
—Dick, de verdad estoy ocupada —le grito.
Él avanza hasta ponerse bajo mi ventana. Mira hacia arriba con interés.
—Dime que no estás con el idiota de Jason, por favor.
Él no llegó a su casa.
Niego y Dick parece alegrarse.
—¿No me vas a dejar entrar?
Vuelvo a negar.
—Entonces voy a subir hasta tu ventana —amenaza, buscando a qué aferrarse en la fachada de la casa.
Intento disuadirlo, pero en cosa de segundos, trepa como un experto y temerario escalador y se mete en mi habitación.
—¡Eres como una araña!
—No has conocido ni una décima parte de mis talentos —asegura riendo hasta que me ve de cerca.
Lloré casi toda la noche, mis ojos deben estar horrorosamente hinchados. Todo lo ocurrido regresa y siento que voy a empezar a llorar otra vez.
Él me abraza y contengo las lágrimas con todas mis fuerzas.
—Tu pijama de ositos es muy sexy —susurra en mi oído.
Empiezo a reír. Sólo Dick podría hacerme reír en un momento así.
Ese taxista, al que por algún retorcido motivo Jason quería matar, tenía razón.
En este momento de profundo dolor, sólo me queda poner una cara feliz.
Dick me cuenta que cuando supo que Jason no había llegado a dormir, su primera idea fue que había escapado de nuevo.
—La segunda fue que pudo pasar la noche contigo. Conociéndote, sabía que era poco probable, pero también debía considerar lo feliz que estabas por su regreso.
Sí, estaba tan feliz e ilusionada. Le habría permitido acercarse más a mí que nadie.
—¿Qué pasó entre ustedes? ¿Discutieron? ¿Te hizo algo malo?
El sonido del disparo al aire se repite angustiantemente y mis manos tiemblan.
—Discutimos —le digo—. Me esperó fuera del trabajo… Fui yo la que empezó.
Él estaba sonriendo, pero no tardó nada en volverse un cretino y de ahí, se fue en línea recta hacia la locura.
¿Debería contarle a Dick lo de la pistola?
No quiero que la policía lo arreste, pero si mata a alguien, me lamentaré el resto de la vida por no haber hecho algo para evitarlo.
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Editado: 27.10.2020