Ver por primera vez los rayos del sol es maravilloso, me he acostumbrado al movimiento del vehículo y ya solo presto atención al paisaje frente a mí, estoy seguro que ahora no es ni la sombra de lo que fue antes del Apocalipsis pero es lo primero que veo en mi vida del mundo exterior, un sol brillante sobre un cielo café claro ilumina las pequeñas dunas de lo que un día fue el gran desierto del Sáhara, en el que los fundadores de El Edificio decidieron comenzar una nueva vida, pedazos de metal se reparten alrededor de lo que queda de nuestra civilización, fruto del meteorito que impactó contra la estructura, imagino todos los animales que debieron habitar aquí, casi puedo ver a las serpientes enrolladas bajo la sombra de los escombros, un guepardo bajando una duna para llegar a un oasis donde un pequeño cocodrilo del desierto se esconde bajo las aguas y un pequeño zorro pálido huye de un venenoso escorpión amarillo, claro, que no estoy seguro si todos esos animales habitaron la misma zona del desierto, todo en mi imaginación parece tan hermoso hasta que una voz, no, mi abuela me saca de mis pensamientos.
-¡Javier! -grita- ¡Tu hermana debe ir al baño!
-¡Javier quítate! -grita una desesperada Camila- ¡Quiero vomitar!
Me había metido tanto en mis pensamientos que no me percaté del escenario a mi alrededor, no todas las personas lograron acostumbrarse al movimiento del autobús, muchas de ellas están mareadas y con náuseas, sobre todo los niños. Me levanto de mi lugar y Camila sale corriendo hacia el baño, oh no, hay una larga fila de personas en la misma situación.
-¡Alto! -grita una mujer impaciente- ¡Paren el vehículo, nos sentimos mal!
Alguien baja a pedirle al conductor que se detenga y el autobús frena de golpe lanzando a algunos hacia el frente, un hombre, con un uniforme que nunca había visto antes, subió las escaleras para averiguar lo que está pasando.
-¡Nos hemos mareado! -grita la misma mujer antes de vomitar en el suelo, que asco.
-Oh cielos -dice el hombre con una cara de asco- Olvidamos decirles que debajo de sus asientos encontrarán unos kits de emergencia con agua, papel higiénico, pastillas para el vomito, diarrea y migraña, además de un pañuelo con un poco de alcohol y una bolsa para el vomito, si la usan por favor amárrenla bien y límpiense con el papel, luego tírenlos en el baño.
-Gracias, que oportuno es. -dice un joven sarcástico.
-Lamentó los problemas que esto ocasionó, enviaré a alguien para limpiar, por cierto mi nombre es Mario y estoy a cargo de su comodidad en este viaje, si necesitan ayuda me encontrarán en la primera fila de asientos en el piso de abajo.
Bueno, creo que alguien no inició bien su trabajo, saco el kit debajo del asiento de mi hermana y tomo la bolsa y el papel para ir con ella.
-¡Camila! -la llamo- ¡Tengo tu bolsa!
Camino por el pasillo y la veo venir hacia mí con las manos fuertemente apretadas sobre su boca.
-Toma, hazlo aquí. -abro su bolsa y aquí, en medio del pasillo, Camila regresa todo su desayuno, después de tres chorros levanta su cara y se echa el cabello hacia atrás.
-Gracias Javier. -dice con una débil sonrisa.
-Ve con mis abuelos mientras yo busco dónde tirar esto, dejé tu kit sobre tu asiento, ten, límpiate con el papel para irlo a tirar, toma agua.
Camila se va y yo voy al baño de hombres, al abrir la puerta veo al menos diez bolsas como la que traigo en la mano amontonadas sobre el cesto de basura, dejo la de Camila y regreso lo más rápido que puedo a mi lugar. Cuando regreso Camila ya está sentada en su lugar con el cinturón puesto, está viendo por la ventana.
-Ya tomó unas pastillas para el vomito -me indica mi abuelo- ¿Quieres tomar la tuya?
-Estoy bien, -respondo- gracias.
Por las bocinas nos indican que los vehículos volverán a arrancar y algunas personas bufan, me vuelvo a poner el cinturón y el sonido del motor se vuelve a escuchar, seguido de la vibración del autobús, hay algunas exclamaciones de sorpresa por parte de los que no se han acostumbrado al movimiento y continuamos nuestro camino, el vehículo comienza a moverse más lento de lo normal para evitar más mareos, mi hermana y yo corremos por completo las cortinas de nuestra ventana para ver el desierto pero algo en el cielo llama nuestra atención.
-Javier -dice Camila- ¿Qué es eso?
-No lo sé, -respondo- creo que se mueve.
-Parece como si se hiciera más grande.
Una alarma dentro del vehículo comienza a sonar y una luz roja al frente del pasillo se ilumina.
*Alerta, alerta. Esto no es un simulacro, por favor permanezcan en sus asientos y prepárense para el impacto*