CXX Odioso 2.0

—¡Maldición, Isabel!

Su grito lleno de ira se desvanece a mi espalda. Me vuelvo para verlo brevemente. Ha tropezado a pocos pasos del auto y está en el suelo, acomodándose el pantalón. Para ser un plan improvisado a último momento, ha salido bastante bien, pienso, mientras corro desesperada por el parque.

Podré ser torpe en deportes, pero corriendo nadie me gana.

El camino pavimentado se acaba y corro sobre la tierra, por entre los árboles que se van volviendo cada vez más abundantes.

—¡Detente ahora o lo lamentarás! —grita.

Se oye mucho más cerca y mi corazón está por estallar.

—¡Ni que fuera estúpida! —le respondo, inundada en la súbita secreción de adrenalina que toda esta situación me ha provocado.

Idiota.

Los árboles dan lugar a una laguna y me detengo de golpe, a pasos de la orilla. Alzo las manos, cargando el botín de guerra. Jason llega y se detiene a unos metros de mí.

—¡Isabel, no te atrevas! —advierte.

Sus ojos lucen rojos, inyectados de sangre. El miedo se pelea con la ira para dominar su cuerpo y se abalanzará en cualquier momento sobre mí. En un rápido movimiento y sin pensar en las consecuencias, lanzo la pistola y las llaves al lago. Hacen un sonido sordo cuando atraviesan la superficie y son tragadas por el agua oscura, a varios metros de la orilla.

Ya está hecho. He frustrado sus planes homicidas y ganado algo de tiempo. La  calma comienza a regresar, pese al torbellino parado junto a mí.

—¡Maldición, Isabel! —se aferra la cabeza y apunta hacia el lago, muy dramático para mi gusto.

—No pensabas que iba ayudarte a cometer un homicidio ¿O sí?

—¡¿Tienes idea de lo que me costó conseguir una pistola?! Esta ciudad ya no es lo que era —se lamenta, viendo al lago con tristeza.

—¿Ah sí? Me importa un comino —admito, cruzándome de brazos. La enojada debería ser yo, no él.

Jason suspira pesadamente, recomponiéndose.

—No te bastó con frustrar mis planes, quitándome la pistola y las llaves, tenías que calentarme y salir corriendo también ¡Eres la peor novia del mundo!

Lo miro boquiabierta, llena de indignación.

—¡Nunca dijiste que habías aceptado ser mi novio!

—¡Creí que no era necesario decirlo! —bufa, indignado también—. Ahora no puedo matar al payaso, no puedo usar el puto auto, deberías hacerte cargo del resto —me coge del brazo, atrayéndome para besarme.

Esquivo su boca y me sujeta de la nuca. Su rudeza es repulsiva y le doy una bofetada. Me suelta, sobándose la mejilla, pasmado.

—¡Ni creas que estoy dispuesta a entregarle mi virginidad a un loco como tú! —salgo caminando, con los puños apretados.

Es un idiota, quién se cree que es para intentar besarme a la fuerza. Esas ínfulas de macho dominante me enferman. Además, no estuve ni cerca de estar excitada en una situación tan estresante como ésta, no entiendo cómo él sí.

Avanzo de regreso. Mi bolso se quedó en su auto y no sé cómo volver a casa. Voy a coger un taxi y que no se le ocurra impedírmelo. Ya me harté de sus idioteces y ya no voy a llorar por él, no se lo merece.

El parque es bastante solitario. Salvo por los niños que jugaban en la cancha y el hombre que se acerca por el serpenteante camino, no he visto a nadie más. Se tambalea, tal vez esté ebrio o bajo la influencia de algún estupefaciente.

—Hola preciosa ¿Quieres algo de diversión? —Me bloquea el camino, en actitud dominante.

No huele a alcohol, sólo a un perfume muy malo.

—No, gracias. Ya tuve suficiente —intento pasar por su lado y retrocedo cuando intenta cogerme del brazo.

—Oye chico —dice, mirando tras de mí. Jason nos está observando, sin intervenir— ¿Cuánto me cobras por coger con tu novia?

Siento que se me desencaja la mandíbula de la impresión. Cuando pensaba que lo hombres eran despreciables, este tipo me demuestra que no he visto ni siquiera el principio. Si intento decirle algo, de seguro acabo vomitándole encima de tanto asco y enojo que siento.

Jason avanza hasta ponerse a mi lado.

—Si te atreves a ponerle un solo dedo encima, te juro que... te doy mi auto —suelta, sonriendo ladinamente.

Definitivamente los hombres son lo peor que pudo pasarle a la humanidad.